Sepa usted que no son mis manos las que escriben sino mi corazón...
Sólo necesito pensar en su silueta para sentir como me hierve la sangre de todo el cuerpo. Es difícil que entiendas el poder de sus caricias si nunca las has sentido sobre ti, cálidas y apasionadas...
Y he estado junto a él aparentemente serena... pero sintiendo como el deseo se me salía por cada poro de mi piel a borbotones. He sentido sus pupilas clavándose sobre mi, chispeantes, recorriendo cada cm de mi cuerpo, desnudándome con el pensamiento... y le he mirado a los ojos... deberías verlos, brillantes, oscuros, misteriosos... desafiando a los míos, que siempre le han pedido a gritos que se acercara un poco menos, o tal vez un poco mas a mi.
He notado como su mano a rozado la mía y toda yo me he estremecido. No puedes imaginar hasta que punto le he deseado el algunos momentos... le tenido tan cerca que un leve movimiento ha sido suficiente para abrazarle.
Sus labios han rozado veloces los míos en la noche igual que lo han hecho en otras ocasiones con mis mejillas.
No puedo olvidar, no puedo dejar de desear, no puedo sacar de mi pensamiento la imagen de nuestras bocas uniéndose, primero suavemente, acariciando sus labios con los míos, abriendo poco a poco las bocas y dejándome atrapar entre los suyos, jugando tiernamente con las puntas de nuestras lenguas, dejando que se toquen...hemos dado juntos paso a besos largos y apasionados en el que las lenguas jugueteaban protegidas en la cueva que formaban nuestras bocas, besos perfectos con sabor a él, bocas que encajaban a la perfección... cuerpos también.
No me pidas que olvide esos labios tan dulces que desprenden veneno en cada contacto.
Yo he sentido escalofríos bajo su cuerpo y he perdido la noción del tiempo sobre él. He sentido cada una de sus caricias como un regalo perfecto.
Si vieras con mis ojos su pelo, negro, rizado, tan suave, desearías como yo acariciárselo, enredar tus dedos en el y sentirte como me siento yo al hacerlo.
Yo he notado como me subía la fiebre y enloquecía con el contacto de su cuerpo desnudo, he gritado y he suspirado al hacer el amor con él. Le he deseado tanto que en cada beso he puesto cuerpo y alma.
Tu, Razón, maldita conciencia, te empeñas en hacerme creer que no esta hecho para mi y pareces olvidar que jamás te hice mucho caso.
Me desvelas en la noche y yo sólo puedo silenciar tu canto con los recuerdos que tengo.
Pregúntale al corazón como suena su risa, pregúntale a la impaciencia como hacemos el amor, pídele a la locura que te describa su rostro y al alma que te hable de su mente.
Dices que le olvide y el tren del olvido ya hace tiempo que marcho, te arrodillas suplicándome que le saque de mis pensamientos pero dime... ¿acaso se puede dejar de soñar con la esperanza?
ENTRE EL KORAZON Y LAS ENTRAÑAS
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