Mis imprescindibles
Muerte en el olvido
" Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
oscuro, torpe, malo
el que la habita. "
Angel González
" Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
oscuro, torpe, malo
el que la habita. "
Angel González
Hubo un tiempo...
Hubo un tiempo en el que el amor era un
intruso temido y anhelado.
Un roce furtivo, premeditado, reelaborado durante
insoportables desvelos.
Una confesión perturbada y audaz, corregida mil
veces, que jamás llegaría a su destino.
Una incesante y tiránica inquietud.
Un galopar repentino del corazón ingobernable.
Un continuo batallar contra la despiadada infalibilidad
de los espejos.
Una íntima dificultad para distinguir la congoja del
júbilo.
Era un tiempo adolescente e impreciso, el tiempo del
amor sin nombre, hasta casi sin rostro, que merodeaba,
como un beso prometido, por el punto más umbrío de la
escalera.
Ana Rossetti
Hubo un tiempo en el que el amor era un
intruso temido y anhelado.
Un roce furtivo, premeditado, reelaborado durante
insoportables desvelos.
Una confesión perturbada y audaz, corregida mil
veces, que jamás llegaría a su destino.
Una incesante y tiránica inquietud.
Un galopar repentino del corazón ingobernable.
Un continuo batallar contra la despiadada infalibilidad
de los espejos.
Una íntima dificultad para distinguir la congoja del
júbilo.
Era un tiempo adolescente e impreciso, el tiempo del
amor sin nombre, hasta casi sin rostro, que merodeaba,
como un beso prometido, por el punto más umbrío de la
escalera.
Ana Rossetti
Juan José Arreola
Bestiario (fragmento)
" Los abismos atraen. Yo vivo a la orilla de tu alma. Inclinado hacia ti, sondeo tus pensamientos, indago el germen de tus actos. Vagos deseos se remueven en el fondo, confusos y ondulantes en su lecho de reptiles. ¿De que se nutre mi contemplación voraz? Veo el abismo y tú yaces en lo profundo de ti misma. Ninguna revelación. Nada que se parezca al brusco despertar de la conciencia. Nada sino el ojo que me devuelve implacable mi descubierta mirada. Narciso repulsivo, me contemplo el alma en el fondo de un pozo. A veces el vértigo desvía los ojos de ti. Pero siempre vuelvo a escrutar en la sima. Otros, felices, miran un momento tu alma y se van. Yo sigo a la orilla, ensimismado. Muchos seres se despeñan a lo lejos. Sus restos yacen borrosos, disueltos en la satisfacción. Atraído por el abismo, vivo la melancólica certeza de que no voy a caer nunca. "
Bestiario (fragmento)
" Los abismos atraen. Yo vivo a la orilla de tu alma. Inclinado hacia ti, sondeo tus pensamientos, indago el germen de tus actos. Vagos deseos se remueven en el fondo, confusos y ondulantes en su lecho de reptiles. ¿De que se nutre mi contemplación voraz? Veo el abismo y tú yaces en lo profundo de ti misma. Ninguna revelación. Nada que se parezca al brusco despertar de la conciencia. Nada sino el ojo que me devuelve implacable mi descubierta mirada. Narciso repulsivo, me contemplo el alma en el fondo de un pozo. A veces el vértigo desvía los ojos de ti. Pero siempre vuelvo a escrutar en la sima. Otros, felices, miran un momento tu alma y se van. Yo sigo a la orilla, ensimismado. Muchos seres se despeñan a lo lejos. Sus restos yacen borrosos, disueltos en la satisfacción. Atraído por el abismo, vivo la melancólica certeza de que no voy a caer nunca. "
A veces los seres humanos
nos empeñamos en hablar en diferentes idiomas
aunque usemos casi el mismo.
Parece que no queremos entendernos.
usamos la palabra para escondernos
tras el ataque, el grito o la tristeza.
Otras veces sobra con un gesto,
una mirada, un silencio,
una palabra, acaso dos.
El silencio nos habla
con más fuerza que las palabras
?la mayoría de las ocasiones no quieren decir nada?
pero nadie le escucha.
Es entonces, sólo entonces,
al oír sus alaridos y murmullos
cuando recobramos la memoria
de los signos perdidos.
Óscar Garrido García
nos empeñamos en hablar en diferentes idiomas
aunque usemos casi el mismo.
