Cansada de soñar con lo que fuimos,
me toqué con lástima los labios, las mejillas y el pelo,
creyendo inconsciente que aún te mecías en ellos;
sentí entonces, como una manta vieja, que los adioses
mancillaron la historia de mi vida.
Y ahora, tuerta la inocencia,
encañonan las braguetas y las verdades cojas
derribando las entenas que soportaban
el violento aleteo del mundo,
mientras mis inertes manos secas
acarician sin parar, por inercia,
como quien compra un regalo cada día veintitrés
y llena de colorida mierda su casa.
Esta noche
tan sólo soy el esqueleto de un carnaval,
la lastimera gula de los domingos;
ahora, cuando la sociedad muere dulcemente
con las venas sajadas,
derramando seres desesperados por vivir una vez más,
me sobran vidas en el corazón,
me sobran los sueños contigo, los nombres,
me sobran las ganas de querer morder
como un perro mellado con comida putrefacta entre los dientes
los sueños con amores de entretela.
Me sobra
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