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Txan
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Mensajepor Txan » Mié Feb 04, 2009 7:55 pm

Ciudadano: llámame Txan, es más corto y lo de gorri se presupone :lol:

Ahí va la traducción, pelín machista ¿no te parece?

Oh Pello Pello!
Tengo sueño y
¿puedo irme a la cama?
- Hila y
luego, luego,luego...
hila y
luego,luego, ya (podrás ir).

Oh Pello Pello!
He hilado y
puedo irme a la cama?
- Devana (poner hilo en madejas) y
luego, luego, luego...
devana y
luego´luego, ya.

Oh Pello Pello!
he devanado y
¿puedo irme a la cama?
- Haz las bobinas y
luego, luego, luego...
haz las bobinas y
luego, luego, ya.

Oh Pello Pello!
He hecho las bobinas y
¿puedo irme a la cama?
-Blanqueala(?) y
luego, luego, luego...
blanqueala y
luego, luego, ya.

Oh Pello Pello!
He blanqueado y
¿puedo irme a la cama?
- barre y
luego, luego, luego...
barre y
luego, luego, ya.

Oh Pello Pello!
He barrido y
¿puedo irme a la cama?
haz leña y
luego, luego, luego...
haz leña y
luego, luego, ya.

Oh Pello Pello!
he hecho leña y
¿puedo irme a la cama?
- Cose y
luego, luego, luego...
cose y
luego, luego, ya.

Oh Pello Pello!
He cosido y
¿puedo irme a la cama?
ya hay luz (es de día)
no vale.
Ciudadano Terrorista
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Mensajepor Ciudadano Terrorista » Mié Feb 04, 2009 8:03 pm

jajajaja, si que es machista! Pero imagino que critica eso... no?! Por cierto, Pello es un nombre propio? o como? Txan :P
Txan
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Mensajepor Txan » Mié Feb 04, 2009 8:13 pm

Sí, Pello, o Peio, o Kepa, son todos lo mismo: Pedro.
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Mensajepor Ciudadano Terrorista » Mié Feb 04, 2009 8:26 pm

Pues menudo con Pello... siento haverte dedicado una canción machista :oops:
Miguel.KP
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Mensajepor Miguel.KP » Mié Feb 04, 2009 8:29 pm

Ciudadano Terrorista escribió:Pues menudo con Pello... siento haverte dedicado una canción machista :oops:
Lo mismo no es machista si no que lo critica. Como las canciones de Lendakaris Muertos XD Tienen canciones que unos se toman como "himnos" y en realidad son "burlas" XD


saludix
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Mensajepor Ciudadano Terrorista » Mié Feb 04, 2009 8:30 pm

Claro, por supuesto que no es machista.

Eso de Lendakaris Muertos es muy fuerte... digo la gente, que se toma sus letras en serio.
Miguel.KP
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Mensajepor Miguel.KP » Mié Feb 04, 2009 8:57 pm

Ya XD El caso más sangrante ya lo puse en otro post: Veterano de la Kale Borroka XD Con esa se lo flipa mucho la gente y en realidad es una burla...

Voy a poner un extracto de otros grupo que puse antes:

"El mundo apesta
porque se basa en una resta.
Lo que puedo conseguir
menos lo que me cuesta:
rentabilidad funesta.

El beneficio
que nos lleva al precipicio.
Apenas hay resquicios
para la vida.
Ésta ha sido reducida a tu oficio"


saludix
Txan
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Mensajepor Txan » Mié Feb 04, 2009 10:10 pm

El corazón delator
Cuento.

Edgar Allan Poe


¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.

Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.

Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.

Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:

-¿Quién está ahí?

Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.

Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.

Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.

Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.

Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.

¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.

Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.

Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.

Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!

Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?

Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.

Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.

Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.

Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!

-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!

FIN


Traducción de Julio Cortázar


Buenas noches, gabon.
cHOu
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Mensajepor cHOu » Mié Feb 04, 2009 11:17 pm

LA MUERTA, Pablo Neruda


Si de pronto no existes,
si de pronto no vives,
yo seguiré viviendo.