Parece que no queremos entendernos.
usamos la palabra para escondernos
tras el ataque, el grito o la tristeza.
Otras veces sobra con un gesto,
una mirada, un silencio,
una palabra, acaso dos.
El silencio nos habla
con más fuerza que las palabras
?la mayoría de las ocasiones no quieren decir nada?
pero nadie le escucha.
Es entonces, sólo entonces,
al oír sus alaridos y murmullos
cuando recobramos la memoria
de los signos perdidos.
Óscar Garrido García
-
- Mensajes: 24
- Registrado: Lun May 03, 2010 12:31 am
Para que no te sientas sóla:
QUE LA PIEDRA SEA PIEDRA Y EL OJO SEA OJO.
No eres lo que fue, no eres lo que será, no eres lo que quieres, eres lo que eres.
Cuando abras el vientre del segundo, brotará el tiempo entero,
multitud de cantos invadirán tu pecho
círculos brillantes girarán alrededor de tu cabeza, navegarán en tu sangre todos los muertos y todos los que van a nacer.
Dejarás de cubrir con tu retrato cada centímetro de mundo, cesarás de convertir en tu reflejo a tus vecinos,
No pegarás antifaces en los rostros que fulguran,
aceptarás la noche sin añorar el día, aceptarás el día sin cubrir el cielo azul con un velo turbio,
aceptarás tus pensamientos por sublimes que sean
QUE LA PIEDRA SEA PIEDRA Y EL OJO SEA OJO.
No eres lo que fue, no eres lo que será, no eres lo que quieres, eres lo que eres.
Cuando abras el vientre del segundo, brotará el tiempo entero,
multitud de cantos invadirán tu pecho
círculos brillantes girarán alrededor de tu cabeza, navegarán en tu sangre todos los muertos y todos los que van a nacer.
Dejarás de cubrir con tu retrato cada centímetro de mundo, cesarás de convertir en tu reflejo a tus vecinos,
No pegarás antifaces en los rostros que fulguran,
aceptarás la noche sin añorar el día, aceptarás el día sin cubrir el cielo azul con un velo turbio,
aceptarás tus pensamientos por sublimes que sean
Gracias. Muchas gracias.horizontes escribió:Para que no te sientas sóla:
QUE LA PIEDRA SEA PIEDRA Y EL OJO SEA OJO.
No eres lo que fue, no eres lo que será, no eres lo que quieres, eres lo que eres.
Cuando abras el vientre del segundo, brotará el tiempo entero,
multitud de cantos invadirán tu pecho
círculos brillantes girarán alrededor de tu cabeza, navegarán en tu sangre todos los muertos y todos los que van a nacer.
Dejarás de cubrir con tu retrato cada centímetro de mundo, cesarás de convertir en tu reflejo a tus vecinos,
No pegarás antifaces en los rostros que fulguran,
aceptarás la noche sin añorar el día, aceptarás el día sin cubrir el cielo azul con un velo turbio,
aceptarás tus pensamientos por sublimes que sean
¿De quién es?
-
- Mensajes: 24
- Registrado: Lun May 03, 2010 12:31 am
de ALEJANDRO J.Gengis Txan escribió:Gracias. Muchas gracias.horizontes escribió:Para que no te sientas sóla:
QUE LA PIEDRA SEA PIEDRA Y EL OJO SEA OJO.
No eres lo que fue, no eres lo que será, no eres lo que quieres, eres lo que eres.
Cuando abras el vientre del segundo, brotará el tiempo entero,
multitud de cantos invadirán tu pecho
círculos brillantes girarán alrededor de tu cabeza, navegarán en tu sangre todos los muertos y todos los que van a nacer.
Dejarás de cubrir con tu retrato cada centímetro de mundo, cesarás de convertir en tu reflejo a tus vecinos,
No pegarás antifaces en los rostros que fulguran,
aceptarás la noche sin añorar el día, aceptarás el día sin cubrir el cielo azul con un velo turbio,
aceptarás tus pensamientos por sublimes que sean
¿De quién es?
HIMNO A SATÁN
Tú que eres tan solo
una herida en la pared
y un rasguño en la frente
que induce suavemente
a la muerte.
