«Nadie tiene el derecho a convertir al otro en cobarde»

El cineasta regresa a la posguerra con 'Los girasoles ciegos', una de las tres pelÃculas españolas seleccionadas para el Oscar
'Los girasoles ciegos' habla de un paÃs que, como se cita al comienzo del libro, no tuvo tiempo para el dolor ni para el consuelo. La novela que le dio la gloria a Alberto Méndez después de muerto es ahora una pelÃcula que llegó a las salas el 29 de agosto y que en unos dÃas puede convertirse en la candidata española al Oscar. De momento, ya es una de las tres seleccionadas. Su director, José Luis Cuerda, que ya retrató la posguerra en 'La lengua de las mariposas', ahora cuenta, con el guión póstumo de Rafael Azcona, la muerte en vida de un poeta republicano oculto en un armario (Javier Cámara), su mujer (Maribel Verdú) y un diácono que se debate entre Dios y la carne (Raúl Arévalo).
-'Memoria histórica'. Un término redundante.
-Y ontologÃa pura: no somos nada más que pasado, y nadie me puede llevar la contraria. Poniéndome estupendo: el presente no existe. Hay una pretensión estúpida de olvidar el pasado por un sistema de compuertas, como el canal de Panamá: este trocito de pasado no lo quiero y paso página. Pero lo tienes somatizado, no hay quien te lo quite.
-¿Revanchismo?
-Ah, no, eso ya depende de cada uno. No creo que a un mal haya que responder con otro mal. Las revanchas nunca equivalen al daño recibido anteriormente, son más bien un consuelo. Y yo no busco consuelo en la vida ni he sufrido experiencias para sentir deseos de revancha de nada ni de nadie. Tengo 61 años, no participé en aquella guerra.
-Pero sufrió la posguerra.
-SÃ. Tengo bien asumido cuando recibÃa clases en Los Escolapios de Albacete a los diez años. El cura que me tomaba la lección en la tarima me metÃa la mano por debajo de la camisa para acariciarme la espalda. No lo vivÃa como algo dañino, no sabÃa por qué hacÃa aquellas cosas. Y cuando lo he sabido ya era tarde para arrearle dos bofetadas. Ya entonces intuÃa que el ser humano es confuso en sus actos, sentimientos y expresiones. VivÃamos en una confusión que para algunos reportaba un beneficio.
-Una cosa es cicatrizar las heridas y otra cerrarlas en falso.
-Con 'Los girasoles ciegos' yo las abro con pudor. En mis pelÃculas siempre me he acercado a personajes heridos en sus sentimientos y en su dignidad. Con pudor e incluso con humor, para no hacer excesivo daño. Me gustarÃa pensar, como mis maestros Rafael Azcona y Billy Wilder, que, en el fondo, me aproximo con ternura. Las pelÃculas que más me gustan de la historia del cine son 'El apartamento' y 'Plácido', ácidas y tiernas, hechas con la masa de esto que llamamos vida. No disfruto haciendo patente la miseria, y más en una posguerra que siguió siendo guerra por culpa de los vencedores. Pocos casos se han dado en los que, después de ganar una guerra, el vencedor se dedique a seguir matando como si siguiera en plena batalla.
-Se suele decir que todos salieron perdiendo en la Guerra Civil.
-Hay una verdad superior a esa: unos perdieron más que otros. Unos perdieron la vida por una causa o por una mera situación geográfica, por encontrarse en el sitio equivocado; otros se forraron y han vivido como duques durante muchÃsimos años, incluso en el sentido literal de la palabra.
-Los protagonistas tienen poco de héroes.
-Reivindico el derecho a la cobardÃa como un elemento sustancial de la vida humana. La heroicidad es fruto de la inconsciencia, mientras que la cobardÃa te la dicta el instinto de conservación. En mi vida he sido unas veces valiente y otras cobarde. Sólo tengo claro que nadie tiene el derecho a convertir al otro en cobarde.
