TIBOT
TIBOT
Hoy es miércoles. Como otra noche mas, he quedado con los colegas para cenar con un partido de la selección como pretexto. Creo recordar que era uno de los últimos partidos clasificatorios para el próximo mundial que se celebrará en Alemania. Se enfrentaban España y Serbia-Montenegro, pero como ya he comentado, este dato poco importa a la historia que hoy el nota se dispone a relatar.
Son ya las 21.00, llego tarde, tan tarde como siempre, tan pronto como nunca. No me ha dado tiempo a descongelar el pan y no me apetece ponerme a freír cualquier detrito cárnico, así que opto por comprarme un bocadillo en cualquier bar cercano al lugar de la repartición de los panes y los peces. En el coche suena El Último Ke Zierre, concretamente ?Fornicaré est Pecatum? .El bar que había escogido, por su eficiencia y por que tampoco se nota tanto el gusto a plástico en su finísimo lomo foliado en papel de fumar de Rizzla de ¼, estaba cerrado, así que opté por mirar calle abajo, más cerca aún de casa de mi amigo. Veo un hueco para aparcar en la misma avenida donde me dirijo, así que tratándose de Ontinyent, ni me lo pienso y aparco rápidamente. Justo al lado hay un mítico y famoso bar, conocido por su continuo vaivén de gente en días como el de hoy. Paro el discman muy a mi pesar, pero aún así dejo sonar las últimas notas de ?No tengo Miedo?, del mismo grupo que mencionaba anteriormente. Me apeo del coche y me dirijo directamente al bar.
Entro al susodicho bar y lo primero que me llama la atención es la escasez de gente que había en el interior. Eso si, todos pendientes del partido de la Selección. Lo siguiente que me llamó la atención nada más cerrarse la puerta fue el tipo que había apoyado en la barra. Su apariencia mostraba fatiga, cansancio, indiferencia y una vida de perros, todo eso averigüé simplemente con el soslayo de mi mirada en su caricaturizada y rasgada tez marchita. Emanaba un aire a perfume de Madrid en pleno atasco, su incombustible cigarrillo negro se consumía en el cenicero. Sin más dilación pido mi bocadillo de lomo y su correspondiente aliñado ajoarriero, y una caña para acompañar la espera. El camarero toma nota y se entra para la cocina. Allí solo estamos el susodicho personaje, una mujer sentada a mis espaldas y un hombre de longeva edad y lánguida mirada, como si de un perro San Bernardo se tratara, sentado también a mis espaldas, pero apoltronado en unas mesas largas, como de intempestivos almuerzos de cazadores que allí suelen prepararse.
Me enciendo un pitillo para acompañar a la caña y observo atentamente el partido en la tele que tengo justo delante de mí y que queda justo por encima de la cabeza del tipo anteriormente descrito. De pronto me da la sensación de que el hombre quiere entablar conversación, y no me equivocaba, porque de inmediato se dirigió a mí con tono de agravio y me dijo:
- ?Este partido no será como contra los Chinos. Esto no va a ser tan fácil, estos tienen sangre en las venas. ¡¡¡Los Chinos no metían la pierna, con esos ojos cerrados es que no ven nada!!! ? se dirigió hacia mi, como digo con un tono serio y agraviado.
- ?Desde luego que no, señor. Este equipo es el Brasil de los Cárpatos, así se les llama en el argot futbolístico.? ? le comenté como quien simplemente quiere hacer una puntualización, pero no, aquí comenzó una más de las historias del notas.
- ?Oh si si, desde luego, ya lo había escuchado varias veces. Pero? no, no! Déjame ver?Claro! Los Cárpatos están en Rumania. Estuve allí el verano pasado con mi mujer, mi hija y su marido, que es de allí de Rumania. Pero vamos, que es un chaval que ha nacido aquí entre nosotros, en Gandia concretamente, pero vaya, que ha vivido toda su vida como nosotros y está bien civilizado. No es como estos inmigrantes de hoy en día que van por las calles haciendo mal y delinquiendo?? ? dijo el hombre como intentando justificar lo que no tiene justificación, la nacionalidad de una persona.
A todo esto, yo simplemente asentía con un esclarecedor movimiento vertical de cabeza, como afirmando su docta tesis. Mientras, apuro las últimas letras de mi cigarro y las baño en la dorada malta. De pronto, el hombre, tras unos 30 segundos de incomparecencia y como pareciendo incomodado por el silencio, se vuelve hacia mi y prosigue su relato.
- ?Estuve en Rumania, en los Cárpatos este verano, ¿te lo he comentado? Fuimos en coche, en mi coche, desde aquí hasta Rumania, pasando por Francia, Italia, creo que parte de Suiza? y los Balcanes . Te aseguro que lo del castillo del Conde Drácula es cierto. Yo lo vi, es un palacio como hechizado y realmente oscuro, con muchas escalinatas de pequeños baldosines. Lo que pasa es que allí ves mucha miseria, hay mucha hambre por la calle. Esas cosas las ves, las notas, te piden pan con la mirada?? ? comentó él como reafirmándose en la aportación de datos que esclarecieran que verdaderamente había estado allí.
- ?Oh, desde luego, faltaría más! Claro que existe. Y claro que hay miseria, por eso vienen aquí a España? ? mientras me pregunto hacia que páramos se dirigirá la insospechada conversación, puesto que estoy aquí debatiendo sobre el Conde Drácula mientras veo un partido de fútbol. Y ese fue nuestro punto de partida, no lo olvidemos.
Pasaron unos instantes más prolongados que el anterior hasta que el buen hombre volvió a dirigirse a mí.
- ?Mañana creo que no me va a apetecer ir a currar. ¿Sabes cuantos años tengo?
- ?Ciencuenta y cuatro?, contestó el rápidamente sin darme tiempo a aventurarme en cifrar sus canas.- ?Pues quizás mañana no me levante para ir a currar. Llevo 38 años trabajando en el mismo empleo, en la misma empresa. De hecho, tiene tanta historia la fábrica como yo. Así que yo mañana voy cuando me salga de la polla y adiós muy buenas. A ver quien tiene cojones a decirme a mi algo por llegar tarde. ¡¡Tarde llegan ellos que nacieron y yo ya estaba allí currando coño!!!!
- ?Pues debe sentirse privilegiado conforme está hoy el mundo laboral? ? simplemente eso le contesté.
- ?Bueno, por supuesto. De hecho, allí me quieren mucho todos. No me puedo quejar, soy muy querido. Mira, este reloj es un Longiness de oro que vale 200.000 pesetas, ¿Qué te parece? Mira tómalo, muérdelo si quieres, es de oro.
- ?Si, si, si no hace falta mordisquear algo así para darse cuenta de que realmente es de oro y o dorado o bañado en oro. La diferencia se ve enseguida??, ahí apagué definitivamente mi voz y mi voluntad de seguir con la conversación, no se por que motivo, pero no me sentía con ganas de seguir hablando. Así que me acabé de un trago la caña y, cuando iba a dejar el vaso encima de la mesa, nuestro buen amigo me comenta?
- ?Tío, ¿tu te crees que hay derecho a que un currante como yo tenga que aguantar a la borracha de mi mujer, que la tienes detrás de ti, que lleva desde las 9 de la mañana tomándose gin-tonics? ¿Cómo cojones superas eso? ¿Qué hago yo? Dime , que hago? Esta lo que necesita es un buen?-y me hace un gesto extendiéndome el antebrazo y agitándolo ostensiblemente- pero claro, ¿Tú la has visto bien? Si es una vacaburra alcohólica que no se entera de ná. Trabaja aquí abajo en una tienda de mercería. Así que nada, a dos velas estoy siempre, porque ya hay que tener valor para hacérselo a mi mujer, hay que tener valor. ¿Tu la has visto bien muchacho? Mira, dale una ojeada sin que se entere y me dices.
En ese momento tiempo, espacio y cuerpo se fundieron en un bálsamo de anarquía. Me entraron incluso sudores debido a la incómoda situación, ya que la mujer estaba a escaso metro y medio justo detrás de mí. Claro la cuestión era si mirar o no mirar, y, en caso de mirar, que decirle al buen hombre. Si le decía que era hermosa, o incluso normal, podría pensar que le tomaba el pelo. En cambio, si le daba la razón, corría el riesgo de dar una opinión que no gustara a sus oídos, más aún teniendo en cuenta que nos conocíamos desde hacía escasos diez minutos. Así que mi reacción fue girarme hacia la barra y mirar al camarero, el cuál interpretó mi gesto como un socorrista que divisa en la lejanía un cuerpo exhausto que va a ser tragado por las olas. Sin dar momento a que abriera la boca me dijo.
- ?Su bocadillo ya está señor. Son 2.80. ¿Se lo pongo para llevar?, ¿quiere una bolsa? Por cierto, la caña la tiene pagada, corre de mi cuenta?.,- esto último me lo comentó por lo bajo mientras el hombre delgado, el de los Cárpatos, volvía a clavar su mirada perdida en el televisor.
En ese momento vi la luz, también el rostro de su ultrajada dama, y la verdad es que era un verdadero espanto. Mi mente levitaba en esos instantes sobre el cuadro del Grito de Munch. Mientras, intentaba sacar las monedas para pagar con el mayor número de céntimos posible. En esto, el hombre se atisbó de mi forcejeo con la cremallera del monedero, me pagó el bocata, me posó su mano en mi hombro, me miró como perdiendo su mirada de ingravidez por solo un segundo y me dijo:
- ?Hijo, el tiempo se va y nunca vuelve. Aparentará el hoy ser como el ayer, pero jamás lo es cuando el ayer fue arrojado al retrete. Cuando es así, el hoy es absolutamente un vertedero de mierda?.
Me guardé el monedero en mi chupa, completamente en silencio y sin apartar mi mirada de la suya. Le di las gracias, puse mi mano también sobre él, le deseé suerte en la vida y marché, con una lección más aprendida y con el corazón completamente encogido, dando las gracias por una más de las serendipias que continuamente vienen a buscarme cuando intento distinguir entre realidad y sueño.
Son ya las 21.00, llego tarde, tan tarde como siempre, tan pronto como nunca. No me ha dado tiempo a descongelar el pan y no me apetece ponerme a freír cualquier detrito cárnico, así que opto por comprarme un bocadillo en cualquier bar cercano al lugar de la repartición de los panes y los peces. En el coche suena El Último Ke Zierre, concretamente ?Fornicaré est Pecatum? .El bar que había escogido, por su eficiencia y por que tampoco se nota tanto el gusto a plástico en su finísimo lomo foliado en papel de fumar de Rizzla de ¼, estaba cerrado, así que opté por mirar calle abajo, más cerca aún de casa de mi amigo. Veo un hueco para aparcar en la misma avenida donde me dirijo, así que tratándose de Ontinyent, ni me lo pienso y aparco rápidamente. Justo al lado hay un mítico y famoso bar, conocido por su continuo vaivén de gente en días como el de hoy. Paro el discman muy a mi pesar, pero aún así dejo sonar las últimas notas de ?No tengo Miedo?, del mismo grupo que mencionaba anteriormente. Me apeo del coche y me dirijo directamente al bar.
Entro al susodicho bar y lo primero que me llama la atención es la escasez de gente que había en el interior. Eso si, todos pendientes del partido de la Selección. Lo siguiente que me llamó la atención nada más cerrarse la puerta fue el tipo que había apoyado en la barra. Su apariencia mostraba fatiga, cansancio, indiferencia y una vida de perros, todo eso averigüé simplemente con el soslayo de mi mirada en su caricaturizada y rasgada tez marchita. Emanaba un aire a perfume de Madrid en pleno atasco, su incombustible cigarrillo negro se consumía en el cenicero. Sin más dilación pido mi bocadillo de lomo y su correspondiente aliñado ajoarriero, y una caña para acompañar la espera. El camarero toma nota y se entra para la cocina. Allí solo estamos el susodicho personaje, una mujer sentada a mis espaldas y un hombre de longeva edad y lánguida mirada, como si de un perro San Bernardo se tratara, sentado también a mis espaldas, pero apoltronado en unas mesas largas, como de intempestivos almuerzos de cazadores que allí suelen prepararse.
Me enciendo un pitillo para acompañar a la caña y observo atentamente el partido en la tele que tengo justo delante de mí y que queda justo por encima de la cabeza del tipo anteriormente descrito. De pronto me da la sensación de que el hombre quiere entablar conversación, y no me equivocaba, porque de inmediato se dirigió a mí con tono de agravio y me dijo:
- ?Este partido no será como contra los Chinos. Esto no va a ser tan fácil, estos tienen sangre en las venas. ¡¡¡Los Chinos no metían la pierna, con esos ojos cerrados es que no ven nada!!! ? se dirigió hacia mi, como digo con un tono serio y agraviado.
- ?Desde luego que no, señor. Este equipo es el Brasil de los Cárpatos, así se les llama en el argot futbolístico.? ? le comenté como quien simplemente quiere hacer una puntualización, pero no, aquí comenzó una más de las historias del notas.
- ?Oh si si, desde luego, ya lo había escuchado varias veces. Pero? no, no! Déjame ver?Claro! Los Cárpatos están en Rumania. Estuve allí el verano pasado con mi mujer, mi hija y su marido, que es de allí de Rumania. Pero vamos, que es un chaval que ha nacido aquí entre nosotros, en Gandia concretamente, pero vaya, que ha vivido toda su vida como nosotros y está bien civilizado. No es como estos inmigrantes de hoy en día que van por las calles haciendo mal y delinquiendo?? ? dijo el hombre como intentando justificar lo que no tiene justificación, la nacionalidad de una persona.
A todo esto, yo simplemente asentía con un esclarecedor movimiento vertical de cabeza, como afirmando su docta tesis. Mientras, apuro las últimas letras de mi cigarro y las baño en la dorada malta. De pronto, el hombre, tras unos 30 segundos de incomparecencia y como pareciendo incomodado por el silencio, se vuelve hacia mi y prosigue su relato.
- ?Estuve en Rumania, en los Cárpatos este verano, ¿te lo he comentado? Fuimos en coche, en mi coche, desde aquí hasta Rumania, pasando por Francia, Italia, creo que parte de Suiza? y los Balcanes . Te aseguro que lo del castillo del Conde Drácula es cierto. Yo lo vi, es un palacio como hechizado y realmente oscuro, con muchas escalinatas de pequeños baldosines. Lo que pasa es que allí ves mucha miseria, hay mucha hambre por la calle. Esas cosas las ves, las notas, te piden pan con la mirada?? ? comentó él como reafirmándose en la aportación de datos que esclarecieran que verdaderamente había estado allí.
- ?Oh, desde luego, faltaría más! Claro que existe. Y claro que hay miseria, por eso vienen aquí a España? ? mientras me pregunto hacia que páramos se dirigirá la insospechada conversación, puesto que estoy aquí debatiendo sobre el Conde Drácula mientras veo un partido de fútbol. Y ese fue nuestro punto de partida, no lo olvidemos.
Pasaron unos instantes más prolongados que el anterior hasta que el buen hombre volvió a dirigirse a mí.
- ?Mañana creo que no me va a apetecer ir a currar. ¿Sabes cuantos años tengo?
- ?Ciencuenta y cuatro?, contestó el rápidamente sin darme tiempo a aventurarme en cifrar sus canas.- ?Pues quizás mañana no me levante para ir a currar. Llevo 38 años trabajando en el mismo empleo, en la misma empresa. De hecho, tiene tanta historia la fábrica como yo. Así que yo mañana voy cuando me salga de la polla y adiós muy buenas. A ver quien tiene cojones a decirme a mi algo por llegar tarde. ¡¡Tarde llegan ellos que nacieron y yo ya estaba allí currando coño!!!!
- ?Pues debe sentirse privilegiado conforme está hoy el mundo laboral? ? simplemente eso le contesté.
- ?Bueno, por supuesto. De hecho, allí me quieren mucho todos. No me puedo quejar, soy muy querido. Mira, este reloj es un Longiness de oro que vale 200.000 pesetas, ¿Qué te parece? Mira tómalo, muérdelo si quieres, es de oro.
- ?Si, si, si no hace falta mordisquear algo así para darse cuenta de que realmente es de oro y o dorado o bañado en oro. La diferencia se ve enseguida??, ahí apagué definitivamente mi voz y mi voluntad de seguir con la conversación, no se por que motivo, pero no me sentía con ganas de seguir hablando. Así que me acabé de un trago la caña y, cuando iba a dejar el vaso encima de la mesa, nuestro buen amigo me comenta?