Tú ayudas a los débiles
mejor que los cristianos
tú vienes de las estrellas
y odias esta tierra
donde moribundos descalzos
se dan la mano día tras día
buscando entre la mierda
la razón de su vida;
ya que nací del excremento
te amo
y amo posar sobre tus
manos delicadas mis heces
Tu símbolo era el ciervo
y el mío la luna
que la lluvia caiga sobre
nuestras faces
uniéndonos en un abrazo
silencioso y cruel en que
como el suicidio, sueño
sin ángeles ni mujeres
desnudo de todo
salvo de tu nombre
de tus besos en mi ano
y tus caricias en mi cabeza calva
rocíaremos con vino, orina y
sangre las iglesias
regalo de los magos
y debajo del crucifijo
aullaremos.
Leopoldo María Panero
(Poemas del manicomio de Arrasate/Mondragón)
Tú que eres tan solo
una herida en la pared
y un rasguño en la frente
que induce suavemente
a la muerte.
Tú ayudas a los débiles
mejor que los cristianos
tú vienes de las estrellas
y odias esta tierra
donde moribundos descalzos
se dan la mano día tras día
buscando entre la mierda
la razón de su vida;
ya que nací del excremento
te amo
y amo posar sobre tus
manos delicadas mis heces
Tu símbolo era el ciervo
y el mío la luna
que la lluvia caiga sobre
nuestras faces
uniéndonos en un abrazo
silencioso y cruel en que
como el suicidio, sueño
sin ángeles ni mujeres
desnudo de todo
salvo de tu nombre
de tus besos en mi ano
y tus caricias en mi cabeza calva
rocíaremos con vino, orina y
sangre las iglesias
regalo de los magos
y debajo del crucifijo
aullaremos.
Leopoldo María Panero
(Poemas del manicomio de Arrasate/Mondragón)
Hay cosas demasiado puras...
Hay cosas demasiado puras
para ser dichas
o simplemente pensadas.
Pero los poetas,
incontinentes, verbosos,
osan inquietar las zonas inefables
con escogidas palabras
al fin y al cabo estúpidas.
Y aún pretenden
ser los trujamanes
de la musa inservible
o de algún dios,
sobrante como todos.
¿O exprimen de sí mismos
quizá celestes zumos?
Menos mal que escasean los espejos,
ya que los poetas, en efecto,
son harto ridículos
en su jactancia.
Más valdría callar,
que todos callásemos.
Y entonces aprestar las grandes orejas
y aprender algo
de los lamentos, los zumbidos,
del cántico de la vida;
de los entrañados latidos
y los admirables -pese a todo-
silencios animales
del hombre,
casi imposible probatura.
Pere Quart
Hay cosas demasiado puras
para ser dichas
o simplemente pensadas.
Pero los poetas,
incontinentes, verbosos,
osan inquietar las zonas inefables
con escogidas palabras
al fin y al cabo estúpidas.
Y aún pretenden
ser los trujamanes
de la musa inservible
o de algún dios,
sobrante como todos.
¿O exprimen de sí mismos
quizá celestes zumos?
Menos mal que escasean los espejos,
ya que los poetas, en efecto,
son harto ridículos
en su jactancia.
Más valdría callar,
que todos callásemos.
Y entonces aprestar las grandes orejas
y aprender algo
de los lamentos, los zumbidos,
del cántico de la vida;
de los entrañados latidos
y los admirables -pese a todo-
silencios animales
del hombre,
casi imposible probatura.
Pere Quart
" Encadenados a otros ojos,
presos de una risa,
cautivos de la esperanza,
los condenados
dilatan cualquier celda
con un único gesto válido.
Bien puede ser un pan
comprado juntos
o lo que comentan
sobre sus respectivas jaulas.
Mientras tanto
los cepos se cierran sobre sus ansias
y los guardianes
apenas advierten su fuga
en el globo libre de unas pocas palabras
con premura intercambiadas.
Abrazados en el aire
ni siquiera escuchan el coro
que repite con dulce serenidad extática:
Nada me basta. Todo me sobra.
Sólo te quiero a ti: anudados. "
Juan Gustavo Cobo Borda
presos de una risa,
cautivos de la esperanza,
los condenados
dilatan cualquier celda
con un único gesto válido.
Bien puede ser un pan
comprado juntos
o lo que comentan
sobre sus respectivas jaulas.