-Mire al profesor Jesús Neira, en coma por pararle los pies a un maltratador.
-Yo no sé cómo hubiera actuado. En la facultad de Derecho pegaba pasquines convocando manifestaciones. VenÃan los fachas de Defensa Universitaria para que los quitara y yo les paraba los pies. Otras veces el Partido Comunista me entregaba un taco de panfletos. Y los dejaba en el váter para que los cogiera el que quisiera, no me atrevÃa a lanzarlos desde el campanario. O llevaba el maletero del coche de mi padre repleto de 'Mundos Obreros'. Si te pillaban, te caÃan veinte años.
-Estuvo en el seminario, ¿allà le enseñaron a no creer en Dios?
-No. En el seminario me enseñaron a estudiar como en ningún otro sitio. Si al terminar la clase no te sabÃas la lección, habÃa un juego limpio por el que el padre no te preguntaba; si al final de curso suspendÃas, te daban una oportunidad. HabÃa pruebas de carácter. Una vez el rector me expulsó sin motivo de la clase de LatÃn. Le lloré en capilla al confesarme. 'Cuerda, ¿sabes por qué te he echado de clase? Para ver si eras humilde y te ibas sin chistar'.
-El descreimiento le vino después.
-SÃ. Llegué a una conclusión dolorosa, porque te quedas sin una cobertura metafÃsica y reconfortante. Un dÃa, a los dieciséis años, decidà que, siendo de verdad honrado, no necesitaba apoyar mis actos en algo que se llamaba Dios, que me iba a premiar si era bueno y a castigar si era malo. Mi responsabilidad era con los otros y en esta sociedad, no en otra arcangélica al final de mi vida terrestre.
-Pero no es anticlerical.
-Nunca lo he sido, sólo en los últimos años han llegado a indignarme algunas actitudes que todos conocemos de la jerarquÃa eclesiástica. Pero de arcipreste para abajo hay gente como en todas partes. Me es duro de tragar que Dios les haya investido de un poder omnÃmodo, que deja tu eternidad en sus manos.
-Usted, que llegó a dirigir los Padrenuestros que se emitÃan en TVE antes de la carta de ajuste...
-Una jugada que me salió fatal. Decidieron que fuesen rezados por personas normales y con imágenes cotidianas. Eligieron a los realizadores colaboradores que menos dinero habÃan ganado aquel año: Josefina Molina, Fernando Méndez-Leite y yo. Grabé a monseñor Tarancón, que me contaba cómo las monjitas del palacio arzobispal ponÃan más voluntad que resultados en las comidas. No se emitió, porque pensaron que debÃa ser más solemne; si monseñor sólo querÃa que saliese la virgen de su pueblo... Además, alguien se chivó al director de TVE de que éramos realizadores socialistas, no sé de dónde lo sacaron... Nos encargaron otros más piadosos: el chorro de una fuente a contraluz y ese tipo de cosas.
-Marcharse de los sitios ha sido una constante en su vida: del seminario, del Partido Comunista, de TVE...
-Creo que tengo perÃodos vitales de tres años, a los tres años caduco. He dado bandazos vitales. De joven pensé en irme a la Unión Soviética, ingenuo yo, porque Occidente estaba lleno de trepas. Regalé mis libros a un amigo y me planté en la embajada soviética en ParÃs. Una señora muy desagradable me preguntó a ver si no sabÃa que mi Gobierno y el suyo no mantenÃan relaciones diplomáticas. Entonces lo intenté en Checoslovaquia. Dije que querÃa estudiar cine en Praga. Como las plazas estaban completas pedà ser locutor en la radio. Me contestaron que tampoco habÃa plaza, pero que si querÃa dedicar una canción a algún familiar lo harÃan con mucho gusto.
-Se ufana de que nunca ha trabajado por dinero.