No me atrevo,
no me atrevo a escribirlo,
si te mueres.

Yo seguiré viviendo.

Porque donde no tiene voz un hombre
allí, mi voz.

Donde los negros sean apaleados,
yo no puedo estar muerto.
Cuando entren en la cárcel mis hermanos
entraré yo con ellos.

Cuando la victoria,
no mi victoria,
sino la gran victoria
llegue,
aunque esté mudo debo hablar:
yo la veré llegar aunque esté ciego.

No, perdóname.
Si tú no vives,
si tú, querida, amor mío,
si tú
te has muerto,
todas las hojas caerán en mi pecho,
lloverá sobre mi alma noche y día,
la nieve quemará mi corazón,
andaré con frío y fuego y muerte y nieve,
mis pies querrán marchar hacia donde tú duermes,
pero
seguiré vivo,
porque tú me quisiste sobre todas las cosas
indomable,
y, amor, porque tú sabes que soy no sólo un hombre
sino todos los hombres.
Ciudadano Terrorista
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Mensajepor Ciudadano Terrorista » Jue Feb 05, 2009 2:59 am

Joder Txan, nos has dado kaña!
gallipato
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Mensajepor gallipato » Jue Feb 05, 2009 4:45 am

..
Última edición por gallipato el Dom Oct 12, 2014 8:34 pm, editado 1 vez en total.
Txan
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Mensajepor Txan » Jue Feb 05, 2009 9:21 am

LA MUERTA, Pablo Neruda

Igual no es el mejor, pero es grande, muy grande.

Otro grande:

TÁCTICA Y ESTRATEGIA

Mario Benedetti


Mi táctica es
mirarte
aprender como sós
quererte como sós.

Mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vós.

Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos.

No haya telón
ni abismos .

Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple;
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.


Buenos días.
Salud y libertad.
Txan
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Mensajepor Txan » Jue Feb 05, 2009 9:29 am

¿Te has leido El gato negro?


Sí, sí que lo he leído. Es una pequeña (por el tamaño) obra de arte.
............
"Me sentí entonces más miserable que todas las miserias humanas. ¡Pensar que una bestia, cuyo semejante había yo destruido desdeñosamente, una bestia era capaz de producir tan insoportable angustia en un hombre creado a imagen y semejanza de Dios! ¡Ay, ni de día ni de noche pude ya gozar de la bendición del reposo! De día, aquella criatura no me dejaba un instante solo; de noche, despertaba hora a hora de los más horrorosos sueños, para sentir el ardiente aliento de la cosa en mi rostro y su terrible peso -pesadilla encarnada de la que no me era posible desprenderme- apoyado eternamente sobre mi corazón. "


.........

Es angustioso pero no puedes dejar de leer ¿verdad? Las palabras se sobreponen unas a otras y no puedes dejarlo.

Lo que me gusta de estos relatos es que no tienen moraleja.

Un saludo. :wink:
Txan
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Mensajepor Txan » Jue Feb 05, 2009 9:31 am

Ciudadano Terrorista escribió:Joder Txan, nos has dado kaña!
Ciudadano;....... es que,......... soy un poco txapas.
Me lanzo y,.............

Buen día :D
Txan
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Mensajepor Txan » Jue Feb 05, 2009 9:39 am

Yasunari Kawabata,
"Lo bello y lo triste".


Por mariateresamelendezirigoyen


A la desexistencia


Otoko, una jovencita casi niña se enamora de Oki, un hombre mucho mayor que ella. Ambos engendran un hijo que Otoko pierde, lo que la sumerge en una profunda tristeza. Tras este episodio Oki desaparece.

Los años van curando la herida del abandono. Otoko se convierte en una reconocida pintora que comparte su casa con Keiko, su discípula y quien siente una gran admiración y cariño por su maestra. Por su parte Oki, se ha casado y tiene un hijo.

