Miguel Hernández

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eliminado-20131211
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Miguel Hernández

Mensajepor eliminado-20131211 » Jue Ene 13, 2005 1:57 pm

No sé si a alguien le interesará este hombre pero yo lo admiro ya que es un verdadero revolucionario y a mí me gustaría recordarlo, por qué no? y creo que se lo merece por eso abro este post.
:twisted: un saludito



Tengo ya el alma ronca y tengo ronco,
el gemido de música traidora...
Arrímate a llorar conmigo a un tronco:

retírate conmigo al campo y llora
a la sangrienta sombra de un granado
desgarrado de amor como tú ahora.

Caen desde el cielo gris desconsolado,
caen ángeles cernidos para el trigo
sobre el invierno gris desocupado.

Arrímate , retírate conmigo:
vamos a celebrar nuestros dolores
junto al árbol del campo que te digo

( ... ) y quien no lo conozca que no opine
XiMeT
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Mensajepor XiMeT » Jue Ene 13, 2005 2:16 pm

Ole!
Malconcio
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Mensajepor Malconcio » Jue Ene 13, 2005 2:56 pm

Tristes guerras
si no es el amor la empresa
Tristes armas
si no son las palabras
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Mensajepor -- » Vie Ene 14, 2005 12:40 am

Ains, mi amigo Miguel Hernandez el Facha
Rozío
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Mensajepor Rozío » Vie Ene 14, 2005 12:24 pm

Jejejejejejeje
Invitado

Re: Miguel Hernández

Mensajepor Invitado » Vie Ene 14, 2005 2:22 pm

LOKADELAKOLINA escribió:
Tengo ya el alma ronca y tengo ronco,
el gemido de música traidora...
Arrímate a llorar conmigo a un tronco:

retírate conmigo al campo y llora
a la sangrienta sombra de un granado
desgarrado de amor como tú ahora.

Caen desde el cielo gris desconsolado,
caen ángeles cernidos para el trigo
sobre el invierno gris desocupado.

Arrímate , retírate conmigo:
vamos a celebrar nuestros dolores
junto al árbol del campo que te digo

Yo les tengo puesta música a estos versos desde el primero ("Tengo ya el alma ronca y tengo ronco") hasta:

Panadera de espigas y de flores,
panadera lilial de piel de era,
panadera de panes y de amores.

Aunque a veces me ha dado por tocar toda la elegía de cabo a rabo.
Por cierto me gustaría anotar que esta composición es la segunda elegía a Ramón Sijé, pero esta vez es más bien un planto a la novia de Ramón, la panadera de Orihuela. Es tan preciosa como la otra elegía, leedla.
Carrasco

Mensajepor Carrasco » Vie Ene 14, 2005 2:25 pm

Por cierto, este último soy yo y tengo un grupo de rock pucelano llamado LAS VACAS ARGENTINAS.
Invitado

Mensajepor Invitado » Vie Ene 14, 2005 8:30 pm

yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma tan temprano...

empezaba así no? pero ya no me acuerdo de má!! es mu bonita como tú dices, y molaría escuchar cómo le has puesto música a esa poesía...
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Mensajepor -- » Vie Ene 14, 2005 10:46 pm

Efectivamente, y continua diciendo

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
--
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Mensajepor -- » Vie Ene 14, 2005 10:48 pm

Por cierto, yo tire un chicle mascado a su tumba :oops: :oops: :oops:
mtoykitando
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Mensajepor mtoykitando » Sab Ene 15, 2005 12:08 am

Pff bueno aquí va mi pekeña selección, para hacer las delicias de todos los que os guste este genio de la poesía...


Si la sangre también, como el cabello,
Con el dolor y el tiempo encaneciera,
Mi sangre, roja hasta el carbunclo, fuera
Pálida hasta el temor y hasta el destello.

Desde que me conozco me querello.
Tanto de tanto andar de fiera en fiera
Sangre, y ya no es mi sangre una nevera
Porque la nieve no se ocupa de ello.

Si el tiempo y el dolor fueran de plata
Surcada, como van diciendo quienes
A sus obligatorias y verdugas

Reliquias dan lugar, como la nata,
Mi corazón tendria ya las sienes
Espumosas de canas y de arrugas.

---

Una interior cadena de suspiros
Al cuello llevo crudamente echada,
Y en cada ojo, en cada mano, en cada
Labio dos riendas fuertes como tiros.