-Bueno, he necesitado el dinero de mi trabajo para vivir, pero nunca he hecho nada por la cuantÃa que se me pagaba. Pienso que el trabajo no tiene un correlato matemático en el salario. He preferido trabajar en las cosas que me interesaban. Cuando dejé la televisión, acordé con mi mujer que pedirÃa por cada pelÃcula una cantidad que me permitiera vivir sin trabajar durante un año. Nunca he pensado en acumular capital.
-Relativizar el dinero ¿es fruto de la profesión de su padre, jugador profesional de póquer?
-Yo no tengo su temple. Su profesión era azarosa, pero él no era ningún ludópata. Jugaba todo el año menos mes y medio, en que se iba a cazar perdices a una finca suya, el Cortijo de los Periquetes. Los domingos, a pescar. Y supongo que también dedicaba bastante tiempo a aventuras amorosas; mi madre murió cuando yo tenÃa quince años y llegué a conocerle algunos amores. Un dÃa apareció en casa: 'Nos vamos a Madrid'. Le habÃa ganado a un constructor un piso en el Paseo de La Habana. Otro dÃa nos sentó en el gabinete, donde mi padre tocaba de oÃdas al piano 'La Comparsita'. 'Sentaos en el sofá. Quiero ver si sabéis ir en coche porque a lo mejor compro uno'. Eran sus salidas chuscas.
-Tendrá desapego al dinero, pero le ha producido a Alejandro Amenábar tres de las pelÃculas más rentables del cine español.
-A lo mejor es por eso precisamente, porque no buscaba forrarme. Cuando me llegó el guión de 'Tesis' hablé con mi mujer y mis hijas y montamos una cooperativa 'a la roja'. Llevado por mi fondo mezquino, establecà que, en el improbable caso de triplicar la inversión, yo cobrarÃa el 50% de los beneficios. El que menos salió ganando con 'Tesis' recibió el mil por cien.
-Oiga, ¿ha sido usted un vividor?
-He vivido bien, no me puedo quejar, tanto con mis padres como por mi cuenta. Mis necesidades eran pocas: comprar algún cuadro, discos, libros y un viajecito al año. He vivido la vida, pero no he forzado a que fuese algo muy distinto a lo que me venÃa hecho.
-¿Cree que hay una cierta justicia poética en la crisis actual, con esos constructores que no venderán sus urbanizaciones tras destrozar la costa?
-Si ni siquiera creo en la revancha de Dios... Cuando les va mal a esta gente que ha acumulado tanto capital deciden que todo está en crisis y que necesitan que les echemos una mano. ¿Pero dónde habéis metido todo el dinero ganado? Ya me apuntaba yo a algunas de las ruinas históricas en este paÃs. ¿Alguien ha visto a Ruiz Mateos pedir por las calles? No les envidio la vida, y menos el dinero. Carlos Casares le confesó a Torrente Ballester que estaba seguro de que habÃa una justicia poética para los que habÃan sido buenos en esta vida. Y el otro respondió: 'O no'.
-A comienzos de los 90 ya hablaba en 'Tocando fondo' de la diferencia entre un pÃcaro y un sinvergüenza.
-El pÃcaro lucha por su supervivencia, el segundo por acumular capital. ¿Pero de verdad se creen que se lo van a gastar en esta vida? ¡Si no les dan los dÃas...! Algunos alaban la bondad del empresario al crear puestos de trabajo, pero sólo lo hace para acumular capital. Lo explicaba Bertrand Tavernier cuando escuchó a un patrón y a sus obreros en huelga: 'Miren ustedes, no soy ningún filántropo. Estoy aquà para ganar dinero, lo que no es su caso'. No era cinismo, sino realidad.
-Echamos de menos el mundo surrealista de 'Amanece que no es poco'.
-Era neorrealismo puro, no surrealismo. El surrealismo no pasa por la elaboración consciente, y yo los guiones me los pienso mucho. Berlanga dice que 'Amanece...' tiene el mejor reparto de la historia del cine.