- ?Tío, ¿tu te crees que hay derecho a que un currante como yo tenga que aguantar a la borracha de mi mujer, que la tienes detrás de ti, que lleva desde las 9 de la mañana tomándose gin-tonics? ¿Cómo cojones superas eso? ¿Qué hago yo? Dime , que hago? Esta lo que necesita es un buen?-y me hace un gesto extendiéndome el antebrazo y agitándolo ostensiblemente- pero claro, ¿Tú la has visto bien? Si es una vacaburra alcohólica que no se entera de ná. Trabaja aquí abajo en una tienda de mercería. Así que nada, a dos velas estoy siempre, porque ya hay que tener valor para hacérselo a mi mujer, hay que tener valor. ¿Tu la has visto bien muchacho? Mira, dale una ojeada sin que se entere y me dices.
En ese momento tiempo, espacio y cuerpo se fundieron en un bálsamo de anarquía. Me entraron incluso sudores debido a la incómoda situación, ya que la mujer estaba a escaso metro y medio justo detrás de mí. Claro la cuestión era si mirar o no mirar, y, en caso de mirar, que decirle al buen hombre. Si le decía que era hermosa, o incluso normal, podría pensar que le tomaba el pelo. En cambio, si le daba la razón, corría el riesgo de dar una opinión que no gustara a sus oídos, más aún teniendo en cuenta que nos conocíamos desde hacía escasos diez minutos. Así que mi reacción fue girarme hacia la barra y mirar al camarero, el cuál interpretó mi gesto como un socorrista que divisa en la lejanía un cuerpo exhausto que va a ser tragado por las olas. Sin dar momento a que abriera la boca me dijo.
- ?Su bocadillo ya está señor. Son 2.80. ¿Se lo pongo para llevar?, ¿quiere una bolsa? Por cierto, la caña la tiene pagada, corre de mi cuenta?.,- esto último me lo comentó por lo bajo mientras el hombre delgado, el de los Cárpatos, volvía a clavar su mirada perdida en el televisor.
En ese momento vi la luz, también el rostro de su ultrajada dama, y la verdad es que era un verdadero espanto. Mi mente levitaba en esos instantes sobre el cuadro del Grito de Munch. Mientras, intentaba sacar las monedas para pagar con el mayor número de céntimos posible. En esto, el hombre se atisbó de mi forcejeo con la cremallera del monedero, me pagó el bocata, me posó su mano en mi hombro, me miró como perdiendo su mirada de ingravidez por solo un segundo y me dijo:
- ?Hijo, el tiempo se va y nunca vuelve. Aparentará el hoy ser como el ayer, pero jamás lo es cuando el ayer fue arrojado al retrete. Cuando es así, el hoy es absolutamente un vertedero de mierda?.
Me guardé el monedero en mi chupa, completamente en silencio y sin apartar mi mirada de la suya. Le di las gracias, puse mi mano también sobre él, le deseé suerte en la vida y marché, con una lección más aprendida y con el corazón completamente encogido, dando las gracias por una más de las serendipias que continuamente vienen a buscarme cuando intento distinguir entre realidad y sueño.
Última edición por varinho el Vie Abr 01, 2005 11:16 pm, editado 1 vez en total.
-
- Mensajes: 1571
- Registrado: Lun Mar 14, 2005 7:21 pm
- Ubicación: http://hervione.multiply.com/
- Contactar:
-
- Mensajes: 15
- Registrado: Jue Mar 31, 2005 8:13 pm
- Ubicación: Soñando
Vicky, gracias por leerlo y llegar hasta el final!!!!!!!!!!! Enhorabuena!
+|Mîtzråë£|+, eso es justamente lo ke pretendia, reflejar una situacion cotidiana de la ke uno aprende mucho. Invitado, tienes toda la razon, puse Munich en vez de Munch pk me equivoqué escribiéndolo y puse la "i" esa y como no corregí... y me equivoqué con el nombre del cuadro. Craso error, me di cuenta na mas colgarlo pero en este foro se ve que se me olvidó hacerlo. No hacia falta que te pusieras de invitado para decirme eso. Bueno, gracias a ti tb x leerme.
+|Mîtzråë£|+, eso es justamente lo ke pretendia, reflejar una situacion cotidiana de la ke uno aprende mucho. Invitado, tienes toda la razon, puse Munich en vez de Munch pk me equivoqué escribiéndolo y puse la "i" esa y como no corregí... y me equivoqué con el nombre del cuadro. Craso error, me di cuenta na mas colgarlo pero en este foro se ve que se me olvidó hacerlo. No hacia falta que te pusieras de invitado para decirme eso. Bueno, gracias a ti tb x leerme.
-
- Mensajes: 415
- Registrado: Mar Jun 29, 2004 12:43 pm
- Ubicación: A Corunha, Galiza (Terra de Mar e Ar)
jajaja!! No Kaizen, la mujer era incómoda de ver, pero no se parecia a la de Edvard... menos mal! pero amos, que x la situación que tenia bien podía haber sido yo el del cuadro..no sabia ande meterme tio, que desespreación! me alegro que te gustara tiu. cuidate!
Perro, que bueno verte por aquí de nuevo. A ver cuando cuelgas nuevas cosillas por aquí, que ya se echa de menos. Pero no te creas que todo lo que me pasa es como esta historia, si hiciese un libro de histprietas tendría que inventar muchas cosas... bueno, gracias por leerme amigo. salud!
Perro, que bueno verte por aquí de nuevo. A ver cuando cuelgas nuevas cosillas por aquí, que ya se echa de menos. Pero no te creas que todo lo que me pasa es como esta historia, si hiciese un libro de histprietas tendría que inventar muchas cosas... bueno, gracias por leerme amigo. salud!
El notas era uno más de esos españoles que acabaron desencantados por el panorama contractual a la hora de buscar un trabajo. Estudió Ingeniería aeronáutica en Barcelona, donde cursó durante 6 intensos y aciagos años. Apenas vio más luz que la del flexo que se sostenía sobre su inmenso escritorio, lo que desembocó en una creciente fotofobia. Los servos, sistemas motores, máquinas térmicas y estudios estructurales, le hicieron perderse esos infinitos y mágicos reductos que Barcelona le reservaba. No conocía ni La Pedrera ni la casa Betlló, ni plaza Catalunya, tampoco las ramblas o el Parque Güell. Era un completo ignorante atiborrado de libros.
Corría el verano de 2004 cuando finalizó la carrera y, desde entonces hasta el verano siguiente, anduvo probando suerte por los más variados astilleros y armadores de naves de todo el continente. Su ambición era enorme, pero no tenía suerte; eran demasiados pretendientes para tan pocas plazas. Un año entero anduvo de acá para allá subvencionado por el escaso poder adquisitivo de su proletaria familia, que la formaban sus padres y dos hermanos menores que él. Ya en el verano de 2005 decidió enviarlo todo al carajo.
De poco o nada había servido tanto esfuerzo y dedicación, ahora era uno más que pasaba a formar parte de esa larga cola que se agolpaba cada mañana en el INEM, en busca de la caridad de algún empresario que le contratara para pulsar periódicamente el botón de alguna máquina desalmada (esa que él sabría construir con los ojos vendados) o bien algún otro que le permitiera servir tras la barra de un bar cochambroso. Así estuvo durante 3 o 4 meses más que, poco a poco, fueron mermando su paciencia y hasta su inquebrantable optimismo. Le pasaron muchas cosas por la cabeza: dedicarse a escribir poesía profesionalmente, algo que siempre había sido un hobby para él, pero que no da de comer hoy en día a no ser que seas un trepas y detestes tu profesión; aceptar cualquiera de esos trabajos que las ETT?s gentilmente le ofrecían, para lo que has de quererte muy muy poco; montar su propio negocio de venta al público, es decir, una tienda (a no ser que vendas drogas), pero tampoco era una buena idea, ya que actualmente la gente va a las grandes superficies donde puede comprar de todo en un mismo establecimiento. La decisión era muy complicada, pero el quería tirar palante y no deber nada a nadie, quería valerse por si mismo y poder seguir sintiéndose orgulloso de su persona. No aceptaba caridades de conocidos ni trabajos muy por debajo de sus posibilidades, de no ser que él fuera su propio jefe.
Pasaron dos semanas sin luna cuando por fin vio la luz. No estaba muy convencido, pero por aquel entonces era la opción que más le atraía. Iba a comprarse un camión y a viajar de aquí para allá sin descanso. Quería ser autónomo, por supuesto. Su dignidad le prohibía ser un subordinado más en cualquier empresa de transporte de mala muerte. De esa manera y organizándose bien, podría recuperar todo ese tiempo que en su día malamente invirtió, viajando, visitando ciudades, en fin, viviendo la vida.
La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. En aquel mediodía lluvioso de aquel 20 de Noviembre, se armó de coraje y, a la hora de la comida, comunicó a sus familiares la notícia.
- ?Tengo algo que contaros familia?, en ese momento hice una breve pausa para mirar el rostro de mis padres y hermanos, mientras pensaba para mi mismo: ?espero no decepcionaros?. Pasaban los segundos y seguía dándole vueltas con la cuchara a aquel plato de sopa que tenía delante.
- ?Tú dirás hijo mío, pero dilo ya, que me está entrando el nervio y creo que a tu madre también?- comentó el padre con su voz grave pero al tiempo sosegada y confortable.
- ?Si eso hijo, cuéntanos. ¿Qué sucede?? - mi madre ya andaba seriamente preocupada, cariacontecida.
- ?Pues bien, que resulta que tras tanto intento en vano por encontrar un trabajo a la medida de mis posibilidades he decidido montarme mi propio negocio?
- ?Hijo, me habías asustado. Eso es una buena noticia? ? exclamó su madre ? ?¿Y de qué se trata? ¿Qué habías pensado? Cuéntanos?.?
- ?Pues bien, a ver cómo os lo explico. He decidido que en vistas a la situación contractual que sufrimos los españoles que tenemos una carrera y concluyendo que todos estos años han sido en balde, he decidido comprarme un camión. Se que os parecerá una locura, pero yo quiero recuperar mi tiempo, valerme por mi mismo, viajar, trabajar y divertirme a la vez, conocer mundo y gentes. En fin, todo lo que no he estado haciendo durante estos años.? ? Sentí una liberación interior que no había experimentado jamás, ni cuando concluía el período de exámenes en mis tiempos universitarios.
Hubo un silencio prolongado. Mis hermanos no se atrevían a mencionar palabra alguna y miraban con la cabeza gacha. Era como aquel silencio que precedió al levantamiento del 2 de Mayo, donde todos sabían que en cualquier momento ese silencio iba a quedar interrumpido. Por fin, mi padre tomó la palabra:
- ?¿Pero cómo vas a hacer eso? Mira que ya tienes una edad como para ir diciendo estas sandeces. ¿Cómo vas a renunciar a todo lo que te has ganado tan a pulso tras tantos años de esfuerzos? ? en ese momento mi madre, como buena madre, intentó lanzarme un salvavidas de oxígeno con sus palabras:
- ?Hijo mío, es normal que te sientas decepcionado. Esto que os pasa a los universitarios es algo normal hoy en día y, lo se, es sumamente injusto, pero no puedes renunciar de esa manera. Has de aguantar y seguir trabajando en lo que por el momento se te ofrezca y seguir mientras tanto peleando por lo que tanto has buscado ? La voz de mi madre sonó como a recién sacada de un lavado con extra de suavizante. Pocas veces antes la había escuchado trinar de semejante modo.
- ? A ver, padres. Yo comprendo que os preocupéis por mí, por mi bienestar, por lo que me conviene o no, pero creedme en lo que os digo. Lo he pensado bien y es lo mejor. Creo que es la mejor manera de salir de esta situación y la que más me conviene, ya que me hará más feliz. Bien mirado, es lo que más importa y lo había olvidado por completo. No voy a ser ni mejor ni peor tomando esta decisión. Simplemente voy a ser yo, por fin. El Estado, este país, este sistema me ha dado la espalda y ahora se la doy yo a Él. No me importa el qué vendrá, pues me va a encontrar a buen seguro esgrimiendo una perpetua sonrisa. No voy a dejar lugar a los y si hubiera, voy a tener mi camino, mis querencias, como la brújula tiene al norte, entre ceja y ceja.? ? Realmente quedé sorprendido de mi propia reacción. Jamás lo habría esperado de alguien como yo. Nunca me habían resonado tanto los huevos, como auténticas campanas. Creo que la voz de aquel desgraciado hombre del bar se apoderó de mí en ese momento. Ahora sabía que aquella lección que me dio fue magistral.
- ?Hijo mío, ¿Tú sabes lo que estás diciendo? ¿Crees que la vida de un camionero autónomo es mucho mejor que la que en estos momentos la vida te ofrece? Estás muy equivocado. El trabajo de camionero es muy esclavo, justo lo contrario de lo que vienes pregonando. Si esa es tu decisión todos nosotros te la respetaremos como si fuera nuestra propia, somos una familia y todos somos uno. Si uno está mal estamos todos jodidos.? ? Afirmó mi padre en unas palabras que jamás hubiera imaginado escuchar. Al fin y al cabo estaba siendo justo conmigo mismo en esta mi decisión.
- ?Pues claro que sí hijo. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo, pero piénsatelo bien, ¿De acuerdo? ¿Nos lo prometes? Mira que tu madre es muy sufridora y vas a pasar mucho tiempo solo, en las carreteras. Si necesitas dinero para la inversión sabes que puedes contar con nosotros. ? Prosiguió mi madre con un gesto más de su ternura.
- ?De verdad, gracias. Gracias por hacerme las cosas mucho más fáciles de lo que serían sin vuestra aprobación y consentimiento. No creo que necesite demasiado dinero para esta inversión. Ya tengo ahorrado una buena cantidad de dinero que, aunque es insuficiente, siempre puede incrementar pidiendo uno de esos préstamos. Mañana mismo pasaré por unos cuantos bancos a ver lo qué me ofrecen. Seguro que regresaré indignado, pero bueno, es necesario, aunque mis principios se vean desvirgados contra su voluntad. Cuando tenga todo claro ya os diré cuánto necesito?
- ?Sabes que el dinero no será problema hijo mío, pero piénsatelo bien? ? comentó mi padre de nuevo.
- ?Muchas gracias. Ya veréis como todo sale perfectamente. Yo seguiré viéndoos todos o casi todos los fines de semana. Como os digo, necesitaré poco; tened en cuenta que no necesito más inversión que la del camión, ya que no necesitaré un hogar donde dormir. Mi hogar será el camión.? ? entonces volvió a interrumpirme mi madre.
- ?¡¡¡ Ay mi hijo durmiendo todos los días en un camión!!!! Pobrecillo, piénsalo bien, de verdad.
- ?Lo haré familia, lo haré. Tengo en cuenta todo lo que me comentáis y, madre, los camiones de hoy son más confortables que cualquiera de las camas. Deja de preocuparte. Así que, ¿Podemos seguir con la cena? Es que está estupenda y se nos está enfriando a todos. Y mira Miguel y Santi las carillas de preocupación que hacen. ¡Hermanos, que hoy es un día de celebración, creedme!!! Vamos a seguir cenando?.
Corría el verano de 2004 cuando finalizó la carrera y, desde entonces hasta el verano siguiente, anduvo probando suerte por los más variados astilleros y armadores de naves de todo el continente. Su ambición era enorme, pero no tenía suerte; eran demasiados pretendientes para tan pocas plazas. Un año entero anduvo de acá para allá subvencionado por el escaso poder adquisitivo de su proletaria familia, que la formaban sus padres y dos hermanos menores que él. Ya en el verano de 2005 decidió enviarlo todo al carajo.
De poco o nada había servido tanto esfuerzo y dedicación, ahora era uno más que pasaba a formar parte de esa larga cola que se agolpaba cada mañana en el INEM, en busca de la caridad de algún empresario que le contratara para pulsar periódicamente el botón de alguna máquina desalmada (esa que él sabría construir con los ojos vendados) o bien algún otro que le permitiera servir tras la barra de un bar cochambroso. Así estuvo durante 3 o 4 meses más que, poco a poco, fueron mermando su paciencia y hasta su inquebrantable optimismo. Le pasaron muchas cosas por la cabeza: dedicarse a escribir poesía profesionalmente, algo que siempre había sido un hobby para él, pero que no da de comer hoy en día a no ser que seas un trepas y detestes tu profesión; aceptar cualquiera de esos trabajos que las ETT?s gentilmente le ofrecían, para lo que has de quererte muy muy poco; montar su propio negocio de venta al público, es decir, una tienda (a no ser que vendas drogas), pero tampoco era una buena idea, ya que actualmente la gente va a las grandes superficies donde puede comprar de todo en un mismo establecimiento. La decisión era muy complicada, pero el quería tirar palante y no deber nada a nadie, quería valerse por si mismo y poder seguir sintiéndose orgulloso de su persona. No aceptaba caridades de conocidos ni trabajos muy por debajo de sus posibilidades, de no ser que él fuera su propio jefe.
