De este cuento van a ser protagonistas, un niño, y una niña.
La niña se llamará: Alma; y el niño: Vino.
Alma y Vino, como niños que eran, desconocían la caducidad del tiempo pues el tiempo, como un helado de tres sabores, también caduca. A causa de este desconocimiento, Alma y Vino, pensaban que nunca serían como sus mayores: esos extraños seres; o de pensarlo, que aquello acontecería pasado mucho, mucho, mucho-mucho, mucho tiempo.
Esta ignorancia, esta agraciada ignorancia infantil, les proporcionaba la gran dicha, que sin ellos saberlos era: vivir el presente.
Sin pasado ni futuro, sólo un franja diminuta de presente que abarcaba el día de ayer, que siempre era maravilloso; el eterno hoy, que siempre era menos maravilloso que el ayer, pero al recordarlo al día siguiente, todas las emociones crecían y se magnificaban; y el: ?¿a qué hora quedamos mañana, Alma?? pues era Vino quien siempre preguntaba -acabaría siendo un hombre con muy poco carácter, aunque esto aún no lo sabe-.
Y este es el plantel inicial.
Paré un poco, toda esa tristeza me obligaba a escribir torpemente, a dudar y a separar el lápiz del papel con cada frase nueva mientras mi cabeza llamaba a esas palabras que se escondían en mi piel sin querer salir. Me levanté y me asomé a la ventana, lo de ahí fuera me parecía más interesante que mi vida. Ver esas pequeñas bicis manejadas por emocionados ciclistas, aún más pequeños, y el Sol acompañando a toda esa felicidad me hacía recordar, otra vez, que a esa edad todo es bonito, y me daba cuenta de que lo habitual era diferente a mí, que yo era esa pieza deformada que no encajaba. Y volví al papel.
Sin embargo, ese poco carácter no impedía a Vino ser tan jovial, con sólo acercarse a Alma robaba sus penas y las escondía para que no las recordara en esos momentos, mientras le regalaba a cambio unas risas. Al día siguiente solían quedar a la misma hora aunque les hubiera costado decidirse, y los dos llegaban con más ganas de reírse y pasarlo bien.
Como estaba cansado, muy cansado, tan cansado como un río que en terreno llano se deja morir hacia el mar, decidí volver a la ventana para observar a los de fuera y pensar.
Así era su presente, día tras día durante todo el año. Esa forma de vivir era para algunos un derroche de tiempo y un atentado de indiferencia hacia la vida cotidiana, pero para ellos era perfecto, una cura para todo. A veces Alma dudaba si las personas que opinaban lo contrario a ellos tendrían razón, pues creía que las risas no le dejaban tiempo para pensar en sus problemas. Regalaba toda su confianza en Vino, igual que hacía él con ella, pero esas risas que asustaban a lo malo a veces eran demasiado fuertes y ruidosas: los problemas quedaban ocultos durante mucho tiempo y ella lo olvidaba y no los reconocía cuando volvían en otra forma, considerándolos, sin darles mucha importancia, nuevos en su persona.
Así Alma dejó de conocerse y un día, después de irse Vino, empezó a analizar esas nuevas formas, dando nombre y razón a cada problema disfrazado... y se asustó. Ya no era todo tan bonito.
Nunca hay nada bonito. Lo bueno se acaba aunque también, a veces, lo malo se acaba. Pero nunca sigue lo mismo, no hay continuidad ni en la historia ni en mi historia, ni en el tiempo ni en la vida... así cómo la vamos a entender.
Al día siguiente siguieron sonando sus risas pero conocía lo que le esperaba después. La idea hizo que se escapara un silencio y Vino notó algo raro. Preguntó:
-¿Te pasa algo?
-Nada-, dijo Alma mientras buscaba alguna excusa-. La verdad es que no sé darle importancia a lo importante ni cuando es necesario, y eso no es del todo bueno. ¿Y si el presente nos engaña?
Vino se quedó callado pensando en lo que le acaba de decir... le resultaba extraño y no sabía qué decir, además él tampoco le dio mucha importancia. Se le escapó una risa a la que se unió otra de Alma.
-Pues si que duran poco las conversaciones serias. Pero da igual.
Alma suspiró pero antes de acabar ya se le había ocurrido algo divertido de qué hablar. Pero otra idea le invadió:
-Ya sé.