Un día Oki decide regresar a Kyoto para escuchar las campanadas del templo en año nuevo. En su visita busca a Otoko. El encuentro cargado de palabras no dichas y emociones a flor de piel no tiene consecuencias aparentemente inmediatas. Sin embargo, Keiko al enterarse de los detalles del reencuentro desencadena la venganza que Otoko nunca buscó. Keiko no sólo conocía todos los pormenores de la relación de su amada maestra con Oki sino que compartía el dolor experimentado por Otoko debido su cercanía con ésta, lo que la llevo a llenarse de la fuerza necesaria para construir el más sutil de los actos para causarle a Oki un mortal sufrimiento.

Keiko se acerca cautelosamente a la cotidianeidad de Oki y comienza a golpear los recuerdos de su tiempo con Otoko. Ésta al enterarse de los planes de Keiko intenta detenerla, pero Keiko está decidida a llegar hasta el final.

Como parte de su estrategia Keiko se acerca al hijo de Oki, lo enamora, lo ilusiona, prepara el terreno para poder consumir cómodamente una dramática venganza, que aparenta ser un accidente que llena de dolor a todas las personas cercanas a la vida de Otoko y Oki, y a ellos mismos.

La magistral forma en que Kawabata construye las sutiles relaciones de sus personajes y paisajes minimalistas se destaca sobre la anécdota de la historia, lo que da a la novela una gran consistencia narrativa y de formas.

Lo bello y lo triste es el inicio para sumergirse en el mundo oriental de una manera sutil en sus aguas místicas y llenas de desagarradoras y maravillosas pasiones humanas.

Yasunari Kawabata nació en Osaka en 1899, vivió huérfano de familia y se suicido en 1972. Escribió "La bailarina de Izu", "País de nieve", "El lago", "Las bellas durmientes", "Kyoto" entre otras.

Su particular manera de transmitir el sufrimiento de los personajes a través del más frágil velo de belleza, convierte al título de la novela "Lo bello y lo triste" en una apología de su propia vida y dolor.





Yasunari Kawabata (1899-1972)
El escritor japonés Kawabata Yasunari, se destacó en el panorama literario del siglo XX por la delicadeza y el refinado lirismo de sus obras.
Kawabata nació en Osaka el 11 de junio de 1899. La soledad en que pasó su infancia tras la muerte de sus seres más queridos marcó profundamente su personalidad. Huérfano a los 3 años, insomne perpetuo, cineasta en su juventud, lector voraz tanto de los clásicos como de las vanguardias europeas, fue un solitario empedernido
Tras finalizar sus estudios en 1924 fundó Bungei Jidai (La Edad Artística). Fue precisamente en esa revista donde apareció, en 1926, "Izu no odoriko" ("La danzarina de Izu"), relato lleno de imágenes líricas y sugerentes, en el que se apreciaban ecos de las escrituras budistas y de los poetas medievales japoneses, que para el autor constituían "la más elevada literatura del mundo".
La soledad, la angustia ante la muerte, la búsqueda de la belleza y la atracción por la psicología femenina, expresado todo ello en un estilo simbólico y lírico, fueron temas centrales en torno a los cuales giraron Yukiguni (1948; País de nieve), Yama no oto (1949-1954; El clamor de la montaña) y Nemureru bijo (1961; Bellas adormecidas), obras de plenitud artística que lo hicieron merecedor, en 1968, del Premio Nobel de literatura.
Kawabata Yasunari se suicidó en Zushi el 16 de abril de 1972. Su obra, que él mismo definió como un intento de hallar la armonía entre el hombre, la naturaleza y el vacío, permanece entre las más altas de la narrativa del siglo XX.

No apta si se está en estado de ánimo bajo.

Saludos.
cHOu
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Mensajepor cHOu » Jue Feb 05, 2009 12:18 pm

Txantxangorri escribió:LA MUERTA, Pablo Neruda

Igual no es el mejor, pero es grande, muy grande.