Pasaron dos semanas sin luna cuando por fin vio la luz. No estaba muy convencido, pero por aquel entonces era la opción que más le atraía. Iba a comprarse un camión y a viajar de aquí para allá sin descanso. Quería ser autónomo, por supuesto. Su dignidad le prohibía ser un subordinado más en cualquier empresa de transporte de mala muerte. De esa manera y organizándose bien, podría recuperar todo ese tiempo que en su día malamente invirtió, viajando, visitando ciudades, en fin, viviendo la vida.
La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. En aquel mediodía lluvioso de aquel 20 de Noviembre, se armó de coraje y, a la hora de la comida, comunicó a sus familiares la notícia.
- ?Tengo algo que contaros familia?, en ese momento hice una breve pausa para mirar el rostro de mis padres y hermanos, mientras pensaba para mi mismo: ?espero no decepcionaros?. Pasaban los segundos y seguía dándole vueltas con la cuchara a aquel plato de sopa que tenía delante.
- ?Tú dirás hijo mío, pero dilo ya, que me está entrando el nervio y creo que a tu madre también?- comentó el padre con su voz grave pero al tiempo sosegada y confortable.
- ?Si eso hijo, cuéntanos. ¿Qué sucede?? - mi madre ya andaba seriamente preocupada, cariacontecida.
- ?Pues bien, que resulta que tras tanto intento en vano por encontrar un trabajo a la medida de mis posibilidades he decidido montarme mi propio negocio?
- ?Hijo, me habías asustado. Eso es una buena noticia? ? exclamó su madre ? ?¿Y de qué se trata? ¿Qué habías pensado? Cuéntanos?.?
- ?Pues bien, a ver cómo os lo explico. He decidido que en vistas a la situación contractual que sufrimos los españoles que tenemos una carrera y concluyendo que todos estos años han sido en balde, he decidido comprarme un camión. Se que os parecerá una locura, pero yo quiero recuperar mi tiempo, valerme por mi mismo, viajar, trabajar y divertirme a la vez, conocer mundo y gentes. En fin, todo lo que no he estado haciendo durante estos años.? ? Sentí una liberación interior que no había experimentado jamás, ni cuando concluía el período de exámenes en mis tiempos universitarios.
Hubo un silencio prolongado. Mis hermanos no se atrevían a mencionar palabra alguna y miraban con la cabeza gacha. Era como aquel silencio que precedió al levantamiento del 2 de Mayo, donde todos sabían que en cualquier momento ese silencio iba a quedar interrumpido. Por fin, mi padre tomó la palabra:
- ?¿Pero cómo vas a hacer eso? Mira que ya tienes una edad como para ir diciendo estas sandeces. ¿Cómo vas a renunciar a todo lo que te has ganado tan a pulso tras tantos años de esfuerzos? ? en ese momento mi madre, como buena madre, intentó lanzarme un salvavidas de oxígeno con sus palabras:
- ?Hijo mío, es normal que te sientas decepcionado. Esto que os pasa a los universitarios es algo normal hoy en día y, lo se, es sumamente injusto, pero no puedes renunciar de esa manera. Has de aguantar y seguir trabajando en lo que por el momento se te ofrezca y seguir mientras tanto peleando por lo que tanto has buscado ? La voz de mi madre sonó como a recién sacada de un lavado con extra de suavizante. Pocas veces antes la había escuchado trinar de semejante modo.
- ? A ver, padres. Yo comprendo que os preocupéis por mí, por mi bienestar, por lo que me conviene o no, pero creedme en lo que os digo. Lo he pensado bien y es lo mejor. Creo que es la mejor manera de salir de esta situación y la que más me conviene, ya que me hará más feliz. Bien mirado, es lo que más importa y lo había olvidado por completo. No voy a ser ni mejor ni peor tomando esta decisión. Simplemente voy a ser yo, por fin. El Estado, este país, este sistema me ha dado la espalda y ahora se la doy yo a Él. No me importa el qué vendrá, pues me va a encontrar a buen seguro esgrimiendo una perpetua sonrisa. No voy a dejar lugar a los y si hubiera, voy a tener mi camino, mis querencias, como la brújula tiene al norte, entre ceja y ceja.? ? Realmente quedé sorprendido de mi propia reacción. Jamás lo habría esperado de alguien como yo. Nunca me habían resonado tanto los huevos, como auténticas campanas. Creo que la voz de aquel desgraciado hombre del bar se apoderó de mí en ese momento. Ahora sabía que aquella lección que me dio fue magistral.
- ?Hijo mío, ¿Tú sabes lo que estás diciendo? ¿Crees que la vida de un camionero autónomo es mucho mejor que la que en estos momentos la vida te ofrece? Estás muy equivocado. El trabajo de camionero es muy esclavo, justo lo contrario de lo que vienes pregonando. Si esa es tu decisión todos nosotros te la respetaremos como si fuera nuestra propia, somos una familia y todos somos uno. Si uno está mal estamos todos jodidos.? ? Afirmó mi padre en unas palabras que jamás hubiera imaginado escuchar. Al fin y al cabo estaba siendo justo conmigo mismo en esta mi decisión.
- ?Pues claro que sí hijo. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo, pero piénsatelo bien, ¿De acuerdo? ¿Nos lo prometes? Mira que tu madre es muy sufridora y vas a pasar mucho tiempo solo, en las carreteras. Si necesitas dinero para la inversión sabes que puedes contar con nosotros. ? Prosiguió mi madre con un gesto más de su ternura.
- ?De verdad, gracias. Gracias por hacerme las cosas mucho más fáciles de lo que serían sin vuestra aprobación y consentimiento. No creo que necesite demasiado dinero para esta inversión. Ya tengo ahorrado una buena cantidad de dinero que, aunque es insuficiente, siempre puede incrementar pidiendo uno de esos préstamos. Mañana mismo pasaré por unos cuantos bancos a ver lo qué me ofrecen. Seguro que regresaré indignado, pero bueno, es necesario, aunque mis principios se vean desvirgados contra su voluntad. Cuando tenga todo claro ya os diré cuánto necesito?
- ?Sabes que el dinero no será problema hijo mío, pero piénsatelo bien? ? comentó mi padre de nuevo.
- ?Muchas gracias. Ya veréis como todo sale perfectamente. Yo seguiré viéndoos todos o casi todos los fines de semana. Como os digo, necesitaré poco; tened en cuenta que no necesito más inversión que la del camión, ya que no necesitaré un hogar donde dormir. Mi hogar será el camión.? ? entonces volvió a interrumpirme mi madre.
- ?¡¡¡ Ay mi hijo durmiendo todos los días en un camión!!!! Pobrecillo, piénsalo bien, de verdad.
- ?Lo haré familia, lo haré. Tengo en cuenta todo lo que me comentáis y, madre, los camiones de hoy son más confortables que cualquiera de las camas. Deja de preocuparte. Así que, ¿Podemos seguir con la cena? Es que está estupenda y se nos está enfriando a todos. Y mira Miguel y Santi las carillas de preocupación que hacen. ¡Hermanos, que hoy es un día de celebración, creedme!!! Vamos a seguir cenando?.
El notas era uno más de esos españoles que acabaron desencantados por el panorama contractual a la hora de buscar un trabajo. Estudió Ingeniería aeronáutica en Barcelona, donde cursó durante 6 intensos y aciagos años. Apenas vio más luz que la del flexo que se sostenía sobre su inmenso escritorio, lo que desembocó en una creciente fotofobia. Los servos, sistemas motores, máquinas térmicas y estudios estructurales, le hicieron perderse esos infinitos y mágicos reductos que Barcelona le reservaba. No conocía ni La Pedrera ni la casa Betlló, ni plaza Catalunya, tampoco las ramblas o el Parque Güell. Era un completo ignorante atiborrado de libros.
Corría el verano de 2004 cuando finalizó la carrera y, desde entonces hasta el verano siguiente, anduvo probando suerte por los más variados astilleros y armadores de naves de todo el continente. Su ambición era enorme, pero no tenía suerte; eran demasiados pretendientes para tan pocas plazas. Un año entero anduvo de acá para allá subvencionado por el escaso poder adquisitivo de su proletaria familia, que la formaban sus padres y dos hermanos menores que él. Ya en el verano de 2005 decidió enviarlo todo al carajo.
De poco o nada había servido tanto esfuerzo y dedicación, ahora era uno más que pasaba a formar parte de esa larga cola que se agolpaba cada mañana en el INEM, en busca de la caridad de algún empresario que le contratara para pulsar periódicamente el botón de alguna máquina desalmada (esa que él sabría construir con los ojos vendados) o bien algún otro que le permitiera servir tras la barra de un bar cochambroso. Así estuvo durante 3 o 4 meses más que, poco a poco, fueron mermando su paciencia y hasta su inquebrantable optimismo. Le pasaron muchas cosas por la cabeza: dedicarse a escribir poesía profesionalmente, algo que siempre había sido un hobby para él, pero que no da de comer hoy en día a no ser que seas un trepas y detestes tu profesión; aceptar cualquiera de esos trabajos que las ETT?s gentilmente le ofrecían, para lo que has de quererte muy muy poco; montar su propio negocio de venta al público, es decir, una tienda (a no ser que vendas drogas), pero tampoco era una buena idea, ya que actualmente la gente va a las grandes superficies donde puede comprar de todo en un mismo establecimiento. La decisión era muy complicada, pero el quería tirar palante y no deber nada a nadie, quería valerse por si mismo y poder seguir sintiéndose orgulloso de su persona. No aceptaba caridades de conocidos ni trabajos muy por debajo de sus posibilidades, de no ser que él fuera su propio jefe.
Pasaron dos semanas sin luna cuando por fin vio la luz. No estaba muy convencido, pero por aquel entonces era la opción que más le atraía. Iba a comprarse un camión y a viajar de aquí para allá sin descanso. Quería ser autónomo, por supuesto. Su dignidad le prohibía ser un subordinado más en cualquier empresa de transporte de mala muerte. De esa manera y organizándose bien, podría recuperar todo ese tiempo que en su día malamente invirtió, viajando, visitando ciudades, en fin, viviendo la vida.
La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. En aquel mediodía lluvioso de aquel 20 de Noviembre, se armó de coraje y, a la hora de la comida, comunicó a sus familiares la notícia.
- ?Tengo algo que contaros familia?, en ese momento hice una breve pausa para mirar el rostro de mis padres y hermanos, mientras pensaba para mi mismo: ?espero no decepcionaros?. Pasaban los segundos y seguía dándole vueltas con la cuchara a aquel plato de sopa que tenía delante.
- ?Tú dirás hijo mío, pero dilo ya, que me está entrando el nervio y creo que a tu madre también?- comentó el padre con su voz grave pero al tiempo sosegada y confortable.
- ?Si eso hijo, cuéntanos. ¿Qué sucede?? - mi madre ya andaba seriamente preocupada, cariacontecida.
- ?Pues bien, que resulta que tras tanto intento en vano por encontrar un trabajo a la medida de mis posibilidades he decidido montarme mi propio negocio?
- ?Hijo, me habías asustado. Eso es una buena noticia? ? exclamó su madre ? ?¿Y de qué se trata? ¿Qué habías pensado? Cuéntanos?.?
- ?Pues bien, a ver cómo os lo explico. He decidido que en vistas a la situación contractual que sufrimos los españoles que tenemos una carrera y concluyendo que todos estos años han sido en balde, he decidido comprarme un camión. Se que os parecerá una locura, pero yo quiero recuperar mi tiempo, valerme por mi mismo, viajar, trabajar y divertirme a la vez, conocer mundo y gentes. En fin, todo lo que no he estado haciendo durante estos años.? ? Sentí una liberación interior que no había experimentado jamás, ni cuando concluía el período de exámenes en mis tiempos universitarios.
Hubo un silencio prolongado. Mis hermanos no se atrevían a mencionar palabra alguna y miraban con la cabeza gacha. Era como aquel silencio que precedió al levantamiento del 2 de Mayo, donde todos sabían que en cualquier momento ese silencio iba a quedar interrumpido. Por fin, mi padre tomó la palabra:
- ?¿Pero cómo vas a hacer eso? Mira que ya tienes una edad como para ir diciendo estas sandeces. ¿Cómo vas a renunciar a todo lo que te has ganado tan a pulso tras tantos años de esfuerzos? ? en ese momento mi madre, como buena madre, intentó lanzarme un salvavidas de oxígeno con sus palabras:
- ?Hijo mío, es normal que te sientas decepcionado. Esto que os pasa a los universitarios es algo normal hoy en día y, lo se, es sumamente injusto, pero no puedes renunciar de esa manera. Has de aguantar y seguir trabajando en lo que por el momento se te ofrezca y seguir mientras tanto peleando por lo que tanto has buscado ? La voz de mi madre sonó como a recién sacada de un lavado con extra de suavizante. Pocas veces antes la había escuchado trinar de semejante modo.
- ? A ver, padres. Yo comprendo que os preocupéis por mí, por mi bienestar, por lo que me conviene o no, pero creedme en lo que os digo. Lo he pensado bien y es lo mejor. Creo que es la mejor manera de salir de esta situación y la que más me conviene, ya que me hará más feliz. Bien mirado, es lo que más importa y lo había olvidado por completo. No voy a ser ni mejor ni peor tomando esta decisión. Simplemente voy a ser yo, por fin. El Estado, este país, este sistema me ha dado la espalda y ahora se la doy yo a Él. No me importa el qué vendrá, pues me va a encontrar a buen seguro esgrimiendo una perpetua sonrisa. No voy a dejar lugar a los y si hubiera, voy a tener mi camino, mis querencias, como la brújula tiene al norte, entre ceja y ceja.? ? Realmente quedé sorprendido de mi propia reacción. Jamás lo habría esperado de alguien como yo. Nunca me habían resonado tanto los huevos, como auténticas campanas. Creo que la voz de aquel desgraciado hombre del bar se apoderó de mí en ese momento. Ahora sabía que aquella lección que me dio fue magistral.
- ?Hijo mío, ¿Tú sabes lo que estás diciendo? ¿Crees que la vida de un camionero autónomo es mucho mejor que la que en estos momentos la vida te ofrece? Estás muy equivocado. El trabajo de camionero es muy esclavo, justo lo contrario de lo que vienes pregonando. Si esa es tu decisión todos nosotros te la respetaremos como si fuera nuestra propia, somos una familia y todos somos uno. Si uno está mal estamos todos jodidos.? ? Afirmó mi padre en unas palabras que jamás hubiera imaginado escuchar. Al fin y al cabo estaba siendo justo conmigo mismo en esta mi decisión.
- ?Pues claro que sí hijo. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo, pero piénsatelo bien, ¿De acuerdo? ¿Nos lo prometes? Mira que tu madre es muy sufridora y vas a pasar mucho tiempo solo, en las carreteras. Si necesitas dinero para la inversión sabes que puedes contar con nosotros. ? Prosiguió mi madre con un gesto más de su ternura.
- ?De verdad, gracias. Gracias por hacerme las cosas mucho más fáciles de lo que serían sin vuestra aprobación y consentimiento. No creo que necesite demasiado dinero para esta inversión. Ya tengo ahorrado una buena cantidad de dinero que, aunque es insuficiente, siempre puede incrementar pidiendo uno de esos préstamos. Mañana mismo pasaré por unos cuantos bancos a ver lo qué me ofrecen. Seguro que regresaré indignado, pero bueno, es necesario, aunque mis principios se vean desvirgados contra su voluntad. Cuando tenga todo claro ya os diré cuánto necesito?
- ?Sabes que el dinero no será problema hijo mío, pero piénsatelo bien? ? comentó mi padre de nuevo.
- ?Muchas gracias. Ya veréis como todo sale perfectamente. Yo seguiré viéndoos todos o casi todos los fines de semana. Como os digo, necesitaré poco; tened en cuenta que no necesito más inversión que la del camión, ya que no necesitaré un hogar donde dormir. Mi hogar será el camión.? ? entonces volvió a interrumpirme mi madre.
- ?¡¡¡ Ay mi hijo durmiendo todos los días en un camión!!!! Pobrecillo, piénsalo bien, de verdad.