Mientras tanto
los cepos se cierran sobre sus ansias
y los guardianes
apenas advierten su fuga
en el globo libre de unas pocas palabras
con premura intercambiadas.
Abrazados en el aire
ni siquiera escuchan el coro
que repite con dulce serenidad extática:
Nada me basta. Todo me sobra.
Sólo te quiero a ti: anudados. "
Juan Gustavo Cobo Borda
Caminé por viejos puentes,
recorrí escalinatas de piedra húmeda,
subí a campanarios aburridos de hiedra,
crucé arcos que la tarde inundaba de morado;
me vieron los ojos muertos de los peces,
me olieron los perros en los huertos,
me reflejó el agua de la ermita.
Me siguieron los remos de las barcas;
calmé mi sed con frutos del camino,
lavé en las ventas el polvo de la piel;
lisonjearon el sudor de mi frente
brazos que eran dulces hasta el alba;
me ofrecieron bebidas olorosas, ricas mesas;
el pico de la tormenta me doblegó alguna vez.
En ningún lugar hallaba la huella de tus pies.
Y, de pronto, mi alma peregrina escogió casa
y fue tu cuerpo la morada más perfecta.
Acabó el camino: tú eras la última parada.
Miren Agur Meabe
recorrí escalinatas de piedra húmeda,
subí a campanarios aburridos de hiedra,
crucé arcos que la tarde inundaba de morado;
me vieron los ojos muertos de los peces,
me olieron los perros en los huertos,
me reflejó el agua de la ermita.
Me siguieron los remos de las barcas;
calmé mi sed con frutos del camino,
lavé en las ventas el polvo de la piel;
lisonjearon el sudor de mi frente
brazos que eran dulces hasta el alba;
me ofrecieron bebidas olorosas, ricas mesas;
el pico de la tormenta me doblegó alguna vez.
En ningún lugar hallaba la huella de tus pies.
Y, de pronto, mi alma peregrina escogió casa
y fue tu cuerpo la morada más perfecta.
Acabó el camino: tú eras la última parada.
Miren Agur Meabe
No te voy a decir
No te voy a decir
que quiero ser la arena
que tus pies desnudos acaricie,
ni los rayos del sol que bajen jubilosos
a dorar más aún
la fina miel que forma tu epidermis,
ni el agua que la abrace con su espuma
ni el viento que la bese
y agite sus cabellos.
Sólo quiero pedirte que no dejes
que el beso y la caricia
de la arena y las olas,
de la luz y del aire,
destruyan la huellas de los míos
ni mi recuerdo que te sigue
como muda presencia inevitable.
Angel Augier
No te voy a decir
que quiero ser la arena
que tus pies desnudos acaricie,
ni los rayos del sol que bajen jubilosos
a dorar más aún
la fina miel que forma tu epidermis,
ni el agua que la abrace con su espuma
ni el viento que la bese
y agite sus cabellos.
Sólo quiero pedirte que no dejes
que el beso y la caricia
de la arena y las olas,
de la luz y del aire,
destruyan la huellas de los míos
ni mi recuerdo que te sigue
como muda presencia inevitable.
Angel Augier
Quisiste cultivar un jardín para el gozo de todos,
ordenar los rincones más sucios,
espacios amplios por los que se filtrara la luz
y la atención a las plegarias cuando fueran necesarias;
florecer de una suma de instantes en torno a una hora profunda,
confundirte en el estupor y la gracia de las rosas nacientes,
olvidarte del cuándo, del cómo, del por qué,
deslizarte por la superficie de la discusión y el carnaval
sin otra preocupación que lo que allá se anuncia-.
Te sobrevives a todos los intentos de compañía.
En la aflicción de las horas, malamente te defiendes.
Sin fe, exhausto de lo humano,
más humano que nunca,
buscas refugio en lo incierto-
palabras: lágrimas
sin motivo aparente
y con una gran inclinación
que ha ensombrecido tus pasos (¡a la noche
la frente nocturna!)-
pero que quizá cubra ya todas las estaciones
pues la velocidad del nervio óptico
aspira a la ilusión del arcoiris.
Y ahora tu voz
suena profunda pero sin gravedad-: Oh, esta diadema
de violetas tempranas.- Oh, ese violín atravesado en tu garganta.