Otro grande:

TÁCTICA Y ESTRATEGIA

Mario Benedetti


Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple;
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites. [/b]

Buenos días.
Salud y libertad.
:cry: Mancantau
Txan
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Mensajepor Txan » Jue Feb 05, 2009 2:44 pm

cHOu :wink:

Poemas de Mario Benedetti

Poemas del Alma


Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.
cHOu
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Mensajepor cHOu » Jue Feb 05, 2009 3:40 pm

Puedo escribir los versos más tristes esta noche Pablo Neruda


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.


Me impactó la primera vez que lo leí... es raro que no lo hayáis puesto :roll:
Txan
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Mensajepor Txan » Jue Feb 05, 2009 3:58 pm

cHOu, es que este hombre escribió tanto bueno !!!!!
Sí, realmente es increíble.
Se me ponen los pelos de punta
:wink:

Para los amantes de los gatos (entre los que me incluyo)

Poema Oda Al Gato
Pablo Neruda


Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.
Txan
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Mensajepor Txan » Jue Feb 05, 2009 8:07 pm


"Aquellas brumas de los montes son para mí un recuerdo indeleble;
otras cosas se me han olvidado: odios, cariños, favores y desprecios,
han pasado por mí sin dejar una huella; esas brumas,
en cambio, anegaron mi alma para siempre;ya no salen de ella, ya no saldrán jamás."


Pío Baroja,
Fantasías vascas.


Buenas noches, gabon.
Salud y libertad.
Txan
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Mensajepor Txan » Jue Feb 05, 2009 11:45 pm

HAGAMOS UN TRATO

Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo.

Si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo.

Pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

Mario Benedetti
cHOu
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Mensajepor cHOu » Vie Feb 06, 2009 1:20 pm

Aaaah, Hagamos un trato :roll:

Queda prohibido, Pablo Neruda

Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber que hacer,
tener miedo a tus recuerdos.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.

...


Txantxangorri, ésto es Benedetti vs Neruda? :lol:
Txan
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Mensajepor Txan » Vie Feb 06, 2009 1:30 pm

Me lo pones difícil, una decisión complicada, pero acepto :wink:
Cualquier razón es buena para releer poesía de la buena, arte de la palabra.


CHAU NÚMERO TRES

Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres

sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro

te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota

te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía

pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono

estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos

estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra

estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen

y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.


Mario Benedetti
cHOu
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Mensajepor cHOu » Vie Feb 06, 2009 4:54 pm

Txantxangorri escribió: te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota
=D

La noche en la isla Pablo Neruda

Toda la noche he dormido contigo
junto al mar, en la isla.
Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño,
entre el fuego y el agua.


Tal vez muy tarde
nuestros sueños se unieron
en lo alto o en el fondo,
arriba como ramas que un mismo viento mueve,
abajo como rojas raíces que se tocan.

Tal vez tu sueño
se separó del mío
y por el mar oscuro
me buscaba
como antes
cuando aún no existías,
cuando sin divisarte
navegué por tu lado,
y tus ojos buscaban
lo que ahora
?pan, vino, amor y cólera?
te doy a manos llenas
porque tú eres la copa
que esperaba los dones de mi vida.

He dormido contigo
toda la noche mientras
la oscura tierra gira
con vivos y con muertos,
y al despertar de pronto
en medio de la sombra
mi brazo rodeaba tu cintura.
Ni la noche, ni el sueño
pudieron separarnos.

He dormido contigo
y al despertar tu boca
salida de tu sueño
me dio el sabor de tierra,
de agua marina, de algas,
del fondo de tu vida,
y recibí tu beso
mojado por la aurora
como si me llegara
del mar que nos rodea.



Voy ganando, no??? :wink:
Capicúa
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Mensajepor Capicúa » Vie Feb 06, 2009 5:04 pm

Benedetti, Baroja, Poe,... menudo regalo a la vista (:

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