- ?Lo haré familia, lo haré. Tengo en cuenta todo lo que me comentáis y, madre, los camiones de hoy son más confortables que cualquiera de las camas. Deja de preocuparte. Así que, ¿Podemos seguir con la cena? Es que está estupenda y se nos está enfriando a todos. Y mira Miguel y Santi las carillas de preocupación que hacen. ¡Hermanos, que hoy es un día de celebración, creedme!!! Vamos a seguir cenando?.
Corría el verano de 2004 cuando finalizó la carrera y, desde entonces hasta el verano siguiente, anduvo probando suerte por los más variados astilleros y armadores de naves de todo el continente. Su ambición era enorme, pero no tenía suerte; eran demasiados pretendientes para tan pocas plazas. Un año entero anduvo de acá para allá subvencionado por el escaso poder adquisitivo de su proletaria familia, que la formaban sus padres y dos hermanos menores que él. Ya en el verano de 2005 decidió enviarlo todo al carajo.
De poco o nada había servido tanto esfuerzo y dedicación, ahora era uno más que pasaba a formar parte de esa larga cola que se agolpaba cada mañana en el INEM, en busca de la caridad de algún empresario que le contratara para pulsar periódicamente el botón de alguna máquina desalmada (esa que él sabría construir con los ojos vendados) o bien algún otro que le permitiera servir tras la barra de un bar cochambroso. Así estuvo durante 3 o 4 meses más que, poco a poco, fueron mermando su paciencia y hasta su inquebrantable optimismo. Le pasaron muchas cosas por la cabeza: dedicarse a escribir poesía profesionalmente, algo que siempre había sido un hobby para él, pero que no da de comer hoy en día a no ser que seas un trepas y detestes tu profesión; aceptar cualquiera de esos trabajos que las ETT?s gentilmente le ofrecían, para lo que has de quererte muy muy poco; montar su propio negocio de venta al público, es decir, una tienda (a no ser que vendas drogas), pero tampoco era una buena idea, ya que actualmente la gente va a las grandes superficies donde puede comprar de todo en un mismo establecimiento. La decisión era muy complicada, pero el quería tirar palante y no deber nada a nadie, quería valerse por si mismo y poder seguir sintiéndose orgulloso de su persona. No aceptaba caridades de conocidos ni trabajos muy por debajo de sus posibilidades, de no ser que él fuera su propio jefe.
Pasaron dos semanas sin luna cuando por fin vio la luz. No estaba muy convencido, pero por aquel entonces era la opción que más le atraía. Iba a comprarse un camión y a viajar de aquí para allá sin descanso. Quería ser autónomo, por supuesto. Su dignidad le prohibía ser un subordinado más en cualquier empresa de transporte de mala muerte. De esa manera y organizándose bien, podría recuperar todo ese tiempo que en su día malamente invirtió, viajando, visitando ciudades, en fin, viviendo la vida.
La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. En aquel mediodía lluvioso de aquel 20 de Noviembre, se armó de coraje y, a la hora de la comida, comunicó a sus familiares la notícia.
- ?Tengo algo que contaros familia?, en ese momento hice una breve pausa para mirar el rostro de mis padres y hermanos, mientras pensaba para mi mismo: ?espero no decepcionaros?. Pasaban los segundos y seguía dándole vueltas con la cuchara a aquel plato de sopa que tenía delante.
- ?Tú dirás hijo mío, pero dilo ya, que me está entrando el nervio y creo que a tu madre también?- comentó el padre con su voz grave pero al tiempo sosegada y confortable.
- ?Si eso hijo, cuéntanos. ¿Qué sucede?? - mi madre ya andaba seriamente preocupada, cariacontecida.
- ?Pues bien, que resulta que tras tanto intento en vano por encontrar un trabajo a la medida de mis posibilidades he decidido montarme mi propio negocio?
- ?Hijo, me habías asustado. Eso es una buena noticia? ? exclamó su madre ? ?¿Y de qué se trata? ¿Qué habías pensado? Cuéntanos?.?
- ?Pues bien, a ver cómo os lo explico. He decidido que en vistas a la situación contractual que sufrimos los españoles que tenemos una carrera y concluyendo que todos estos años han sido en balde, he decidido comprarme un camión. Se que os parecerá una locura, pero yo quiero recuperar mi tiempo, valerme por mi mismo, viajar, trabajar y divertirme a la vez, conocer mundo y gentes. En fin, todo lo que no he estado haciendo durante estos años.? ? Sentí una liberación interior que no había experimentado jamás, ni cuando concluía el período de exámenes en mis tiempos universitarios.
Hubo un silencio prolongado. Mis hermanos no se atrevían a mencionar palabra alguna y miraban con la cabeza gacha. Era como aquel silencio que precedió al levantamiento del 2 de Mayo, donde todos sabían que en cualquier momento ese silencio iba a quedar interrumpido. Por fin, mi padre tomó la palabra:
- ?¿Pero cómo vas a hacer eso? Mira que ya tienes una edad como para ir diciendo estas sandeces. ¿Cómo vas a renunciar a todo lo que te has ganado tan a pulso tras tantos años de esfuerzos? ? en ese momento mi madre, como buena madre, intentó lanzarme un salvavidas de oxígeno con sus palabras:
- ?Hijo mío, es normal que te sientas decepcionado. Esto que os pasa a los universitarios es algo normal hoy en día y, lo se, es sumamente injusto, pero no puedes renunciar de esa manera. Has de aguantar y seguir trabajando en lo que por el momento se te ofrezca y seguir mientras tanto peleando por lo que tanto has buscado ? La voz de mi madre sonó como a recién sacada de un lavado con extra de suavizante. Pocas veces antes la había escuchado trinar de semejante modo.
- ? A ver, padres. Yo comprendo que os preocupéis por mí, por mi bienestar, por lo que me conviene o no, pero creedme en lo que os digo. Lo he pensado bien y es lo mejor. Creo que es la mejor manera de salir de esta situación y la que más me conviene, ya que me hará más feliz. Bien mirado, es lo que más importa y lo había olvidado por completo. No voy a ser ni mejor ni peor tomando esta decisión. Simplemente voy a ser yo, por fin. El Estado, este país, este sistema me ha dado la espalda y ahora se la doy yo a Él. No me importa el qué vendrá, pues me va a encontrar a buen seguro esgrimiendo una perpetua sonrisa. No voy a dejar lugar a los y si hubiera, voy a tener mi camino, mis querencias, como la brújula tiene al norte, entre ceja y ceja.? ? Realmente quedé sorprendido de mi propia reacción. Jamás lo habría esperado de alguien como yo. Nunca me habían resonado tanto los huevos, como auténticas campanas. Creo que la voz de aquel desgraciado hombre del bar se apoderó de mí en ese momento. Ahora sabía que aquella lección que me dio fue magistral.
- ?Hijo mío, ¿Tú sabes lo que estás diciendo? ¿Crees que la vida de un camionero autónomo es mucho mejor que la que en estos momentos la vida te ofrece? Estás muy equivocado. El trabajo de camionero es muy esclavo, justo lo contrario de lo que vienes pregonando. Si esa es tu decisión todos nosotros te la respetaremos como si fuera nuestra propia, somos una familia y todos somos uno. Si uno está mal estamos todos jodidos.? ? Afirmó mi padre en unas palabras que jamás hubiera imaginado escuchar. Al fin y al cabo estaba siendo justo conmigo mismo en esta mi decisión.
- ?Pues claro que sí hijo. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo, pero piénsatelo bien, ¿De acuerdo? ¿Nos lo prometes? Mira que tu madre es muy sufridora y vas a pasar mucho tiempo solo, en las carreteras. Si necesitas dinero para la inversión sabes que puedes contar con nosotros. ? Prosiguió mi madre con un gesto más de su ternura.
- ?De verdad, gracias. Gracias por hacerme las cosas mucho más fáciles de lo que serían sin vuestra aprobación y consentimiento. No creo que necesite demasiado dinero para esta inversión. Ya tengo ahorrado una buena cantidad de dinero que, aunque es insuficiente, siempre puede incrementar pidiendo uno de esos préstamos. Mañana mismo pasaré por unos cuantos bancos a ver lo qué me ofrecen. Seguro que regresaré indignado, pero bueno, es necesario, aunque mis principios se vean desvirgados contra su voluntad. Cuando tenga todo claro ya os diré cuánto necesito?
- ?Sabes que el dinero no será problema hijo mío, pero piénsatelo bien? ? comentó mi padre de nuevo.
- ?Muchas gracias. Ya veréis como todo sale perfectamente. Yo seguiré viéndoos todos o casi todos los fines de semana. Como os digo, necesitaré poco; tened en cuenta que no necesito más inversión que la del camión, ya que no necesitaré un hogar donde dormir. Mi hogar será el camión.? ? entonces volvió a interrumpirme mi madre.
- ?¡¡¡ Ay mi hijo durmiendo todos los días en un camión!!!! Pobrecillo, piénsalo bien, de verdad.
- ?Lo haré familia, lo haré. Tengo en cuenta todo lo que me comentáis y, madre, los camiones de hoy son más confortables que cualquiera de las camas. Deja de preocuparte. Así que, ¿Podemos seguir con la cena? Es que está estupenda y se nos está enfriando a todos. Y mira Miguel y Santi las carillas de preocupación que hacen. ¡Hermanos, que hoy es un día de celebración, creedme!!! Vamos a seguir cenando?.
El notas era uno más de esos españoles que acabaron desencantados por el panorama contractual a la hora de buscar un trabajo. Estudió Ingeniería aeronáutica en Barcelona, donde cursó durante 6 intensos y aciagos años. Apenas vio más luz que la del flexo que se sostenía sobre su inmenso escritorio, lo que desembocó en una creciente fotofobia. Los servos, sistemas motores, máquinas térmicas y estudios estructurales, le hicieron perderse esos infinitos y mágicos reductos que Barcelona le reservaba. No conocía ni La Pedrera ni la casa Betlló, ni plaza Catalunya, tampoco las ramblas o el Parque Güell. Era un completo ignorante atiborrado de libros.
Corría el verano de 2004 cuando finalizó la carrera y, desde entonces hasta el verano siguiente, anduvo probando suerte por los más variados astilleros y armadores de naves de todo el continente. Su ambición era enorme, pero no tenía suerte; eran demasiados pretendientes para tan pocas plazas. Un año entero anduvo de acá para allá subvencionado por el escaso poder adquisitivo de su proletaria familia, que la formaban sus padres y dos hermanos menores que él. Ya en el verano de 2005 decidió enviarlo todo al carajo.
De poco o nada había servido tanto esfuerzo y dedicación, ahora era uno más que pasaba a formar parte de esa larga cola que se agolpaba cada mañana en el INEM, en busca de la caridad de algún empresario que le contratara para pulsar periódicamente el botón de alguna máquina desalmada (esa que él sabría construir con los ojos vendados) o bien algún otro que le permitiera servir tras la barra de un bar cochambroso. Así estuvo durante 3 o 4 meses más que, poco a poco, fueron mermando su paciencia y hasta su inquebrantable optimismo. Le pasaron muchas cosas por la cabeza: dedicarse a escribir poesía profesionalmente, algo que siempre había sido un hobby para él, pero que no da de comer hoy en día a no ser que seas un trepas y detestes tu profesión; aceptar cualquiera de esos trabajos que las ETT?s gentilmente le ofrecían, para lo que has de quererte muy muy poco; montar su propio negocio de venta al público, es decir, una tienda (a no ser que vendas drogas), pero tampoco era una buena idea, ya que actualmente la gente va a las grandes superficies donde puede comprar de todo en un mismo establecimiento. La decisión era muy complicada, pero el quería tirar palante y no deber nada a nadie, quería valerse por si mismo y poder seguir sintiéndose orgulloso de su persona. No aceptaba caridades de conocidos ni trabajos muy por debajo de sus posibilidades, de no ser que él fuera su propio jefe.
Pasaron dos semanas sin luna cuando por fin vio la luz. No estaba muy convencido, pero por aquel entonces era la opción que más le atraía. Iba a comprarse un camión y a viajar de aquí para allá sin descanso. Quería ser autónomo, por supuesto. Su dignidad le prohibía ser un subordinado más en cualquier empresa de transporte de mala muerte. De esa manera y organizándose bien, podría recuperar todo ese tiempo que en su día malamente invirtió, viajando, visitando ciudades, en fin, viviendo la vida.
La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. En aquel mediodía lluvioso de aquel 20 de Noviembre, se armó de coraje y, a la hora de la comida, comunicó a sus familiares la notícia.
- ?Tengo algo que contaros familia?, en ese momento hice una breve pausa para mirar el rostro de mis padres y hermanos, mientras pensaba para mi mismo: ?espero no decepcionaros?. Pasaban los segundos y seguía dándole vueltas con la cuchara a aquel plato de sopa que tenía delante.
- ?Tú dirás hijo mío, pero dilo ya, que me está entrando el nervio y creo que a tu madre también?- comentó el padre con su voz grave pero al tiempo sosegada y confortable.
- ?Si eso hijo, cuéntanos. ¿Qué sucede?? - mi madre ya andaba seriamente preocupada, cariacontecida.
- ?Pues bien, que resulta que tras tanto intento en vano por encontrar un trabajo a la medida de mis posibilidades he decidido montarme mi propio negocio?
- ?Hijo, me habías asustado. Eso es una buena noticia? ? exclamó su madre ? ?¿Y de qué se trata? ¿Qué habías pensado? Cuéntanos?.?
- ?Pues bien, a ver cómo os lo explico. He decidido que en vistas a la situación contractual que sufrimos los españoles que tenemos una carrera y concluyendo que todos estos años han sido en balde, he decidido comprarme un camión. Se que os parecerá una locura, pero yo quiero recuperar mi tiempo, valerme por mi mismo, viajar, trabajar y divertirme a la vez, conocer mundo y gentes. En fin, todo lo que no he estado haciendo durante estos años.? ? Sentí una liberación interior que no había experimentado jamás, ni cuando concluía el período de exámenes en mis tiempos universitarios.
Hubo un silencio prolongado. Mis hermanos no se atrevían a mencionar palabra alguna y miraban con la cabeza gacha. Era como aquel silencio que precedió al levantamiento del 2 de Mayo, donde todos sabían que en cualquier momento ese silencio iba a quedar interrumpido. Por fin, mi padre tomó la palabra:
- ?¿Pero cómo vas a hacer eso? Mira que ya tienes una edad como para ir diciendo estas sandeces. ¿Cómo vas a renunciar a todo lo que te has ganado tan a pulso tras tantos años de esfuerzos? ? en ese momento mi madre, como buena madre, intentó lanzarme un salvavidas de oxígeno con sus palabras:
- ?Hijo mío, es normal que te sientas decepcionado. Esto que os pasa a los universitarios es algo normal hoy en día y, lo se, es sumamente injusto, pero no puedes renunciar de esa manera. Has de aguantar y seguir trabajando en lo que por el momento se te ofrezca y seguir mientras tanto peleando por lo que tanto has buscado ? La voz de mi madre sonó como a recién sacada de un lavado con extra de suavizante. Pocas veces antes la había escuchado trinar de semejante modo.
- ? A ver, padres. Yo comprendo que os preocupéis por mí, por mi bienestar, por lo que me conviene o no, pero creedme en lo que os digo. Lo he pensado bien y es lo mejor. Creo que es la mejor manera de salir de esta situación y la que más me conviene, ya que me hará más feliz. Bien mirado, es lo que más importa y lo había olvidado por completo. No voy a ser ni mejor ni peor tomando esta decisión. Simplemente voy a ser yo, por fin. El Estado, este país, este sistema me ha dado la espalda y ahora se la doy yo a Él. No me importa el qué vendrá, pues me va a encontrar a buen seguro esgrimiendo una perpetua sonrisa. No voy a dejar lugar a los y si hubiera, voy a tener mi camino, mis querencias, como la brújula tiene al norte, entre ceja y ceja.? ? Realmente quedé sorprendido de mi propia reacción. Jamás lo habría esperado de alguien como yo. Nunca me habían resonado tanto los huevos, como auténticas campanas. Creo que la voz de aquel desgraciado hombre del bar se apoderó de mí en ese momento. Ahora sabía que aquella lección que me dio fue magistral.
- ?Hijo mío, ¿Tú sabes lo que estás diciendo? ¿Crees que la vida de un camionero autónomo es mucho mejor que la que en estos momentos la vida te ofrece? Estás muy equivocado. El trabajo de camionero es muy esclavo, justo lo contrario de lo que vienes pregonando. Si esa es tu decisión todos nosotros te la respetaremos como si fuera nuestra propia, somos una familia y todos somos uno. Si uno está mal estamos todos jodidos.? ? Afirmó mi padre en unas palabras que jamás hubiera imaginado escuchar. Al fin y al cabo estaba siendo justo conmigo mismo en esta mi decisión.