-¿Qué sabes?
-Tengo una solución, me haré un manual de instrucciones: Manual de Instrucciones para Alma-. Su mirada se perdía en las cicatrices de un tronco carcomido por el tiempo.
-¿Qué? Alma, ¿estás loca o vuelves a jugar?
-Tómatelo como quieras, tú no me entiendes y yo no me entiendo, ni a mí ni a mi forma de pensar. Yo no soy quien controla lo que pienso, hago o digo, seguro que hay alguien más, lo tendré que averiguar.
Comencé esta historia sin saber cómo iba a continuar y aún no se cómo acabará. Lo que sé es que no conseguí reírme de mí como quería, ni si quiera he conseguido entender por qué me carcome esta caducidad que me ablanda, que me paraliza, que me hace mirar por la ventana para que mis ojos respiren algo de vez en cuando. Ahora comprendo que no hay otra, todo lo que toco se marchita, y ahora le ha tocado a Alma. Es curioso como juega el subconsciente contigo, en un primer momento quise ser Vino, y me he convertido en Alma sin otra opción- siempre te vuelves al alma aunque hayas pasado por el vino-, es la triste historia de quien se infecta de la plaga de la preocupación adulta. Alma creció rápido.
Vale, después de este paréntesis creo que las cosas están mucho más claras, mis babas han emborronado un par de frases pero mi cabeza está más fresca ahora.
Hemos soñado. Alma ha sido infectada, la llevo al médico. Un tipo muy afable rodeado de una luz blanca que asegura que no hay vacuna ni remedio contra esta infección. Nos sonríe. Alma, a decir verdad no entiende nada, pero tampoco le apetece ir a jugar.
-Te felicito alma, has adquirido tu primera preocupación de adolescente- y mientras acaricia su pelo en un gesto simpático nos sonríe a ambos. Estuve a punto de decirle que no era su padre pero vi que no tenía sentido porque no supe hallar parentesco entre nosotros. Alma, engañada por la sonrisa del médico se sintió orgullosa de tener su primera preocupación. Tienes que crecer, y este es un síntoma, alégrate de tu tristeza. Y alma, que conserva de pleno su inocencia se reafirma y piensa en más preocupaciones.
Me encuentro con Vino.
Alma no quiso venir a jugar conmigo porque dice que el vestido nuevo que se ha puesto sólo se lava a mano y no lo puede ensuciar, y que su madre está más contenta viéndola vestir así. Así que se quedaría en casa para recoger su cuarto- Vino juega sólo a formar surcos en la arena para deslizar sus coches ya viejos y sin ruedas, ya no ríe como antes.
Alma escribe o dibuja al lado de la ventana. No sonríe para que no se le formen arrugas en la cara de mayor. Se ha dado cuenta de que la televisión es una fuente rica en preocupaciones. Ahora trata de aprender qué es lo que a los mayores les preocupa. Hoy ha aprendido que hay algo llamado futuro que es una amenaza. No quiera tener un futuro incierto, guarde su dinero? no lo entiende muy bien, pero ahora es un poco más mayor.
Yo me siento culpable, la observo desde fuera, a diez metros de su ventana, viendo cómo su familia aplaude su nueva actitud, veo a Vino sólo y aburrido, y me siento impotente, y me siento culpable. Entonces, como si Alma hubiera escuchado mi pensamiento o mi sollozo me mira de frente con esos ojos tan redondos que nunca había visto, con las pupilas muy pequeñas, con rencor. Me despierto.
Así es como Alma descubre quién domina sus pensamientos y quién hizo que diera el primer paso a su infelicidad, y quién hizo que se convirtiera en una pieza que encaja en el mundo, con el resto de piezas, respirando miedo, consumiendo y encerrándose en casa?
Y esta es en resumen la historia de mi vida y la de todo el mundo, y no hay manera de vivir otra cosa que lo que hay, y seguirá lloviendo, y quiero darle otra oportunidad a Alma, y quiero proteger a Vino? aún así, entiendo que en mi planteamiento de las cosas hay algo que sigue equivocado?porque no he conseguido reírme de mí mismo.
pd : supongo que no lo habrá colgado Anfibia ya, si es así pues ná, lo leeis otra vé, un abrazo a todos que hace mucho, mucho tiempo, que no pasaba por aquí, y un besazo a la correlatista anfibia
cuídense!!