Cuando a la soledad de estos retiros
Vengo a olvidar tu ausencia inolvidada,
Por menos de un poquito, que es por nada,
Vuelven mis pensamientos a sus giros.

Alrededor de ti, muerto de pena,
Como pájaros negros los extiendo
Y en tu memoria pacen poco a poco.

Y angustiado desato la cadena,
Y la voz de las riendas desoyendo,
Por el campo del llanto me desboco.

---

Nadie me salvará de este naufragio
Si no es tu amor, la tabla que procuro,
Si no es tu voz, el norte que pretendo.

Eludiendo por eso el mal presagio
De que ni en ti siquiera habré seguro,
Voy entre pena y pena sonriendo.

---

Yo sé que ver y oír a un triste enfada,
Cuando se viene y va de la alegría
Como un mar meridiano a una bahía
Esquiva, cejijunta y desolada.

Lo que he sufrido y nada, todo es nada,
Para lo que me queda todavía
que sufrir el rigor de esa agonía
de abocarme y ver piedra en tu mirada.

Me callaré, me apartaré (si puedo),
Con mi pena constante, instante, plena,
A donde ni has de oírme ni he de verte.

Me voy, amor, me voy, pero me quedo,
Pero me voy, desierto y sin arenas.
Adiós, amor; adiós hasta la muerte.

---

EL SILBO DE AFIRMACIÓN EN LA ALDEA


Alto soy de mirar a las palmeras,
rudo de convivir con las montañas...
Yo me vi bajo y blando en las aceras
de una ciudad espléndida de arañas.
Difíciles barrancos de escaleras,
calladas cataratas de ascensores,
¡qué impresión de vacío!,
ocupaban el puesto de mis flores,
los aires de mis aires y mi río.

Yo vi lo más notable de lo mío
llevado del demonio, y Dios ausente.
Yo te tuve en el lejos del olvido,
aldea, huerto, fuente
en que me vi al descuido:
huerto, donde me hallé la mejor vida,
aldea, donde al aire y libremente,
en una paz meé larga y tendida.

Pero volví en seguida
mi atención a las puras existencias
de mi retiro hacia mi ausencia atento,
y todas sus ausencias
me llenaron de luz el pensamiento.

Iba mi pie sin tierra, ¡qué tormento!,
vacilando en la cera de los pisos,
con un temor continuo, un sobresalto,
que aumentaban los timbres, los avisos,
las alarmas, los hombres y el asfalto.
¡Alto!, ¡Alto!, ¡Alto!, ¡Alto!
¡Orden!, ¡Orden! ¡Qué altiva
imposición del orden una mano,
un color, un sonido!
Mi cualidad visiva,
¡ay!, perdía el sentido.

Topado por mil senos, embestido
por más de mil peligros, tentaciones,
mecánicas jaurías,
me seguían lujurias y claxones,
deseos y tranvías.

¡Cuánto labio de púrpuras teatrales,
exageradamente pecadores!
¡Cuánto vocabulario de cristales,
al frenesí llevando los colores
en una pugna, en una competencia
de originalidad y de excelencia!
¡Qué confusión! ¡Babel de las babeles!
¡Gran ciudad!: ¡gran demontre!: ¡gran puñeta!
¡el mundo sobre rieles,
y su desequilibrio en bicicleta!

Los vicios desdentados, las ancianas
echándose en las canas rosicleres,
infamia de las canas,
y aun buscando sin tuétano placeres.
Árboles, como locos, enjaulados:
Alamedas, jardines
para destuetanarse el mundo; y lados
de creación ultrajada por orines.

Huele el macho a jazmines,
y menos lo que es todo parece
la hembra oliendo a cuadra y podredumbre.

¡Ay, cómo empequeñece
andar metido en esta muchedumbre!
¡Ay!, ¿dónde está mi cumbre,
mi pureza, y el valle del sesteo
de mi ganado aquel y su pastura?

Y miro, y sólo veo
velocidad de vicio y de locura.
Todo eléctrico: todo de momento.
Nada serenidad, paz recogida.
Eléctrica la luz, la voz, el viento,
y eléctrica la vida.
Todo electricidad: todo presteza
eléctrica: la flor y la sonrisa,
el orden, la belleza,
la canción y la prisa.
Nada es por voluntad de ser, por gana,
por vocación de ser. ¿Qué hacéis las cosas
de Dios aquí: la nube, la manzana,
el borrico, las piedras y las rosas?