- ?Pues claro que sí hijo. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo, pero piénsatelo bien, ¿De acuerdo? ¿Nos lo prometes? Mira que tu madre es muy sufridora y vas a pasar mucho tiempo solo, en las carreteras. Si necesitas dinero para la inversión sabes que puedes contar con nosotros. ? Prosiguió mi madre con un gesto más de su ternura.
- ?De verdad, gracias. Gracias por hacerme las cosas mucho más fáciles de lo que serían sin vuestra aprobación y consentimiento. No creo que necesite demasiado dinero para esta inversión. Ya tengo ahorrado una buena cantidad de dinero que, aunque es insuficiente, siempre puede incrementar pidiendo uno de esos préstamos. Mañana mismo pasaré por unos cuantos bancos a ver lo qué me ofrecen. Seguro que regresaré indignado, pero bueno, es necesario, aunque mis principios se vean desvirgados contra su voluntad. Cuando tenga todo claro ya os diré cuánto necesito?
- ?Sabes que el dinero no será problema hijo mío, pero piénsatelo bien? ? comentó mi padre de nuevo.
- ?Muchas gracias. Ya veréis como todo sale perfectamente. Yo seguiré viéndoos todos o casi todos los fines de semana. Como os digo, necesitaré poco; tened en cuenta que no necesito más inversión que la del camión, ya que no necesitaré un hogar donde dormir. Mi hogar será el camión.? ? entonces volvió a interrumpirme mi madre.
- ?¡¡¡ Ay mi hijo durmiendo todos los días en un camión!!!! Pobrecillo, piénsalo bien, de verdad.
- ?Lo haré familia, lo haré. Tengo en cuenta todo lo que me comentáis y, madre, los camiones de hoy son más confortables que cualquiera de las camas. Deja de preocuparte. Así que, ¿Podemos seguir con la cena? Es que está estupenda y se nos está enfriando a todos. Y mira Miguel y Santi las carillas de preocupación que hacen. ¡Hermanos, que hoy es un día de celebración, creedme!!! Vamos a seguir cenando?.
Corría el verano de 2004 cuando finalizó la carrera y, desde entonces hasta el verano siguiente, anduvo probando suerte por los más variados astilleros y armadores de naves de todo el continente. Su ambición era enorme, pero no tenía suerte; eran demasiados pretendientes para tan pocas plazas. Un año entero anduvo de acá para allá subvencionado por el escaso poder adquisitivo de su proletaria familia, que la formaban sus padres y dos hermanos menores que él. Ya en el verano de 2005 decidió enviarlo todo al carajo.
De poco o nada había servido tanto esfuerzo y dedicación, ahora era uno más que pasaba a formar parte de esa larga cola que se agolpaba cada mañana en el INEM, en busca de la caridad de algún empresario que le contratara para pulsar periódicamente el botón de alguna máquina desalmada (esa que él sabría construir con los ojos vendados) o bien algún otro que le permitiera servir tras la barra de un bar cochambroso. Así estuvo durante 3 o 4 meses más que, poco a poco, fueron mermando su paciencia y hasta su inquebrantable optimismo. Le pasaron muchas cosas por la cabeza: dedicarse a escribir poesía profesionalmente, algo que siempre había sido un hobby para él, pero que no da de comer hoy en día a no ser que seas un trepas y detestes tu profesión; aceptar cualquiera de esos trabajos que las ETT?s gentilmente le ofrecían, para lo que has de quererte muy muy poco; montar su propio negocio de venta al público, es decir, una tienda (a no ser que vendas drogas), pero tampoco era una buena idea, ya que actualmente la gente va a las grandes superficies donde puede comprar de todo en un mismo establecimiento. La decisión era muy complicada, pero el quería tirar palante y no deber nada a nadie, quería valerse por si mismo y poder seguir sintiéndose orgulloso de su persona. No aceptaba caridades de conocidos ni trabajos muy por debajo de sus posibilidades, de no ser que él fuera su propio jefe.
Pasaron dos semanas sin luna cuando por fin vio la luz. No estaba muy convencido, pero por aquel entonces era la opción que más le atraía. Iba a comprarse un camión y a viajar de aquí para allá sin descanso. Quería ser autónomo, por supuesto. Su dignidad le prohibía ser un subordinado más en cualquier empresa de transporte de mala muerte. De esa manera y organizándose bien, podría recuperar todo ese tiempo que en su día malamente invirtió, viajando, visitando ciudades, en fin, viviendo la vida.
La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. En aquel mediodía lluvioso de aquel 20 de Noviembre, se armó de coraje y, a la hora de la comida, comunicó a sus familiares la notícia.
- ?Tengo algo que contaros familia?, en ese momento hice una breve pausa para mirar el rostro de mis padres y hermanos, mientras pensaba para mi mismo: ?espero no decepcionaros?. Pasaban los segundos y seguía dándole vueltas con la cuchara a aquel plato de sopa que tenía delante.
- ?Tú dirás hijo mío, pero dilo ya, que me está entrando el nervio y creo que a tu madre también?- comentó el padre con su voz grave pero al tiempo sosegada y confortable.
- ?Si eso hijo, cuéntanos. ¿Qué sucede?? - mi madre ya andaba seriamente preocupada, cariacontecida.
- ?Pues bien, que resulta que tras tanto intento en vano por encontrar un trabajo a la medida de mis posibilidades he decidido montarme mi propio negocio?
- ?Hijo, me habías asustado. Eso es una buena noticia? ? exclamó su madre ? ?¿Y de qué se trata? ¿Qué habías pensado? Cuéntanos?.?
- ?Pues bien, a ver cómo os lo explico. He decidido que en vistas a la situación contractual que sufrimos los españoles que tenemos una carrera y concluyendo que todos estos años han sido en balde, he decidido comprarme un camión. Se que os parecerá una locura, pero yo quiero recuperar mi tiempo, valerme por mi mismo, viajar, trabajar y divertirme a la vez, conocer mundo y gentes. En fin, todo lo que no he estado haciendo durante estos años.? ? Sentí una liberación interior que no había experimentado jamás, ni cuando concluía el período de exámenes en mis tiempos universitarios.
Hubo un silencio prolongado. Mis hermanos no se atrevían a mencionar palabra alguna y miraban con la cabeza gacha. Era como aquel silencio que precedió al levantamiento del 2 de Mayo, donde todos sabían que en cualquier momento ese silencio iba a quedar interrumpido. Por fin, mi padre tomó la palabra:
- ?¿Pero cómo vas a hacer eso? Mira que ya tienes una edad como para ir diciendo estas sandeces. ¿Cómo vas a renunciar a todo lo que te has ganado tan a pulso tras tantos años de esfuerzos? ? en ese momento mi madre, como buena madre, intentó lanzarme un salvavidas de oxígeno con sus palabras:
- ?Hijo mío, es normal que te sientas decepcionado. Esto que os pasa a los universitarios es algo normal hoy en día y, lo se, es sumamente injusto, pero no puedes renunciar de esa manera. Has de aguantar y seguir trabajando en lo que por el momento se te ofrezca y seguir mientras tanto peleando por lo que tanto has buscado ? La voz de mi madre sonó como a recién sacada de un lavado con extra de suavizante. Pocas veces antes la había escuchado trinar de semejante modo.
- ? A ver, padres. Yo comprendo que os preocupéis por mí, por mi bienestar, por lo que me conviene o no, pero creedme en lo que os digo. Lo he pensado bien y es lo mejor. Creo que es la mejor manera de salir de esta situación y la que más me conviene, ya que me hará más feliz. Bien mirado, es lo que más importa y lo había olvidado por completo. No voy a ser ni mejor ni peor tomando esta decisión. Simplemente voy a ser yo, por fin. El Estado, este país, este sistema me ha dado la espalda y ahora se la doy yo a Él. No me importa el qué vendrá, pues me va a encontrar a buen seguro esgrimiendo una perpetua sonrisa. No voy a dejar lugar a los y si hubiera, voy a tener mi camino, mis querencias, como la brújula tiene al norte, entre ceja y ceja.? ? Realmente quedé sorprendido de mi propia reacción. Jamás lo habría esperado de alguien como yo. Nunca me habían resonado tanto los huevos, como auténticas campanas. Creo que la voz de aquel desgraciado hombre del bar se apoderó de mí en ese momento. Ahora sabía que aquella lección que me dio fue magistral.
- ?Hijo mío, ¿Tú sabes lo que estás diciendo? ¿Crees que la vida de un camionero autónomo es mucho mejor que la que en estos momentos la vida te ofrece? Estás muy equivocado. El trabajo de camionero es muy esclavo, justo lo contrario de lo que vienes pregonando. Si esa es tu decisión todos nosotros te la respetaremos como si fuera nuestra propia, somos una familia y todos somos uno. Si uno está mal estamos todos jodidos.? ? Afirmó mi padre en unas palabras que jamás hubiera imaginado escuchar. Al fin y al cabo estaba siendo justo conmigo mismo en esta mi decisión.
- ?Pues claro que sí hijo. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo, pero piénsatelo bien, ¿De acuerdo? ¿Nos lo prometes? Mira que tu madre es muy sufridora y vas a pasar mucho tiempo solo, en las carreteras. Si necesitas dinero para la inversión sabes que puedes contar con nosotros. ? Prosiguió mi madre con un gesto más de su ternura.
- ?De verdad, gracias. Gracias por hacerme las cosas mucho más fáciles de lo que serían sin vuestra aprobación y consentimiento. No creo que necesite demasiado dinero para esta inversión. Ya tengo ahorrado una buena cantidad de dinero que, aunque es insuficiente, siempre puede incrementar pidiendo uno de esos préstamos. Mañana mismo pasaré por unos cuantos bancos a ver lo qué me ofrecen. Seguro que regresaré indignado, pero bueno, es necesario, aunque mis principios se vean desvirgados contra su voluntad. Cuando tenga todo claro ya os diré cuánto necesito?
- ?Sabes que el dinero no será problema hijo mío, pero piénsatelo bien? ? comentó mi padre de nuevo.
- ?Muchas gracias. Ya veréis como todo sale perfectamente. Yo seguiré viéndoos todos o casi todos los fines de semana. Como os digo, necesitaré poco; tened en cuenta que no necesito más inversión que la del camión, ya que no necesitaré un hogar donde dormir. Mi hogar será el camión.? ? entonces volvió a interrumpirme mi madre.
- ?¡¡¡ Ay mi hijo durmiendo todos los días en un camión!!!! Pobrecillo, piénsalo bien, de verdad.
- ?Lo haré familia, lo haré. Tengo en cuenta todo lo que me comentáis y, madre, los camiones de hoy son más confortables que cualquiera de las camas. Deja de preocuparte. Así que, ¿Podemos seguir con la cena? Es que está estupenda y se nos está enfriando a todos. Y mira Miguel y Santi las carillas de preocupación que hacen. ¡Hermanos, que hoy es un día de celebración, creedme!!! Vamos a seguir cenando?.
El notas era uno más de esos españoles que acabaron desencantados por el panorama contractual a la hora de buscar un trabajo. Estudió Ingeniería aeronáutica en Barcelona, donde cursó durante 6 intensos y aciagos años. Apenas vio más luz que la del flexo que se sostenía sobre su inmenso escritorio, lo que desembocó en una creciente fotofobia. Los servos, sistemas motores, máquinas térmicas y estudios estructurales, le hicieron perderse esos infinitos y mágicos reductos que Barcelona le reservaba. No conocía ni La Pedrera ni la casa Betlló, ni plaza Catalunya, tampoco las ramblas o el Parque Güell. Era un completo ignorante atiborrado de libros.
Corría el verano de 2004 cuando finalizó la carrera y, desde entonces hasta el verano siguiente, anduvo probando suerte por los más variados astilleros y armadores de naves de todo el continente. Su ambición era enorme, pero no tenía suerte; eran demasiados pretendientes para tan pocas plazas. Un año entero anduvo de acá para allá subvencionado por el escaso poder adquisitivo de su proletaria familia, que la formaban sus padres y dos hermanos menores que él. Ya en el verano de 2005 decidió enviarlo todo al carajo.
De poco o nada había servido tanto esfuerzo y dedicación, ahora era uno más que pasaba a formar parte de esa larga cola que se agolpaba cada mañana en el INEM, en busca de la caridad de algún empresario que le contratara para pulsar periódicamente el botón de alguna máquina desalmada (esa que él sabría construir con los ojos vendados) o bien algún otro que le permitiera servir tras la barra de un bar cochambroso. Así estuvo durante 3 o 4 meses más que, poco a poco, fueron mermando su paciencia y hasta su inquebrantable optimismo. Le pasaron muchas cosas por la cabeza: dedicarse a escribir poesía profesionalmente, algo que siempre había sido un hobby para él, pero que no da de comer hoy en día a no ser que seas un trepas y detestes tu profesión; aceptar cualquiera de esos trabajos que las ETT?s gentilmente le ofrecían, para lo que has de quererte muy muy poco; montar su propio negocio de venta al público, es decir, una tienda (a no ser que vendas drogas), pero tampoco era una buena idea, ya que actualmente la gente va a las grandes superficies donde puede comprar de todo en un mismo establecimiento. La decisión era muy complicada, pero el quería tirar palante y no deber nada a nadie, quería valerse por si mismo y poder seguir sintiéndose orgulloso de su persona. No aceptaba caridades de conocidos ni trabajos muy por debajo de sus posibilidades, de no ser que él fuera su propio jefe.
Pasaron dos semanas sin luna cuando por fin vio la luz. No estaba muy convencido, pero por aquel entonces era la opción que más le atraía. Iba a comprarse un camión y a viajar de aquí para allá sin descanso. Quería ser autónomo, por supuesto. Su dignidad le prohibía ser un subordinado más en cualquier empresa de transporte de mala muerte. De esa manera y organizándose bien, podría recuperar todo ese tiempo que en su día malamente invirtió, viajando, visitando ciudades, en fin, viviendo la vida.
La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. En aquel mediodía lluvioso de aquel 20 de Noviembre, se armó de coraje y, a la hora de la comida, comunicó a sus familiares la notícia.
- ?Tengo algo que contaros familia?, en ese momento hice una breve pausa para mirar el rostro de mis padres y hermanos, mientras pensaba para mi mismo: ?espero no decepcionaros?. Pasaban los segundos y seguía dándole vueltas con la cuchara a aquel plato de sopa que tenía delante.
- ?Tú dirás hijo mío, pero dilo ya, que me está entrando el nervio y creo que a tu madre también?- comentó el padre con su voz grave pero al tiempo sosegada y confortable.
- ?Si eso hijo, cuéntanos. ¿Qué sucede?? - mi madre ya andaba seriamente preocupada, cariacontecida.
- ?Pues bien, que resulta que tras tanto intento en vano por encontrar un trabajo a la medida de mis posibilidades he decidido montarme mi propio negocio?
- ?Hijo, me habías asustado. Eso es una buena noticia? ? exclamó su madre ? ?¿Y de qué se trata? ¿Qué habías pensado? Cuéntanos?.?
- ?Pues bien, a ver cómo os lo explico. He decidido que en vistas a la situación contractual que sufrimos los españoles que tenemos una carrera y concluyendo que todos estos años han sido en balde, he decidido comprarme un camión. Se que os parecerá una locura, pero yo quiero recuperar mi tiempo, valerme por mi mismo, viajar, trabajar y divertirme a la vez, conocer mundo y gentes. En fin, todo lo que no he estado haciendo durante estos años.? ? Sentí una liberación interior que no había experimentado jamás, ni cuando concluía el período de exámenes en mis tiempos universitarios.
Hubo un silencio prolongado. Mis hermanos no se atrevían a mencionar palabra alguna y miraban con la cabeza gacha. Era como aquel silencio que precedió al levantamiento del 2 de Mayo, donde todos sabían que en cualquier momento ese silencio iba a quedar interrumpido. Por fin, mi padre tomó la palabra:
- ?¿Pero cómo vas a hacer eso? Mira que ya tienes una edad como para ir diciendo estas sandeces. ¿Cómo vas a renunciar a todo lo que te has ganado tan a pulso tras tantos años de esfuerzos? ? en ese momento mi madre, como buena madre, intentó lanzarme un salvavidas de oxígeno con sus palabras:
- ?Hijo mío, es normal que te sientas decepcionado. Esto que os pasa a los universitarios es algo normal hoy en día y, lo se, es sumamente injusto, pero no puedes renunciar de esa manera. Has de aguantar y seguir trabajando en lo que por el momento se te ofrezca y seguir mientras tanto peleando por lo que tanto has buscado ? La voz de mi madre sonó como a recién sacada de un lavado con extra de suavizante. Pocas veces antes la había escuchado trinar de semejante modo.
