Quiero besarte ya,
es que no aguanto más.
No aguanto ver esos rojos labios
mirándome.
Cuando los veo me suplican.
Y siento que mueren de hambre
como los míos.
No te preocupes, tú sabes que
yo no te haré daño, no soy salvaje.
Te cuidaré, tendrás la misma suavidad
o aún más.
Los rozaré suavemente y luego te
miraré a los ojos para ver cómo te
has sentido y si te ha gustado.
Nos sentaremos juntos, con los pies
pegados, sin separarlos.
Te acariciaré, te abrazaré y congelaremos
ese instante.
Es que yo no quiero volver a irme.
No quiero que mis ojos se llenen de agua
y dolor.
No quiero que se inunden y me duelan;
sentir como si se me fueran a reventar.
La última vez, la única vez que nos vimos
lloré, me lloró el alma, me chillaba, me
pesaba, me gritaba a cada segundo tu nombre.
No paraba de caer agua de mí, no paraba
de llover en mí.
Te prometo que estaré mas tiempo contigo,
pero te juro que no quiero separme de tus
brazos y labios.
Te demostraré que el suelo brilla por donde
caminas.
Te demostraré que eres mi media vida, que
cuando se va, dejo de sentir y mis labios se
congelan hasta tu regreso.
No te preocupes, nos esposaremos los dos
de pies, manos y corazón.
Dormiremos así, tú apoyada en mí.
Permaneceremos juntos para siempre,
oyendo nuestras respiraciones, oliendo
a dos vayamos a donde vayamos.
Te sentiré.
Sentiré tu calor rebozándose por mis venas.
Te sentiré
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