Ah estos cabellos hacia atrás.- Beso tu frente.
Oh, yo te corono...
Beñat Baltza
ordenar los rincones más sucios,
espacios amplios por los que se filtrara la luz
y la atención a las plegarias cuando fueran necesarias;
florecer de una suma de instantes en torno a una hora profunda,
confundirte en el estupor y la gracia de las rosas nacientes,
olvidarte del cuándo, del cómo, del por qué,
deslizarte por la superficie de la discusión y el carnaval
sin otra preocupación que lo que allá se anuncia-.
Te sobrevives a todos los intentos de compañía.
En la aflicción de las horas, malamente te defiendes.
Sin fe, exhausto de lo humano,
más humano que nunca,
buscas refugio en lo incierto-
palabras: lágrimas
sin motivo aparente
y con una gran inclinación
que ha ensombrecido tus pasos (¡a la noche
la frente nocturna!)-
pero que quizá cubra ya todas las estaciones
pues la velocidad del nervio óptico
aspira a la ilusión del arcoiris.
Y ahora tu voz
suena profunda pero sin gravedad-: Oh, esta diadema
de violetas tempranas.- Oh, ese violín atravesado en tu garganta.
Ah estos cabellos hacia atrás.- Beso tu frente.
Oh, yo te corono...
Beñat Baltza
Bienvenida
¡Ojalá vuelvas a tu desorden, y el mundo al suyo.
La asimetría es juventud.
No se mantiene el orden más que el tiempo que se tarda en odiar su carácter de mal.
Entonces se avivará en ti el deseo del porvenir, y cada peldaño de tu escalera desocupada y todos los rasgos inhibidos de tu vuelo te llevarán,
te elevarán con un mismo sentimiento gozoso. Hijo de la oda ferviente, abjurarás del gigantesco enmohecimiento.
Los solsticios cuajan el dolor difuso en una dura joya adamantina.
El infierno a su medida que se habían esculpido los limadores
de metales volverá a bajar vencido a su abismo.
Delante del olvido nuevo, la única nube en el cielo será el sol.
Mintamos esperanzados a quienes nos mienten: que la inmortalidad inscrita sea a la vez la piedra y la lección.
René Char
¡Ojalá vuelvas a tu desorden, y el mundo al suyo.
La asimetría es juventud.
No se mantiene el orden más que el tiempo que se tarda en odiar su carácter de mal.
Entonces se avivará en ti el deseo del porvenir, y cada peldaño de tu escalera desocupada y todos los rasgos inhibidos de tu vuelo te llevarán,
te elevarán con un mismo sentimiento gozoso. Hijo de la oda ferviente, abjurarás del gigantesco enmohecimiento.
Los solsticios cuajan el dolor difuso en una dura joya adamantina.
El infierno a su medida que se habían esculpido los limadores
de metales volverá a bajar vencido a su abismo.
Delante del olvido nuevo, la única nube en el cielo será el sol.
Mintamos esperanzados a quienes nos mienten: que la inmortalidad inscrita sea a la vez la piedra y la lección.
René Char
LAS PEQUEÑAS PALABRAS
Decías tú palabras
íntimas, silenciosas.
Palabras que se dicen
del amor al amor,
de una boca a otra boca.
El poema secreto
para todos se hacía,
las pequeñas palabras
memorables, dichosas.
Las hazañas diarias,
ilusiones del día,
las más pequeñas cosas;
palabras compartidas,
útiles, generosas.
El poema secreto
para todos se hacía,
las pequeñas palabras
?otras no he de decir?
durarán como rocas.
Alfonso Castafredra
Decías tú palabras
íntimas, silenciosas.
Palabras que se dicen
del amor al amor,
de una boca a otra boca.
El poema secreto
para todos se hacía,
las pequeñas palabras
memorables, dichosas.
Las hazañas diarias,
ilusiones del día,
las más pequeñas cosas;
palabras compartidas,
útiles, generosas.
El poema secreto
para todos se hacía,
las pequeñas palabras
?otras no he de decir?
durarán como rocas.
Alfonso Castafredra
Si ves que te hablo y anochece...
Si ves que te hablo y anochece...
Si ves que te hablo y anochece
y el reloj sólo señala el tiempo de la espera.