- ? A ver, padres. Yo comprendo que os preocupéis por mí, por mi bienestar, por lo que me conviene o no, pero creedme en lo que os digo. Lo he pensado bien y es lo mejor. Creo que es la mejor manera de salir de esta situación y la que más me conviene, ya que me hará más feliz. Bien mirado, es lo que más importa y lo había olvidado por completo. No voy a ser ni mejor ni peor tomando esta decisión. Simplemente voy a ser yo, por fin. El Estado, este país, este sistema me ha dado la espalda y ahora se la doy yo a Él. No me importa el qué vendrá, pues me va a encontrar a buen seguro esgrimiendo una perpetua sonrisa. No voy a dejar lugar a los y si hubiera, voy a tener mi camino, mis querencias, como la brújula tiene al norte, entre ceja y ceja.? ? Realmente quedé sorprendido de mi propia reacción. Jamás lo habría esperado de alguien como yo. Nunca me habían resonado tanto los huevos, como auténticas campanas. Creo que la voz de aquel desgraciado hombre del bar se apoderó de mí en ese momento. Ahora sabía que aquella lección que me dio fue magistral.
- ?Hijo mío, ¿Tú sabes lo que estás diciendo? ¿Crees que la vida de un camionero autónomo es mucho mejor que la que en estos momentos la vida te ofrece? Estás muy equivocado. El trabajo de camionero es muy esclavo, justo lo contrario de lo que vienes pregonando. Si esa es tu decisión todos nosotros te la respetaremos como si fuera nuestra propia, somos una familia y todos somos uno. Si uno está mal estamos todos jodidos.? ? Afirmó mi padre en unas palabras que jamás hubiera imaginado escuchar. Al fin y al cabo estaba siendo justo conmigo mismo en esta mi decisión.
- ?Pues claro que sí hijo. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo, pero piénsatelo bien, ¿De acuerdo? ¿Nos lo prometes? Mira que tu madre es muy sufridora y vas a pasar mucho tiempo solo, en las carreteras. Si necesitas dinero para la inversión sabes que puedes contar con nosotros. ? Prosiguió mi madre con un gesto más de su ternura.
- ?De verdad, gracias. Gracias por hacerme las cosas mucho más fáciles de lo que serían sin vuestra aprobación y consentimiento. No creo que necesite demasiado dinero para esta inversión. Ya tengo ahorrado una buena cantidad de dinero que, aunque es insuficiente, siempre puede incrementar pidiendo uno de esos préstamos. Mañana mismo pasaré por unos cuantos bancos a ver lo qué me ofrecen. Seguro que regresaré indignado, pero bueno, es necesario, aunque mis principios se vean desvirgados contra su voluntad. Cuando tenga todo claro ya os diré cuánto necesito?
- ?Sabes que el dinero no será problema hijo mío, pero piénsatelo bien? ? comentó mi padre de nuevo.
- ?Muchas gracias. Ya veréis como todo sale perfectamente. Yo seguiré viéndoos todos o casi todos los fines de semana. Como os digo, necesitaré poco; tened en cuenta que no necesito más inversión que la del camión, ya que no necesitaré un hogar donde dormir. Mi hogar será el camión.? ? entonces volvió a interrumpirme mi madre.
- ?¡¡¡ Ay mi hijo durmiendo todos los días en un camión!!!! Pobrecillo, piénsalo bien, de verdad.
- ?Lo haré familia, lo haré. Tengo en cuenta todo lo que me comentáis y, madre, los camiones de hoy son más confortables que cualquiera de las camas. Deja de preocuparte. Así que, ¿Podemos seguir con la cena? Es que está estupenda y se nos está enfriando a todos. Y mira Miguel y Santi las carillas de preocupación que hacen. ¡Hermanos, que hoy es un día de celebración, creedme!!! Vamos a seguir cenando?.
Corría el verano de 2004 cuando finalizó la carrera y, desde entonces hasta el verano siguiente, anduvo probando suerte por los más variados astilleros y armadores de naves de todo el continente. Su ambición era enorme, pero no tenía suerte; eran demasiados pretendientes para tan pocas plazas. Un año entero anduvo de acá para allá subvencionado por el escaso poder adquisitivo de su proletaria familia, que la formaban sus padres y dos hermanos menores que él. Ya en el verano de 2005 decidió enviarlo todo al carajo.
De poco o nada había servido tanto esfuerzo y dedicación, ahora era uno más que pasaba a formar parte de esa larga cola que se agolpaba cada mañana en el INEM, en busca de la caridad de algún empresario que le contratara para pulsar periódicamente el botón de alguna máquina desalmada (esa que él sabría construir con los ojos vendados) o bien algún otro que le permitiera servir tras la barra de un bar cochambroso. Así estuvo durante 3 o 4 meses más que, poco a poco, fueron mermando su paciencia y hasta su inquebrantable optimismo. Le pasaron muchas cosas por la cabeza: dedicarse a escribir poesía profesionalmente, algo que siempre había sido un hobby para él, pero que no da de comer hoy en día a no ser que seas un trepas y detestes tu profesión; aceptar cualquiera de esos trabajos que las ETT?s gentilmente le ofrecían, para lo que has de quererte muy muy poco; montar su propio negocio de venta al público, es decir, una tienda (a no ser que vendas drogas), pero tampoco era una buena idea, ya que actualmente la gente va a las grandes superficies donde puede comprar de todo en un mismo establecimiento. La decisión era muy complicada, pero el quería tirar palante y no deber nada a nadie, quería valerse por si mismo y poder seguir sintiéndose orgulloso de su persona. No aceptaba caridades de conocidos ni trabajos muy por debajo de sus posibilidades, de no ser que él fuera su propio jefe.
Pasaron dos semanas sin luna cuando por fin vio la luz. No estaba muy convencido, pero por aquel entonces era la opción que más le atraía. Iba a comprarse un camión y a viajar de aquí para allá sin descanso. Quería ser autónomo, por supuesto. Su dignidad le prohibía ser un subordinado más en cualquier empresa de transporte de mala muerte. De esa manera y organizándose bien, podría recuperar todo ese tiempo que en su día malamente invirtió, viajando, visitando ciudades, en fin, viviendo la vida.
La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. En aquel mediodía lluvioso de aquel 20 de Noviembre, se armó de coraje y, a la hora de la comida, comunicó a sus familiares la notícia.
- ?Tengo algo que contaros familia?, en ese momento hice una breve pausa para mirar el rostro de mis padres y hermanos, mientras pensaba para mi mismo: ?espero no decepcionaros?. Pasaban los segundos y seguía dándole vueltas con la cuchara a aquel plato de sopa que tenía delante.
- ?Tú dirás hijo mío, pero dilo ya, que me está entrando el nervio y creo que a tu madre también?- comentó el padre con su voz grave pero al tiempo sosegada y confortable.
- ?Si eso hijo, cuéntanos. ¿Qué sucede?? - mi madre ya andaba seriamente preocupada, cariacontecida.
- ?Pues bien, que resulta que tras tanto intento en vano por encontrar un trabajo a la medida de mis posibilidades he decidido montarme mi propio negocio?
- ?Hijo, me habías asustado. Eso es una buena noticia? ? exclamó su madre ? ?¿Y de qué se trata? ¿Qué habías pensado? Cuéntanos?.?
- ?Pues bien, a ver cómo os lo explico. He decidido que en vistas a la situación contractual que sufrimos los españoles que tenemos una carrera y concluyendo que todos estos años han sido en balde, he decidido comprarme un camión. Se que os parecerá una locura, pero yo quiero recuperar mi tiempo, valerme por mi mismo, viajar, trabajar y divertirme a la vez, conocer mundo y gentes. En fin, todo lo que no he estado haciendo durante estos años.? ? Sentí una liberación interior que no había experimentado jamás, ni cuando concluía el período de exámenes en mis tiempos universitarios.
Hubo un silencio prolongado. Mis hermanos no se atrevían a mencionar palabra alguna y miraban con la cabeza gacha. Era como aquel silencio que precedió al levantamiento del 2 de Mayo, donde todos sabían que en cualquier momento ese silencio iba a quedar interrumpido. Por fin, mi padre tomó la palabra:
- ?¿Pero cómo vas a hacer eso? Mira que ya tienes una edad como para ir diciendo estas sandeces. ¿Cómo vas a renunciar a todo lo que te has ganado tan a pulso tras tantos años de esfuerzos? ? en ese momento mi madre, como buena madre, intentó lanzarme un salvavidas de oxígeno con sus palabras:
- ?Hijo mío, es normal que te sientas decepcionado. Esto que os pasa a los universitarios es algo normal hoy en día y, lo se, es sumamente injusto, pero no puedes renunciar de esa manera. Has de aguantar y seguir trabajando en lo que por el momento se te ofrezca y seguir mientras tanto peleando por lo que tanto has buscado ? La voz de mi madre sonó como a recién sacada de un lavado con extra de suavizante. Pocas veces antes la había escuchado trinar de semejante modo.
- ? A ver, padres. Yo comprendo que os preocupéis por mí, por mi bienestar, por lo que me conviene o no, pero creedme en lo que os digo. Lo he pensado bien y es lo mejor. Creo que es la mejor manera de salir de esta situación y la que más me conviene, ya que me hará más feliz. Bien mirado, es lo que más importa y lo había olvidado por completo. No voy a ser ni mejor ni peor tomando esta decisión. Simplemente voy a ser yo, por fin. El Estado, este país, este sistema me ha dado la espalda y ahora se la doy yo a Él. No me importa el qué vendrá, pues me va a encontrar a buen seguro esgrimiendo una perpetua sonrisa. No voy a dejar lugar a los y si hubiera, voy a tener mi camino, mis querencias, como la brújula tiene al norte, entre ceja y ceja.? ? Realmente quedé sorprendido de mi propia reacción. Jamás lo habría esperado de alguien como yo. Nunca me habían resonado tanto los huevos, como auténticas campanas. Creo que la voz de aquel desgraciado hombre del bar se apoderó de mí en ese momento. Ahora sabía que aquella lección que me dio fue magistral.
- ?Hijo mío, ¿Tú sabes lo que estás diciendo? ¿Crees que la vida de un camionero autónomo es mucho mejor que la que en estos momentos la vida te ofrece? Estás muy equivocado. El trabajo de camionero es muy esclavo, justo lo contrario de lo que vienes pregonando. Si esa es tu decisión todos nosotros te la respetaremos como si fuera nuestra propia, somos una familia y todos somos uno. Si uno está mal estamos todos jodidos.? ? Afirmó mi padre en unas palabras que jamás hubiera imaginado escuchar. Al fin y al cabo estaba siendo justo conmigo mismo en esta mi decisión.
- ?Pues claro que sí hijo. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo, pero piénsatelo bien, ¿De acuerdo? ¿Nos lo prometes? Mira que tu madre es muy sufridora y vas a pasar mucho tiempo solo, en las carreteras. Si necesitas dinero para la inversión sabes que puedes contar con nosotros. ? Prosiguió mi madre con un gesto más de su ternura.
- ?De verdad, gracias. Gracias por hacerme las cosas mucho más fáciles de lo que serían sin vuestra aprobación y consentimiento. No creo que necesite demasiado dinero para esta inversión. Ya tengo ahorrado una buena cantidad de dinero que, aunque es insuficiente, siempre puede incrementar pidiendo uno de esos préstamos. Mañana mismo pasaré por unos cuantos bancos a ver lo qué me ofrecen. Seguro que regresaré indignado, pero bueno, es necesario, aunque mis principios se vean desvirgados contra su voluntad. Cuando tenga todo claro ya os diré cuánto necesito?
- ?Sabes que el dinero no será problema hijo mío, pero piénsatelo bien? ? comentó mi padre de nuevo.
- ?Muchas gracias. Ya veréis como todo sale perfectamente. Yo seguiré viéndoos todos o casi todos los fines de semana. Como os digo, necesitaré poco; tened en cuenta que no necesito más inversión que la del camión, ya que no necesitaré un hogar donde dormir. Mi hogar será el camión.? ? entonces volvió a interrumpirme mi madre.
- ?¡¡¡ Ay mi hijo durmiendo todos los días en un camión!!!! Pobrecillo, piénsalo bien, de verdad.
- ?Lo haré familia, lo haré. Tengo en cuenta todo lo que me comentáis y, madre, los camiones de hoy son más confortables que cualquiera de las camas. Deja de preocuparte. Así que, ¿Podemos seguir con la cena? Es que está estupenda y se nos está enfriando a todos. Y mira Miguel y Santi las carillas de preocupación que hacen. ¡Hermanos, que hoy es un día de celebración, creedme!!! Vamos a seguir cenando?.
El notas era uno más de esos españoles que acabaron desencantados por el panorama contractual a la hora de buscar un trabajo. Estudió Ingeniería aeronáutica en Barcelona, donde cursó durante 6 intensos y aciagos años. Apenas vio más luz que la del flexo que se sostenía sobre su inmenso escritorio, lo que desembocó en una creciente fotofobia. Los servos, sistemas motores, máquinas térmicas y estudios estructurales, le hicieron perderse esos infinitos y mágicos reductos que Barcelona le reservaba. No conocía ni La Pedrera ni la casa Betlló, ni plaza Catalunya, tampoco las ramblas o el Parque Güell. Era un completo ignorante atiborrado de libros.
Corría el verano de 2004 cuando finalizó la carrera y, desde entonces hasta el verano siguiente, anduvo probando suerte por los más variados astilleros y armadores de naves de todo el continente. Su ambición era enorme, pero no tenía suerte; eran demasiados pretendientes para tan pocas plazas. Un año entero anduvo de acá para allá subvencionado por el escaso poder adquisitivo de su proletaria familia, que la formaban sus padres y dos hermanos menores que él. Ya en el verano de 2005 decidió enviarlo todo al carajo.
De poco o nada había servido tanto esfuerzo y dedicación, ahora era uno más que pasaba a formar parte de esa larga cola que se agolpaba cada mañana en el INEM, en busca de la caridad de algún empresario que le contratara para pulsar periódicamente el botón de alguna máquina desalmada (esa que él sabría construir con los ojos vendados) o bien algún otro que le permitiera servir tras la barra de un bar cochambroso. Así estuvo durante 3 o 4 meses más que, poco a poco, fueron mermando su paciencia y hasta su inquebrantable optimismo. Le pasaron muchas cosas por la cabeza: dedicarse a escribir poesía profesionalmente, algo que siempre había sido un hobby para él, pero que no da de comer hoy en día a no ser que seas un trepas y detestes tu profesión; aceptar cualquiera de esos trabajos que las ETT?s gentilmente le ofrecían, para lo que has de quererte muy muy poco; montar su propio negocio de venta al público, es decir, una tienda (a no ser que vendas drogas), pero tampoco era una buena idea, ya que actualmente la gente va a las grandes superficies donde puede comprar de todo en un mismo establecimiento. La decisión era muy complicada, pero el quería tirar palante y no deber nada a nadie, quería valerse por si mismo y poder seguir sintiéndose orgulloso de su persona. No aceptaba caridades de conocidos ni trabajos muy por debajo de sus posibilidades, de no ser que él fuera su propio jefe.
Pasaron dos semanas sin luna cuando por fin vio la luz. No estaba muy convencido, pero por aquel entonces era la opción que más le atraía. Iba a comprarse un camión y a viajar de aquí para allá sin descanso. Quería ser autónomo, por supuesto. Su dignidad le prohibía ser un subordinado más en cualquier empresa de transporte de mala muerte. De esa manera y organizándose bien, podría recuperar todo ese tiempo que en su día malamente invirtió, viajando, visitando ciudades, en fin, viviendo la vida.
La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. En aquel mediodía lluvioso de aquel 20 de Noviembre, se armó de coraje y, a la hora de la comida, comunicó a sus familiares la notícia.
- ?Tengo algo que contaros familia?, en ese momento hice una breve pausa para mirar el rostro de mis padres y hermanos, mientras pensaba para mi mismo: ?espero no decepcionaros?. Pasaban los segundos y seguía dándole vueltas con la cuchara a aquel plato de sopa que tenía delante.
- ?Tú dirás hijo mío, pero dilo ya, que me está entrando el nervio y creo que a tu madre también?- comentó el padre con su voz grave pero al tiempo sosegada y confortable.
