Marionetas

[palabras_jubiladas]

No. El destino y el futuro no dependen de nosotros. El destino es un camaleón, un semáforo de infinitas combinaciones. El destino cambia de humor , de discurso y de ideología cada dos por tres. El destino zigzaguea continuamente deshojando nuestras posibilidades como si fueran margaritas sin voz ni voto. El destino es una cápsula de aire sin sabor definido.

Dependemos de millones de personas, de casualidades, de factores, de hechos aislados.
Tenemos atadas las manos a la hora de poder decidir sobre nuestro destino de manera absoluta. Estamos desnudos e indefensos. Nuestro poder es insignificante, aunque pensemos lo contrario.
Somos marionetas (inconscientes y sin hilos) del destino. A lo sumo podemos opinar o intentar cambiarlo, pero esas intenciones siempre van a poder ser pisoteadas aunque consigamos cambiarlo primero.
A veces nos sale bien, pero el único motivo para ello es que ese día la casualidad se levantó de buen humor y tuvimos suerte. Hasta las mejores intenciones y las actuaciones más planificadas, inteligentes, decididas y curradas son frágiles como el cuello y la cabeza de un bebé recién nacido.


Nos intentan vender la moto con frases hechas como ?Sólo tú eres dueño de tu destino?, pero yo no me las creo. También dependemos del vecino; del desconocido que se sienta enfrente de nosotros en el metro; de retrasos y de impuntualidades casuales ; del capricho de un baremo inflexible; de ese cordón desatado que, al atarlo y perder 15 segundos, posibilita que nos crucemos con una persona u otra y de una cadena infinita de ejemplos.

No, tampoco debemos amargarnos y comernos la cabeza pensando qué podemos y qué no podemos hacer, porque sería una locura y nunca viviríamos en paz. Pero por favor, que no me vuelvan a decir que nuestro destino lo marcamos nosotros,, porque en el teatro realista de nuestras vidas hasta los extras y los figurantes tienen el poder de cambiarnos el guión.