Si tus ojos reflejan la soledad que existe
en aquella noche de amor de tanto frío.
Si los últimos perfiles de tu voz se ahogan
en aquel mar que aquella noche recorrimos.
No tengas miedo que así me has encontrado,
justo en el destello blanco que la luna
depositó sobre las orillas de tus labios,
justo donde comienza la agonía.
Antonio José Mialdea
Si ves que te hablo y anochece...
Si ves que te hablo y anochece
y el reloj sólo señala el tiempo de la espera.
Si tus ojos reflejan la soledad que existe
en aquella noche de amor de tanto frío.
Si los últimos perfiles de tu voz se ahogan
en aquel mar que aquella noche recorrimos.
No tengas miedo que así me has encontrado,
justo en el destello blanco que la luna
depositó sobre las orillas de tus labios,
justo donde comienza la agonía.
Antonio José Mialdea
Es difícil decirlo,
lo sé con la certeza de un puño que se rompe,
del gesto torrencial que une ciertas estrellas.
Quiero saber por qué a pesar de todo
hay ritmos que se agotan,
en qué consiste el agua,
la delgadez del mundo y el peso del plomo,
o por qué las palabras se han quedado colgando
sonámbulas, inútiles, aisladas y perfectas.
Es difícil decirlo sin morderse por dentro la sonrisa,
sin necesitar la absoluta densidad del cielo.
Sin pedir a gritos un horizonte de agua que nos transmita dulcemente.
A veces extenderse es tan sólo tocar un mundo que no arde,
o un conjunto de dioses que interpretan su música de vidrio
sonando eternamente a girasol ya piedra.
Tu explosión necesaria, tu pulso original
es un acantilado de ternura,
un punto de partida donde volver a hundirse
hacia tu brevedad de mujer de gato.
Porque es inevitable referirte una vez más al agua,
a la perfecta serenidad de tus manos abiertas,
al geométrico crepúsculo de tus dedos transparentes.
Mujer de arcilla y agua, planeta desnudisimo.
Lo demás sólo es cielo.
Déjame hablar,
hundir las lanzas largas de la noche,
ser una arquitectura de ceniza.
Lo demás sólo es cielo, es inútil el mar contra las cosas,
la sal contra las cosas. En las tardes,
inevitablemente nos perdemos de tanto perseguir las longitudes,
de tanto juntar barro con el barro. No te rompas.
Defiende tus espacios, despedaza tu sangre por la tierra.
No hay más que cielo detrás de las batallas.
También la luz a veces se parte como un hueso.
Miguel Sánchez Gatell
lo sé con la certeza de un puño que se rompe,
del gesto torrencial que une ciertas estrellas.
Quiero saber por qué a pesar de todo
hay ritmos que se agotan,
en qué consiste el agua,
la delgadez del mundo y el peso del plomo,
o por qué las palabras se han quedado colgando
sonámbulas, inútiles, aisladas y perfectas.
Es difícil decirlo sin morderse por dentro la sonrisa,
sin necesitar la absoluta densidad del cielo.
Sin pedir a gritos un horizonte de agua que nos transmita dulcemente.
A veces extenderse es tan sólo tocar un mundo que no arde,
o un conjunto de dioses que interpretan su música de vidrio
sonando eternamente a girasol ya piedra.
Tu explosión necesaria, tu pulso original
es un acantilado de ternura,
un punto de partida donde volver a hundirse
hacia tu brevedad de mujer de gato.
Porque es inevitable referirte una vez más al agua,
a la perfecta serenidad de tus manos abiertas,
al geométrico crepúsculo de tus dedos transparentes.
Mujer de arcilla y agua, planeta desnudisimo.
Lo demás sólo es cielo.
Déjame hablar,
hundir las lanzas largas de la noche,
ser una arquitectura de ceniza.
Lo demás sólo es cielo, es inútil el mar contra las cosas,
la sal contra las cosas. En las tardes,
inevitablemente nos perdemos de tanto perseguir las longitudes,
de tanto juntar barro con el barro. No te rompas.
Defiende tus espacios, despedaza tu sangre por la tierra.
No hay más que cielo detrás de las batallas.
También la luz a veces se parte como un hueso.
Miguel Sánchez Gatell
Destino
Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
antes que lo devoren (cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos.
Rosario Castellanos
Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
antes que lo devoren (cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos.