¡Rascacielos!: ¡qué risa!: ¡rascaleches!
¡Qué presunción los manda hasta el retiro
de Dios! ¿Cuándo será, Señor, que eches
tanta soberbia abajo de un suspiro?
¡Ascensores!: ¡qué rabia! A ver, ¿cuál sube
a la talla de un monte y sobrepasa
el perfil de una nube,
o el cardo, que de místico se abrasa
en la serrana gracia de la altura?
¡Metro!: ¡qué noche oscura
para el suicidio del que desespera!:
¡qué subterránea y vasta gusanera,
donde se cata y zumba
la labor y el secreto de la tumba!
¡Asfalto!: ¡qué impiedad para mi planta!
¡Ay, qué de menos echa
el tacto de mi pie mundos de arcilla
cuyo contacto imanta,
paisajes de cosecha,
caricias y tropiezos de semilla!

¡Ay, no encuentro, no encuentro
la plenitud del mundo en este centro!
En los naranjos dulces de mi río,
asombros de oro en estas latitudes,
oh ciudad cojitranca, desvarío,
sólo abarca mi mano plenitudes.
No concuerdo con todas estas cosas
de escaparate y de bisutería:
entre sus variedades procelosas,
es la persona mía,
como el árbol, un triste anacronismo.
Y el triste de mí mismo,
sale por su alegría,
que se quedó en el mayo de mi huerto,
de este urbano bullicio
donde no estoy de mí seguro cierto,
y es pormayor la vida como el vicio.

* * *

He medio boquiabierto
la soledad cerrada de mi huerto.
He regado las plantas:
las de mis pies impuras y otras santas,
en la sequía breve de mi ausencia
por nadie reemplazada. Se derrama,
rogándome asistencia,
el limonero al suelo, ya cansino,
de tanto agrio picudo.
En el miembro desnudo de una rama,
se le ve al ave el trino
recóndito, desnudo.

Aquí la vida es pormenor: hormiga,
muerte, cariño, pena,
piedra, horizonte, río, luz, espiga,
vidrio, surco y arena.
Aquí está la basura
en las calles, y no en los corazones.
Aquí todo se sabe y se murmura:
No puede haber oculta la criatura
mala, y menos las malas intenciones.

Nace un niño, y entera
la madre a todo el mundo del contorno.
Hay pimentón tendido en la ladera,
hay pan dentro del horno,
y el olor llena el ámbito, rebasa
los límites del marco de las puertas,
penetra en toda la casa
y panifica el aire de las huertas.

Con una paz de aceite derramado,
enciende el río un lado y otro lado
de su imposible, por eterna, huida.
Como una miel muy lenta destilada,
por la serenidad de su caída
sube la luz a las palmeras: cada
palmera se disputa
la soledad suprema de los vientos,
la delicada gloria de la fruta
y la supremacía
de la elegancia de los movimientos
en la más venturosa geografía.

Está el agua que trina de tan fría
en la pila y la alberca
donde aprendí a nadar. Están los pavos,
la Navidad se acerca,
explotando de broma en los tapiales,
con los desplantes y los gestos bravos
y las barbas con ramos de corales.
Las venas manantiales
de mi pozo serrano
me dan, en el pozal que les envío,
pureza y lustración para la mano,
para la tierra seca amor y frío.

Haciendo el hortelano,
hoy en este solaz de regadío
de mi huerto me quedo.
No quiero más ciudad, que me reduce
su visión, y su mundo me da miedo.

¡Cómo el limón reluce
encima de mi frente y la descansa!
¡Cómo apunta en el cruce
de la luz y la tierra el lilio puro!
Se combate la pita, y se remansa
el perejil en un aparte oscuro.
Hay az'har, ¡qué osadía de la nieve!
y estamos en diciembre, que hasta enero,
a oler, lucir y porfiar se atreve
en el alrededor del limonero.

Lo que haya de venir, aquí lo espero
cultivando el romero y la pobreza.
Aquí de nuevo empieza
el orden, se reanuda
el reposo, por yerros alterado,
mi vida humilde, y por humilde, muda.
Y Dios dirá, que está siempre callado.
LÖkÄDELAkÖLINÄ

Mensajepor LÖkÄDELAkÖLINÄ » Lun Ene 17, 2005 12:55 pm

gracias hombre te lo has currao

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