- ?Si eso hijo, cuéntanos. ¿Qué sucede?? - mi madre ya andaba seriamente preocupada, cariacontecida.
- ?Pues bien, que resulta que tras tanto intento en vano por encontrar un trabajo a la medida de mis posibilidades he decidido montarme mi propio negocio?
- ?Hijo, me habías asustado. Eso es una buena noticia? ? exclamó su madre ? ?¿Y de qué se trata? ¿Qué habías pensado? Cuéntanos?.?
- ?Pues bien, a ver cómo os lo explico. He decidido que en vistas a la situación contractual que sufrimos los españoles que tenemos una carrera y concluyendo que todos estos años han sido en balde, he decidido comprarme un camión. Se que os parecerá una locura, pero yo quiero recuperar mi tiempo, valerme por mi mismo, viajar, trabajar y divertirme a la vez, conocer mundo y gentes. En fin, todo lo que no he estado haciendo durante estos años.? ? Sentí una liberación interior que no había experimentado jamás, ni cuando concluía el período de exámenes en mis tiempos universitarios.
Hubo un silencio prolongado. Mis hermanos no se atrevían a mencionar palabra alguna y miraban con la cabeza gacha. Era como aquel silencio que precedió al levantamiento del 2 de Mayo, donde todos sabían que en cualquier momento ese silencio iba a quedar interrumpido. Por fin, mi padre tomó la palabra:
- ?¿Pero cómo vas a hacer eso? Mira que ya tienes una edad como para ir diciendo estas sandeces. ¿Cómo vas a renunciar a todo lo que te has ganado tan a pulso tras tantos años de esfuerzos? ? en ese momento mi madre, como buena madre, intentó lanzarme un salvavidas de oxígeno con sus palabras:
- ?Hijo mío, es normal que te sientas decepcionado. Esto que os pasa a los universitarios es algo normal hoy en día y, lo se, es sumamente injusto, pero no puedes renunciar de esa manera. Has de aguantar y seguir trabajando en lo que por el momento se te ofrezca y seguir mientras tanto peleando por lo que tanto has buscado ? La voz de mi madre sonó como a recién sacada de un lavado con extra de suavizante. Pocas veces antes la había escuchado trinar de semejante modo.
- ? A ver, padres. Yo comprendo que os preocupéis por mí, por mi bienestar, por lo que me conviene o no, pero creedme en lo que os digo. Lo he pensado bien y es lo mejor. Creo que es la mejor manera de salir de esta situación y la que más me conviene, ya que me hará más feliz. Bien mirado, es lo que más importa y lo había olvidado por completo. No voy a ser ni mejor ni peor tomando esta decisión. Simplemente voy a ser yo, por fin. El Estado, este país, este sistema me ha dado la espalda y ahora se la doy yo a Él. No me importa el qué vendrá, pues me va a encontrar a buen seguro esgrimiendo una perpetua sonrisa. No voy a dejar lugar a los y si hubiera, voy a tener mi camino, mis querencias, como la brújula tiene al norte, entre ceja y ceja.? ? Realmente quedé sorprendido de mi propia reacción. Jamás lo habría esperado de alguien como yo. Nunca me habían resonado tanto los huevos, como auténticas campanas. Creo que la voz de aquel desgraciado hombre del bar se apoderó de mí en ese momento. Ahora sabía que aquella lección que me dio fue magistral.
- ?Hijo mío, ¿Tú sabes lo que estás diciendo? ¿Crees que la vida de un camionero autónomo es mucho mejor que la que en estos momentos la vida te ofrece? Estás muy equivocado. El trabajo de camionero es muy esclavo, justo lo contrario de lo que vienes pregonando. Si esa es tu decisión todos nosotros te la respetaremos como si fuera nuestra propia, somos una familia y todos somos uno. Si uno está mal estamos todos jodidos.? ? Afirmó mi padre en unas palabras que jamás hubiera imaginado escuchar. Al fin y al cabo estaba siendo justo conmigo mismo en esta mi decisión.
- ?Pues claro que sí hijo. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo, pero piénsatelo bien, ¿De acuerdo? ¿Nos lo prometes? Mira que tu madre es muy sufridora y vas a pasar mucho tiempo solo, en las carreteras. Si necesitas dinero para la inversión sabes que puedes contar con nosotros. ? Prosiguió mi madre con un gesto más de su ternura.
- ?De verdad, gracias. Gracias por hacerme las cosas mucho más fáciles de lo que serían sin vuestra aprobación y consentimiento. No creo que necesite demasiado dinero para esta inversión. Ya tengo ahorrado una buena cantidad de dinero que, aunque es insuficiente, siempre puede incrementar pidiendo uno de esos préstamos. Mañana mismo pasaré por unos cuantos bancos a ver lo qué me ofrecen. Seguro que regresaré indignado, pero bueno, es necesario, aunque mis principios se vean desvirgados contra su voluntad. Cuando tenga todo claro ya os diré cuánto necesito?
- ?Sabes que el dinero no será problema hijo mío, pero piénsatelo bien? ? comentó mi padre de nuevo.
- ?Muchas gracias. Ya veréis como todo sale perfectamente. Yo seguiré viéndoos todos o casi todos los fines de semana. Como os digo, necesitaré poco; tened en cuenta que no necesito más inversión que la del camión, ya que no necesitaré un hogar donde dormir. Mi hogar será el camión.? ? entonces volvió a interrumpirme mi madre.
- ?¡¡¡ Ay mi hijo durmiendo todos los días en un camión!!!! Pobrecillo, piénsalo bien, de verdad.
- ?Lo haré familia, lo haré. Tengo en cuenta todo lo que me comentáis y, madre, los camiones de hoy son más confortables que cualquiera de las camas. Deja de preocuparte. Así que, ¿Podemos seguir con la cena? Es que está estupenda y se nos está enfriando a todos. Y mira Miguel y Santi las carillas de preocupación que hacen. ¡Hermanos, que hoy es un día de celebración, creedme!!! Vamos a seguir cenando?.
Corría el verano de 2004 cuando finalizó la carrera y, desde entonces hasta el verano siguiente, anduvo probando suerte por los más variados astilleros y armadores de naves de todo el continente. Su ambición era enorme, pero no tenía suerte; eran demasiados pretendientes para tan pocas plazas. Un año entero anduvo de acá para allá subvencionado por el escaso poder adquisitivo de su proletaria familia, que la formaban sus padres y dos hermanos menores que él. Ya en el verano de 2005 decidió enviarlo todo al carajo.
De poco o nada había servido tanto esfuerzo y dedicación, ahora era uno más que pasaba a formar parte de esa larga cola que se agolpaba cada mañana en el INEM, en busca de la caridad de algún empresario que le contratara para pulsar periódicamente el botón de alguna máquina desalmada (esa que él sabría construir con los ojos vendados) o bien algún otro que le permitiera servir tras la barra de un bar cochambroso. Así estuvo durante 3 o 4 meses más que, poco a poco, fueron mermando su paciencia y hasta su inquebrantable optimismo. Le pasaron muchas cosas por la cabeza: dedicarse a escribir poesía profesionalmente, algo que siempre había sido un hobby para él, pero que no da de comer hoy en día a no ser que seas un trepas y detestes tu profesión; aceptar cualquiera de esos trabajos que las ETT?s gentilmente le ofrecían, para lo que has de quererte muy muy poco; montar su propio negocio de venta al público, es decir, una tienda (a no ser que vendas drogas), pero tampoco era una buena idea, ya que actualmente la gente va a las grandes superficies donde puede comprar de todo en un mismo establecimiento. La decisión era muy complicada, pero el quería tirar palante y no deber nada a nadie, quería valerse por si mismo y poder seguir sintiéndose orgulloso de su persona. No aceptaba caridades de conocidos ni trabajos muy por debajo de sus posibilidades, de no ser que él fuera su propio jefe.
Pasaron dos semanas sin luna cuando por fin vio la luz. No estaba muy convencido, pero por aquel entonces era la opción que más le atraía. Iba a comprarse un camión y a viajar de aquí para allá sin descanso. Quería ser autónomo, por supuesto. Su dignidad le prohibía ser un subordinado más en cualquier empresa de transporte de mala muerte. De esa manera y organizándose bien, podría recuperar todo ese tiempo que en su día malamente invirtió, viajando, visitando ciudades, en fin, viviendo la vida.
La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. En aquel mediodía lluvioso de aquel 20 de Noviembre, se armó de coraje y, a la hora de la comida, comunicó a sus familiares la notícia.
- ?Tengo algo que contaros familia?, en ese momento hice una breve pausa para mirar el rostro de mis padres y hermanos, mientras pensaba para mi mismo: ?espero no decepcionaros?. Pasaban los segundos y seguía dándole vueltas con la cuchara a aquel plato de sopa que tenía delante.
- ?Tú dirás hijo mío, pero dilo ya, que me está entrando el nervio y creo que a tu madre también?- comentó el padre con su voz grave pero al tiempo sosegada y confortable.
- ?Si eso hijo, cuéntanos. ¿Qué sucede?? - mi madre ya andaba seriamente preocupada, cariacontecida.
- ?Pues bien, que resulta que tras tanto intento en vano por encontrar un trabajo a la medida de mis posibilidades he decidido montarme mi propio negocio?
- ?Hijo, me habías asustado. Eso es una buena noticia? ? exclamó su madre ? ?¿Y de qué se trata? ¿Qué habías pensado? Cuéntanos?.?
- ?Pues bien, a ver cómo os lo explico. He decidido que en vistas a la situación contractual que sufrimos los españoles que tenemos una carrera y concluyendo que todos estos años han sido en balde, he decidido comprarme un camión. Se que os parecerá una locura, pero yo quiero recuperar mi tiempo, valerme por mi mismo, viajar, trabajar y divertirme a la vez, conocer mundo y gentes. En fin, todo lo que no he estado haciendo durante estos años.? ? Sentí una liberación interior que no había experimentado jamás, ni cuando concluía el período de exámenes en mis tiempos universitarios.
Hubo un silencio prolongado. Mis hermanos no se atrevían a mencionar palabra alguna y miraban con la cabeza gacha. Era como aquel silencio que precedió al levantamiento del 2 de Mayo, donde todos sabían que en cualquier momento ese silencio iba a quedar interrumpido. Por fin, mi padre tomó la palabra:
- ?¿Pero cómo vas a hacer eso? Mira que ya tienes una edad como para ir diciendo estas sandeces. ¿Cómo vas a renunciar a todo lo que te has ganado tan a pulso tras tantos años de esfuerzos? ? en ese momento mi madre, como buena madre, intentó lanzarme un salvavidas de oxígeno con sus palabras:
- ?Hijo mío, es normal que te sientas decepcionado. Esto que os pasa a los universitarios es algo normal hoy en día y, lo se, es sumamente injusto, pero no puedes renunciar de esa manera. Has de aguantar y seguir trabajando en lo que por el momento se te ofrezca y seguir mientras tanto peleando por lo que tanto has buscado ? La voz de mi madre sonó como a recién sacada de un lavado con extra de suavizante. Pocas veces antes la había escuchado trinar de semejante modo.
- ? A ver, padres. Yo comprendo que os preocupéis por mí, por mi bienestar, por lo que me conviene o no, pero creedme en lo que os digo. Lo he pensado bien y es lo mejor. Creo que es la mejor manera de salir de esta situación y la que más me conviene, ya que me hará más feliz. Bien mirado, es lo que más importa y lo había olvidado por completo. No voy a ser ni mejor ni peor tomando esta decisión. Simplemente voy a ser yo, por fin. El Estado, este país, este sistema me ha dado la espalda y ahora se la doy yo a Él. No me importa el qué vendrá, pues me va a encontrar a buen seguro esgrimiendo una perpetua sonrisa. No voy a dejar lugar a los y si hubiera, voy a tener mi camino, mis querencias, como la brújula tiene al norte, entre ceja y ceja.? ? Realmente quedé sorprendido de mi propia reacción. Jamás lo habría esperado de alguien como yo. Nunca me habían resonado tanto los huevos, como auténticas campanas. Creo que la voz de aquel desgraciado hombre del bar se apoderó de mí en ese momento. Ahora sabía que aquella lección que me dio fue magistral.
- ?Hijo mío, ¿Tú sabes lo que estás diciendo? ¿Crees que la vida de un camionero autónomo es mucho mejor que la que en estos momentos la vida te ofrece? Estás muy equivocado. El trabajo de camionero es muy esclavo, justo lo contrario de lo que vienes pregonando. Si esa es tu decisión todos nosotros te la respetaremos como si fuera nuestra propia, somos una familia y todos somos uno. Si uno está mal estamos todos jodidos.? ? Afirmó mi padre en unas palabras que jamás hubiera imaginado escuchar. Al fin y al cabo estaba siendo justo conmigo mismo en esta mi decisión.
- ?Pues claro que sí hijo. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo, pero piénsatelo bien, ¿De acuerdo? ¿Nos lo prometes? Mira que tu madre es muy sufridora y vas a pasar mucho tiempo solo, en las carreteras. Si necesitas dinero para la inversión sabes que puedes contar con nosotros. ? Prosiguió mi madre con un gesto más de su ternura.
- ?De verdad, gracias. Gracias por hacerme las cosas mucho más fáciles de lo que serían sin vuestra aprobación y consentimiento. No creo que necesite demasiado dinero para esta inversión. Ya tengo ahorrado una buena cantidad de dinero que, aunque es insuficiente, siempre puede incrementar pidiendo uno de esos préstamos. Mañana mismo pasaré por unos cuantos bancos a ver lo qué me ofrecen. Seguro que regresaré indignado, pero bueno, es necesario, aunque mis principios se vean desvirgados contra su voluntad. Cuando tenga todo claro ya os diré cuánto necesito?
- ?Sabes que el dinero no será problema hijo mío, pero piénsatelo bien? ? comentó mi padre de nuevo.
- ?Muchas gracias. Ya veréis como todo sale perfectamente. Yo seguiré viéndoos todos o casi todos los fines de semana. Como os digo, necesitaré poco; tened en cuenta que no necesito más inversión que la del camión, ya que no necesitaré un hogar donde dormir. Mi hogar será el camión.? ? entonces volvió a interrumpirme mi madre.
- ?¡¡¡ Ay mi hijo durmiendo todos los días en un camión!!!! Pobrecillo, piénsalo bien, de verdad.
- ?Lo haré familia, lo haré. Tengo en cuenta todo lo que me comentáis y, madre, los camiones de hoy son más confortables que cualquiera de las camas. Deja de preocuparte. Así que, ¿Podemos seguir con la cena? Es que está estupenda y se nos está enfriando a todos. Y mira Miguel y Santi las carillas de preocupación que hacen. ¡Hermanos, que hoy es un día de celebración, creedme!!! Vamos a seguir cenando?.
El notas era uno más de esos españoles que acabaron desencantados por el panorama contractual a la hora de buscar un trabajo. Estudió Ingeniería aeronáutica en Barcelona, donde cursó durante 6 intensos y aciagos años. Apenas vio más luz que la del flexo que se sostenía sobre su inmenso escritorio, lo que desembocó en una creciente fotofobia. Los servos, sistemas motores, máquinas térmicas y estudios estructurales, le hicieron perderse esos infinitos y mágicos reductos que Barcelona le reservaba. No conocía ni La Pedrera ni la casa Betlló, ni plaza Catalunya, tampoco las ramblas o el Parque Güell. Era un completo ignorante atiborrado de libros.
Corría el verano de 2004 cuando finalizó la carrera y, desde entonces hasta el verano siguiente, anduvo probando suerte por los más variados astilleros y armadores de naves de todo el continente. Su ambición era enorme, pero no tenía suerte; eran demasiados pretendientes para tan pocas plazas. Un año entero anduvo de acá para allá subvencionado por el escaso poder adquisitivo de su proletaria familia, que la formaban sus padres y dos hermanos menores que él. Ya en el verano de 2005 decidió enviarlo todo al carajo.
De poco o nada había servido tanto esfuerzo y dedicación, ahora era uno más que pasaba a formar parte de esa larga cola que se agolpaba cada mañana en el INEM, en busca de la caridad de algún empresario que le contratara para pulsar periódicamente el botón de alguna máquina desalmada (esa que él sabría construir con los ojos vendados) o bien algún otro que le permitiera servir tras la barra de un bar cochambroso. Así estuvo durante 3 o 4 meses más que, poco a poco, fueron mermando su paciencia y hasta su inquebrantable optimismo. Le pasaron muchas cosas por la cabeza: dedicarse a escribir poesía profesionalmente, algo que siempre había sido un hobby para él, pero que no da de comer hoy en día a no ser que seas un trepas y detestes tu profesión; aceptar cualquiera de esos trabajos que las ETT?s gentilmente le ofrecían, para lo que has de quererte muy muy poco; montar su propio negocio de venta al público, es decir, una tienda (a no ser que vendas drogas), pero tampoco era una buena idea, ya que actualmente la gente va a las grandes superficies donde puede comprar de todo en un mismo establecimiento. La decisión era muy complicada, pero el quería tirar palante y no deber nada a nadie, quería valerse por si mismo y poder seguir sintiéndose orgulloso de su persona. No aceptaba caridades de conocidos ni trabajos muy por debajo de sus posibilidades, de no ser que él fuera su propio jefe.