Rosario Castellanos
Estamos tan intoxicados uno del otro...
Estamos tan intoxicados uno del otro
Que de improviso podríamos naufragar,
Este paraíso incomparable
Podría convertirse en terrible afección.
Todo se ha aproximado al crimen
Dios nos ha de perdonar
A pesar de la paciencia infinita
Los caminos prohibidos se han cruzado.
Llevamos el paraíso como una cadena bendita
Miramos en él, como en un aljibe insondable,
Más profundo que los libros admirables
Que surgen de pronto y lo contienen todo.
Ana Ajmatova
Estamos tan intoxicados uno del otro
Que de improviso podríamos naufragar,
Este paraíso incomparable
Podría convertirse en terrible afección.
Todo se ha aproximado al crimen
Dios nos ha de perdonar
A pesar de la paciencia infinita
Los caminos prohibidos se han cruzado.
Llevamos el paraíso como una cadena bendita
Miramos en él, como en un aljibe insondable,
Más profundo que los libros admirables
Que surgen de pronto y lo contienen todo.
Ana Ajmatova
La formal
Ponte el pudor.
Está allí, debajo del lecho
junto a las ropas caídas.
Dilúyelo sobre tus mejillas
como si fuese un maquillaje.
Alisa tu piel
y ese tablero de ajedrez borracho
de tu falda de cuadros.
Abróchate la blusa
y adopta otra vez
esa actitud ingenua de muchacha formal.
Ordena tus cabellos y tus prejuicios.
Camina con esa dignidad desvencijada
que usas los domingos
para asistir a misa.
Tan pronto atravieses el umbral
serás nuevamente tú
la pequeña burguesa incomprendida
con tus veinte años de lugares comunes
y tu boca repleta de palabras usadas.
Serás la rutinaria.
La formal.
La limitada.
Creerás otra vez en Dios
así como antes creías en tu cuerpo,
y estarás llena de moral
así como antes estabas llena de mí.
Mañana volverás
y entonces te diré las palabras de siempre:
Ponte tu cuerpo
quítate el pudor y las ropas
y ven así, desnuda
a engañarnos pensando
que no hemos empezado a envejecer.
Miguel Méndez
Gracias, Fran
Ponte el pudor.
Está allí, debajo del lecho
junto a las ropas caídas.
Dilúyelo sobre tus mejillas
como si fuese un maquillaje.
Alisa tu piel
y ese tablero de ajedrez borracho
de tu falda de cuadros.
Abróchate la blusa
y adopta otra vez
esa actitud ingenua de muchacha formal.
Ordena tus cabellos y tus prejuicios.
Camina con esa dignidad desvencijada
que usas los domingos
para asistir a misa.
Tan pronto atravieses el umbral
serás nuevamente tú
la pequeña burguesa incomprendida
con tus veinte años de lugares comunes
y tu boca repleta de palabras usadas.
Serás la rutinaria.
La formal.
La limitada.
Creerás otra vez en Dios
así como antes creías en tu cuerpo,
y estarás llena de moral
así como antes estabas llena de mí.
Mañana volverás
y entonces te diré las palabras de siempre:
Ponte tu cuerpo
quítate el pudor y las ropas
y ven así, desnuda
a engañarnos pensando
que no hemos empezado a envejecer.
Miguel Méndez
Gracias, Fran
--- IMPULSO ---
De prisa, de prisa:
lo que se cayó, no lo cojas.
Tenemos más, tenemos más;
tenemos de sobra.
¡De prisa! ¡De prisa!
Lo que nos robaron, no importa.
Tenemos más, tenemos más;
tenemos de sobra.
¡Derechos, derechos...!
No te pares; coge la rosa
y a la mendiga del camino
dale la bolsa;
porque, amigo, tenemos más;
tenemos de sobra.
José Moreno Villa
De prisa, de prisa:
lo que se cayó, no lo cojas.
Tenemos más, tenemos más;
tenemos de sobra.
¡De prisa! ¡De prisa!
Lo que nos robaron, no importa.
Tenemos más, tenemos más;
tenemos de sobra.
¡Derechos, derechos...!
No te pares; coge la rosa
y a la mendiga del camino
dale la bolsa;
porque, amigo, tenemos más;
tenemos de sobra.
José Moreno Villa
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