
No se lo cuentes a nadie...
Ocurre a veces, pero esto no se lo cuentes a nadie, que las personas decimos unas cosas y pensamos otras. ¿Qué te dije? Te dije, es cierto, que no te soportaba a veces, que cambiaría millones de cosas de tí. Pero es igualmente cierto, y esto no lo sabes, que fue durmiendo en tus brazos cuando las hadas parecieron regalarme la felicidad absoluta, y fue escuchando tu risa cuando mejor me sentía. Y también es cierto que, ahora que te he perdido, estoy llorando. Pero tú no lo sabes; estoy llorando y no lo sabes.
No se lo cuentes a nadie, pero no pasa día en que no recuerde que, no hace mucho, te tenía a mi lado y con tu respiración huían mis pesadillas, como los pájaros en verano. No estás, pero sigo adivinando las maravillas que escondes en tus silencios, pues por cada palabra que pronuncias hay mil que callas, y son como mil tesoros que se me escurren entre los dedos.
Tal día como hoy, hace un año, me besaste por primera vez. Al recordarlo, se apodera de mí una angustia infinita, y me parece, en mi delirio, que todo a mi alrededor conspira para herirme: puedo sentir la venganza de las calles, de la noche; puedo evocar aquel mismo día, hace un año, cuando paseaba contigo a mi lado, cuando teníamos por delante, sin saberlo, tantos días felices. Y no lo sabíamos.
No se lo cuentes a nadie, pero a veces, en la oscuridad y entre lágrimas, recuerdo las noches en que mi cuerpo se derramaba entre tus brazos, y las horas no pasaban, y no había hambre, ni muerte, ni guerras, cuando tus besos en mi espalda, a la vez que el sol, anunciaban la mañana.
Oigo tu voz (qué suerte, algo alumbrará a las hadas). Ahora sé que se detendrá el invierno, porque entre las copas de los árboles tu voz se derrama. No más árboles desnudos, no más escarcha. Nace la primavera mientras hablas.
No se lo cuentes a nadie, pero por orgullo y por altanería perdí, en un segundo, lo que estuve buscando, sin saberlo, toda la vida. No digas que no soy más que una cobarde, y perdóname por no ser más valiente. Perdóname, también, por si alguna vez, buscando caricias, encontraste mis manos de hierro; por si cuando necesitabas un beso topaste con mis labios de madera.
¿Por qué el dolor no llegará antes? ¿Por qué se te clava, te apuñala y te mata, cuando ya es tarde, cuando las persona se han ido, cuando no queda nadie? ¿Por qué el dolor no duele cuando vas a pronunciar las palabras mágicas, por qué no el dolor no te apuñala la garganta para impedir que digas: "se terminó"? ¿Por qué el dolor te duele sólo cuando han pasado los días, y estás sola, tremendamente sola, rodeada de gente, y ya es tarde, muy tarde?
Aún te quiero y no lo sabes. Y no sé de dónde saco las fuerzas para hablarte como hablo al resto de la gente, cuando sé que no eres uno de ellos, cuando sé que, maldita sea, al lado de todos los hombres eres algo más que un hombre. No se lo digas a nadie, pero eres las estrellas que de niña señalaba. No se lo digas a nadie, pero vivir a tu lado fue vivir dos veces.
Alrededor de todas las excusas que me pongo para justificar que he hecho bien dejándote ir hay algo que late, y que tira por la borda cualquier intento de quedarme en paz conmigo misma. Y hay algo, también, el orgullo, que ahoga mi voz, y millones de lágrimas que tapan mis ojos.
Tú no digas nada, mi vida, pero por favor, consígueme una máquina del tiempo; haz que pueda retroceder al pasado, dame la oportunidad de pedir perdón por el daño que te hice, de enmendar mis errores y tenerte de nuevo a mi lado. Créeme, si tuviese en mi poder las riendas del tiempo, nunca más dejaría que te marchases sin decirte cuánto, cuánto te quiero?
No se lo cuentes a nadie, no digas que yo nacía y moría entre tus parpadeos; no me delates, no le cuentes a nadie que esta estúpida aguantó las lágrimas y guardó silencio cuando se moría por gritarte que te quiero más que a mí misma. Tú, que tanto me has querido, guárdame el secreto: no digas que sigo aquí, latiendo, sin voz, sin ojos, en medio de las calles, de la soledad infinita, bajo la noche, bajo las farolas; paseando en silencio, mientras el mundo gira a mi alrededor, no se detiene (¿cómo es posible?) y tú, poco a poco, te vas alejando de mí... Y yo no me atrevo a decirte que, entre las excusas que me pongo, nuestros caracteres opuestos, las diferencias insalvables, y todas las tonterías con las que construyo mi cáscara para aislarme del mundo, yo sigo latiendo... Sigo latiendo, puto error, puto orgullo, putas lágrimas? Te quiero, te quiero más que a mi vida? Pero no se lo cuentes a nadie?