Pasaron dos semanas sin luna cuando por fin vio la luz. No estaba muy convencido, pero por aquel entonces era la opción que más le atraía. Iba a comprarse un camión y a viajar de aquí para allá sin descanso. Quería ser autónomo, por supuesto. Su dignidad le prohibía ser un subordinado más en cualquier empresa de transporte de mala muerte. De esa manera y organizándose bien, podría recuperar todo ese tiempo que en su día malamente invirtió, viajando, visitando ciudades, en fin, viviendo la vida.
La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. En aquel mediodía lluvioso de aquel 20 de Noviembre, se armó de coraje y, a la hora de la comida, comunicó a sus familiares la notícia.
- ?Tengo algo que contaros familia?, en ese momento hice una breve pausa para mirar el rostro de mis padres y hermanos, mientras pensaba para mi mismo: ?espero no decepcionaros?. Pasaban los segundos y seguía dándole vueltas con la cuchara a aquel plato de sopa que tenía delante.
- ?Tú dirás hijo mío, pero dilo ya, que me está entrando el nervio y creo que a tu madre también?- comentó el padre con su voz grave pero al tiempo sosegada y confortable.
- ?Si eso hijo, cuéntanos. ¿Qué sucede?? - mi madre ya andaba seriamente preocupada, cariacontecida.
- ?Pues bien, que resulta que tras tanto intento en vano por encontrar un trabajo a la medida de mis posibilidades he decidido montarme mi propio negocio?
- ?Hijo, me habías asustado. Eso es una buena noticia? ? exclamó su madre ? ?¿Y de qué se trata? ¿Qué habías pensado? Cuéntanos?.?
- ?Pues bien, a ver cómo os lo explico. He decidido que en vistas a la situación contractual que sufrimos los españoles que tenemos una carrera y concluyendo que todos estos años han sido en balde, he decidido comprarme un camión. Se que os parecerá una locura, pero yo quiero recuperar mi tiempo, valerme por mi mismo, viajar, trabajar y divertirme a la vez, conocer mundo y gentes. En fin, todo lo que no he estado haciendo durante estos años.? ? Sentí una liberación interior que no había experimentado jamás, ni cuando concluía el período de exámenes en mis tiempos universitarios.
Hubo un silencio prolongado. Mis hermanos no se atrevían a mencionar palabra alguna y miraban con la cabeza gacha. Era como aquel silencio que precedió al levantamiento del 2 de Mayo, donde todos sabían que en cualquier momento ese silencio iba a quedar interrumpido. Por fin, mi padre tomó la palabra:
- ?¿Pero cómo vas a hacer eso? Mira que ya tienes una edad como para ir diciendo estas sandeces. ¿Cómo vas a renunciar a todo lo que te has ganado tan a pulso tras tantos años de esfuerzos? ? en ese momento mi madre, como buena madre, intentó lanzarme un salvavidas de oxígeno con sus palabras:
- ?Hijo mío, es normal que te sientas decepcionado. Esto que os pasa a los universitarios es algo normal hoy en día y, lo se, es sumamente injusto, pero no puedes renunciar de esa manera. Has de aguantar y seguir trabajando en lo que por el momento se te ofrezca y seguir mientras tanto peleando por lo que tanto has buscado ? La voz de mi madre sonó como a recién sacada de un lavado con extra de suavizante. Pocas veces antes la había escuchado trinar de semejante modo.
- ? A ver, padres. Yo comprendo que os preocupéis por mí, por mi bienestar, por lo que me conviene o no, pero creedme en lo que os digo. Lo he pensado bien y es lo mejor. Creo que es la mejor manera de salir de esta situación y la que más me conviene, ya que me hará más feliz. Bien mirado, es lo que más importa y lo había olvidado por completo. No voy a ser ni mejor ni peor tomando esta decisión. Simplemente voy a ser yo, por fin. El Estado, este país, este sistema me ha dado la espalda y ahora se la doy yo a Él. No me importa el qué vendrá, pues me va a encontrar a buen seguro esgrimiendo una perpetua sonrisa. No voy a dejar lugar a los y si hubiera, voy a tener mi camino, mis querencias, como la brújula tiene al norte, entre ceja y ceja.? ? Realmente quedé sorprendido de mi propia reacción. Jamás lo habría esperado de alguien como yo. Nunca me habían resonado tanto los huevos, como auténticas campanas. Creo que la voz de aquel desgraciado hombre del bar se apoderó de mí en ese momento. Ahora sabía que aquella lección que me dio fue magistral.
- ?Hijo mío, ¿Tú sabes lo que estás diciendo? ¿Crees que la vida de un camionero autónomo es mucho mejor que la que en estos momentos la vida te ofrece? Estás muy equivocado. El trabajo de camionero es muy esclavo, justo lo contrario de lo que vienes pregonando. Si esa es tu decisión todos nosotros te la respetaremos como si fuera nuestra propia, somos una familia y todos somos uno. Si uno está mal estamos todos jodidos.? ? Afirmó mi padre en unas palabras que jamás hubiera imaginado escuchar. Al fin y al cabo estaba siendo justo conmigo mismo en esta mi decisión.
- ?Pues claro que sí hijo. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo, pero piénsatelo bien, ¿De acuerdo? ¿Nos lo prometes? Mira que tu madre es muy sufridora y vas a pasar mucho tiempo solo, en las carreteras. Si necesitas dinero para la inversión sabes que puedes contar con nosotros. ? Prosiguió mi madre con un gesto más de su ternura.
- ?De verdad, gracias. Gracias por hacerme las cosas mucho más fáciles de lo que serían sin vuestra aprobación y consentimiento. No creo que necesite demasiado dinero para esta inversión. Ya tengo ahorrado una buena cantidad de dinero que, aunque es insuficiente, siempre puede incrementar pidiendo uno de esos préstamos. Mañana mismo pasaré por unos cuantos bancos a ver lo qué me ofrecen. Seguro que regresaré indignado, pero bueno, es necesario, aunque mis principios se vean desvirgados contra su voluntad. Cuando tenga todo claro ya os diré cuánto necesito?
- ?Sabes que el dinero no será problema hijo mío, pero piénsatelo bien? ? comentó mi padre de nuevo.
- ?Muchas gracias. Ya veréis como todo sale perfectamente. Yo seguiré viéndoos todos o casi todos los fines de semana. Como os digo, necesitaré poco; tened en cuenta que no necesito más inversión que la del camión, ya que no necesitaré un hogar donde dormir. Mi hogar será el camión.? ? entonces volvió a interrumpirme mi madre.
- ?¡¡¡ Ay mi hijo durmiendo todos los días en un camión!!!! Pobrecillo, piénsalo bien, de verdad.
- ?Lo haré familia, lo haré. Tengo en cuenta todo lo que me comentáis y, madre, los camiones de hoy son más confortables que cualquiera de las camas. Deja de preocuparte. Así que, ¿Podemos seguir con la cena? Es que está estupenda y se nos está enfriando a todos. Y mira Miguel y Santi las carillas de preocupación que hacen. ¡Hermanos, que hoy es un día de celebración, creedme!!! Vamos a seguir cenando?.
Corría el verano de 2004 cuando finalizó la carrera y, desde entonces hasta el verano siguiente, anduvo probando suerte por los más variados astilleros y armadores de naves de todo el continente. Su ambición era enorme, pero no tenía suerte; eran demasiados pretendientes para tan pocas plazas. Un año entero anduvo de acá para allá subvencionado por el escaso poder adquisitivo de su proletaria familia, que la formaban sus padres y dos hermanos menores que él. Ya en el verano de 2005 decidió enviarlo todo al carajo.
De poco o nada había servido tanto esfuerzo y dedicación, ahora era uno más que pasaba a formar parte de esa larga cola que se agolpaba cada mañana en el INEM, en busca de la caridad de algún empresario que le contratara para pulsar periódicamente el botón de alguna máquina desalmada (esa que él sabría construir con los ojos vendados) o bien algún otro que le permitiera servir tras la barra de un bar cochambroso. Así estuvo durante 3 o 4 meses más que, poco a poco, fueron mermando su paciencia y hasta su inquebrantable optimismo. Le pasaron muchas cosas por la cabeza: dedicarse a escribir poesía profesionalmente, algo que siempre había sido un hobby para él, pero que no da de comer hoy en día a no ser que seas un trepas y detestes tu profesión; aceptar cualquiera de esos trabajos que las ETT?s gentilmente le ofrecían, para lo que has de quererte muy muy poco; montar su propio negocio de venta al público, es decir, una tienda (a no ser que vendas drogas), pero tampoco era una buena idea, ya que actualmente la gente va a las grandes superficies donde puede comprar de todo en un mismo establecimiento. La decisión era muy complicada, pero el quería tirar palante y no deber nada a nadie, quería valerse por si mismo y poder seguir sintiéndose orgulloso de su persona. No aceptaba caridades de conocidos ni trabajos muy por debajo de sus posibilidades, de no ser que él fuera su propio jefe.
Pasaron dos semanas sin luna cuando por fin vio la luz. No estaba muy convencido, pero por aquel entonces era la opción que más le atraía. Iba a comprarse un camión y a viajar de aquí para allá sin descanso. Quería ser autónomo, por supuesto. Su dignidad le prohibía ser un subordinado más en cualquier empresa de transporte de mala muerte. De esa manera y organizándose bien, podría recuperar todo ese tiempo que en su día malamente invirtió, viajando, visitando ciudades, en fin, viviendo la vida.
La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. En aquel mediodía lluvioso de aquel 20 de Noviembre, se armó de coraje y, a la hora de la comida, comunicó a sus familiares la notícia.
- ?Tengo algo que contaros familia?, en ese momento hice una breve pausa para mirar el rostro de mis padres y hermanos, mientras pensaba para mi mismo: ?espero no decepcionaros?. Pasaban los segundos y seguía dándole vueltas con la cuchara a aquel plato de sopa que tenía delante.
- ?Tú dirás hijo mío, pero dilo ya, que me está entrando el nervio y creo que a tu madre también?- comentó el padre con su voz grave pero al tiempo sosegada y confortable.
- ?Si eso hijo, cuéntanos. ¿Qué sucede?? - mi madre ya andaba seriamente preocupada, cariacontecida.
- ?Pues bien, que resulta que tras tanto intento en vano por encontrar un trabajo a la medida de mis posibilidades he decidido montarme mi propio negocio?
- ?Hijo, me habías asustado. Eso es una buena noticia? ? exclamó su madre ? ?¿Y de qué se trata? ¿Qué habías pensado? Cuéntanos?.?
- ?Pues bien, a ver cómo os lo explico. He decidido que en vistas a la situación contractual que sufrimos los españoles que tenemos una carrera y concluyendo que todos estos años han sido en balde, he decidido comprarme un camión. Se que os parecerá una locura, pero yo quiero recuperar mi tiempo, valerme por mi mismo, viajar, trabajar y divertirme a la vez, conocer mundo y gentes. En fin, todo lo que no he estado haciendo durante estos años.? ? Sentí una liberación interior que no había experimentado jamás, ni cuando concluía el período de exámenes en mis tiempos universitarios.
Hubo un silencio prolongado. Mis hermanos no se atrevían a mencionar palabra alguna y miraban con la cabeza gacha. Era como aquel silencio que precedió al levantamiento del 2 de Mayo, donde todos sabían que en cualquier momento ese silencio iba a quedar interrumpido. Por fin, mi padre tomó la palabra:
- ?¿Pero cómo vas a hacer eso? Mira que ya tienes una edad como para ir diciendo estas sandeces. ¿Cómo vas a renunciar a todo lo que te has ganado tan a pulso tras tantos años de esfuerzos? ? en ese momento mi madre, como buena madre, intentó lanzarme un salvavidas de oxígeno con sus palabras:
- ?Hijo mío, es normal que te sientas decepcionado. Esto que os pasa a los universitarios es algo normal hoy en día y, lo se, es sumamente injusto, pero no puedes renunciar de esa manera. Has de aguantar y seguir trabajando en lo que por el momento se te ofrezca y seguir mientras tanto peleando por lo que tanto has buscado ? La voz de mi madre sonó como a recién sacada de un lavado con extra de suavizante. Pocas veces antes la había escuchado trinar de semejante modo.
- ? A ver, padres. Yo comprendo que os preocupéis por mí, por mi bienestar, por lo que me conviene o no, pero creedme en lo que os digo. Lo he pensado bien y es lo mejor. Creo que es la mejor manera de salir de esta situación y la que más me conviene, ya que me hará más feliz. Bien mirado, es lo que más importa y lo había olvidado por completo. No voy a ser ni mejor ni peor tomando esta decisión. Simplemente voy a ser yo, por fin. El Estado, este país, este sistema me ha dado la espalda y ahora se la doy yo a Él. No me importa el qué vendrá, pues me va a encontrar a buen seguro esgrimiendo una perpetua sonrisa. No voy a dejar lugar a los y si hubiera, voy a tener mi camino, mis querencias, como la brújula tiene al norte, entre ceja y ceja.? ? Realmente quedé sorprendido de mi propia reacción. Jamás lo habría esperado de alguien como yo. Nunca me habían resonado tanto los huevos, como auténticas campanas. Creo que la voz de aquel desgraciado hombre del bar se apoderó de mí en ese momento. Ahora sabía que aquella lección que me dio fue magistral.
- ?Hijo mío, ¿Tú sabes lo que estás diciendo? ¿Crees que la vida de un camionero autónomo es mucho mejor que la que en estos momentos la vida te ofrece? Estás muy equivocado. El trabajo de camionero es muy esclavo, justo lo contrario de lo que vienes pregonando. Si esa es tu decisión todos nosotros te la respetaremos como si fuera nuestra propia, somos una familia y todos somos uno. Si uno está mal estamos todos jodidos.? ? Afirmó mi padre en unas palabras que jamás hubiera imaginado escuchar. Al fin y al cabo estaba siendo justo conmigo mismo en esta mi decisión.
- ?Pues claro que sí hijo. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo, pero piénsatelo bien, ¿De acuerdo? ¿Nos lo prometes? Mira que tu madre es muy sufridora y vas a pasar mucho tiempo solo, en las carreteras. Si necesitas dinero para la inversión sabes que puedes contar con nosotros. ? Prosiguió mi madre con un gesto más de su ternura.
- ?De verdad, gracias. Gracias por hacerme las cosas mucho más fáciles de lo que serían sin vuestra aprobación y consentimiento. No creo que necesite demasiado dinero para esta inversión. Ya tengo ahorrado una buena cantidad de dinero que, aunque es insuficiente, siempre puede incrementar pidiendo uno de esos préstamos. Mañana mismo pasaré por unos cuantos bancos a ver lo qué me ofrecen. Seguro que regresaré indignado, pero bueno, es necesario, aunque mis principios se vean desvirgados contra su voluntad. Cuando tenga todo claro ya os diré cuánto necesito?
- ?Sabes que el dinero no será problema hijo mío, pero piénsatelo bien? ? comentó mi padre de nuevo.
- ?Muchas gracias. Ya veréis como todo sale perfectamente. Yo seguiré viéndoos todos o casi todos los fines de semana. Como os digo, necesitaré poco; tened en cuenta que no necesito más inversión que la del camión, ya que no necesitaré un hogar donde dormir. Mi hogar será el camión.? ? entonces volvió a interrumpirme mi madre.
- ?¡¡¡ Ay mi hijo durmiendo todos los días en un camión!!!! Pobrecillo, piénsalo bien, de verdad.
- ?Lo haré familia, lo haré. Tengo en cuenta todo lo que me comentáis y, madre, los camiones de hoy son más confortables que cualquiera de las camas. Deja de preocuparte. Así que, ¿Podemos seguir con la cena? Es que está estupenda y se nos está enfriando a todos. Y mira Miguel y Santi las carillas de preocupación que hacen. ¡Hermanos, que hoy es un día de celebración, creedme!!! Vamos a seguir cenando?.
¿Quién está conectado?
Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 2 invitados