Anoche fui a un concierto. Esto no tiene nada de especial, si no fuera porque es el primer concierto etiquetado como "punk" al que voy, en mi nueva ciudad de residencia. Tocaban Bad Movies, indiscutibles héroes locales, en una sala céntrica, situada en el barrio portuario, antaño macro-lupanar donde marineros procaces intercambiaban historias y enfermedades venéreas, hoy reconvertido en zona de modernos bares y restaurantes, de esos que gastan poco en iluminación y parecen amueblados con los hallazgos de un paseo por el vertedero. Todo muy turístico, muy europeo y falsamente alternativo.
A pesar de que el estilo del grupo no esta entre mis favoritos, y de que la noche es lluviosa, me encamino alegre, alimentado por la curiosidad, hacia el Eight Ball, lugar del evento. El público, punks, skins, jarcoretas, jevis, y un tio elegante con camisa y zapatos, osea yo, nos agolpábamos en la puerta de esta sala con aspecto de almacén viejo. La amplia representación de "culturas juveniles" no suele traerme una buena premonición, dicho sea de paso. La sala, de poca profundidad y con un escenario que se extiende a lo largo del espacio, se me hace rara. No recuerdo muchas disposiciones similares. Tiene una segunda planta, abalconada ante el escenario y cerrada con rejas, que le da un rollo muy de antrazo decadente del rock. Mucha oscuridad, predominio del negro, y cuatro temas identitarios de Ramones, Adicts (y poco más), sonando, casi en bucle, nos daban la bienvenida al recinto.
Con la sala ya, prácticamente llena, y una hora después de la hora anunciada como comienzo del concierto, Kamikazi, la banda telonera, de la que fui absolutamente incapaz de encontrar ni una sola referencia en la web, hace aparición. Decir que hacian Hardcore sería impreciso, pero no muy desencaminado. Hay tanto que entra en ese saco. Un cantante, que caminaba orgulloso por el escenario, voz desgarrada, ritmos machacones, pocas bromas. Recuerdos a Agnostic Front, BoneCrusher, yo que sé, rollos yankis que no me gustan. Al segundo tema se desata el pogo. Gente tirándose del escenario y cerveza volando (el mejor uso que se podía hacer con la cara y asquerosa cerveza aguada que servían en vasos de plástico). Lo que se dice, un público entregado. A medio set, los temas se van alargando y oscureciendo. Un royo más tenebroso, y a ratos metalizado, cae sobre mi, como jarro de agua fría. Lo mejor que puedo decir en su favor es que no tocaron más de media hora escasa.
Tras los pertinentes reajustes en el equipo, sin mucha demora, suben Bad Movies al escenario. Una cosa os voy a decir. Pese a que sus discos, cartelería y demás arte, tiene un estilo muy Punkruaquer, con sus calaveras, llamas, bolas ochos, pin-ups y toda la parafernalia, estos tíos tienen menos glamour que un ladrillo en un descampado. Según empiezan a tocar, y sin ser temas que inviten al desenfreno, el público se vuelca a tope. Esto es ser profeta en tu tierra y lo demás son tonterías. Y yo, que no me sé las canciones y, además no encuentro ni la menor referencia musical con el Punk, me aburro de cojones. A los cuatro o cinco temas, empiezan a darle un poco más de zapatilla, y empiezan a venirme reminiscencias de música Country, y yo me entretengo en imaginar a estos hijos de la vieja Europa Suroriental cabalgando por el Far West. Una estampa perturbadora. Sobretodo para los nativos americanos. En estas estábamos, cuando al vocalista se le rompe una cuerda (de la guitarra). Yo rezo a todos los dioses del Olimpo para que sea capaz de cambiarla en diez segundos, y no se prolongue en exceso mi agonía. No me escuchan, y tarda dos minutos. Ingenuo de mi, esto no había hecho más que empezar. Enseguida se cuadran un tema de esos que no termina jamás, la luces caen a penumbra y ellos se recrean
en el manejo de su instrumento. Entonces comprendo que será difícil superar este lance con vida. Dos veinteañeras se suben al escenario a corear. Mal, muy mal. Ellos, lógico, las prefieren a los maromos, rezumantes de alcohol, que les zarandean y se lanzan salvajemente desde el escenario. Luego, mi traductora personal me soplaría que el 90% de su lírica es de un mojabragas estremecedor. Mal, muy mal. Los temas se van sucediendo, alternando mis constantes vitales en gamas que van, desde el espesor soporífero al tímido regocijo. Con esperanza ante un próximo final, escucho el "Because you're young", e incluso el "I fought the law" con una sonrisa estúpida. Nuevo error, nueva caída. A las versiones, siguen otro par de temas insulsos que me hacen abandonarme, y me mandan, desde la envidiada posición que mantuve todo el concierto en la primera fila (escorado al flanco derecho, eso si) hasta los sofás de la segunda planta. Ahí aguanté otra media docena de temas, entre ellos, un incendiario "All you fascists bound to loose" con el público entonando enfervorecidas proclamas contra la policía y su brazo político. Y ahí, sin bises ni (más) concesiones, termina todo. Y yo veo, al fin, la luz de la salida, y he vivido para contarlo. Eran las dos y media de la mañana.. ¿Cuánto tiempo pude pasar allí dentro, Dios mío?
Un concierto lejano. Crónica extendida.
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