PUTÓPICOS

Poesía y relatos.
bonzosmontreaux
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PUTÓPICOS

Mensajepor bonzosmontreaux » Mar Mar 09, 2010 8:12 pm

Roberto, aquí la noche es fría y oscura.

Todo ha acabado. Ya no temo a tu padre, pero el miedo no ha desaparecido, solamente ha cambiado.

¿Sabes qué es lo que más detestaba de él? No hijo, no eran sus golpes ni insultos, ni siquiera el martirio psicológico al que me sometía. Aunque no lo creas, lo que más odiaba era la sensación de incertidumbre en la que me hacía vivir. En algún lugar leí que durante la Revolución Francesa la principal causa de muerte entre los condenados a la guillotina fue el infarto, morían literalmente de miedo, antes incluso que la afilada hoja cortase sus cabezas. Así me sentía yo. La sensación de tensión, de angustia ante la incertidumbre de sus reacciones, ante la dureza de sus puños, era mayor a la sensación real de dolor y sufrimiento que luego padecía.
Es curioso, te he hablado varias veces de una de las peores debilidades humanas: la arrogancia. La arrogancia me hizo creer que conocía a tu padre pero ¿cómo conocer a los demás si nos desconocemos a nosotros mismos? , luego me engañó convenciéndome de que podría lograr que cambiase pero ¿acaso he cambiado yo?, y finalmente me hizo decir que estaría preparada ante todo tipo de situaciones pero ¿y si las situaciones son extremas?

Roberto, no temas. Se fuerte. En la hora que te espera, muchos opinarán, juzgarán y condenarán la muerte de tu padre. ?Representaba una amenaza para vosotros a la que había que poner fin?, dirán algunos, en un vano intento por justificarme. ?Es una lacra que arrastrarás el resto de tu vida?, te dirán otros. ?Sé cómo te sientes, yo también perdí a mi padre?, ?mejor solos que mal acompañados?. No te dejes engañar. Todos necesitamos a alguien que nos deje entrar en sus sueños.
La muerte de Luca representa nuestra derrota. No fuimos capaces de ayudarlo y asistimos resignados a la destrucción de nuestra familia. Podría decir que lo he hecho por ti, pero mentiría. Era yo la que sufría, era mi vida la que peligraba. No existe el ?nadie podrá con nosotros?. Conténtate, el dolor que sufrirás a partir de esta noche es inferior al que hubieras sufrido si tu padre continuara vivo. Cierra los ojos y piensa que dentro de unos años esta noche sólo será un horrible recuerdo.
Te pido un último deseo. Vive intensamente. Hazlo por ti y por mí.

Había prometido no llorar. Seco mis lágrimas (otra vez la maldita arrogancia), cierro los ojos y salto al vacío. Vienen a mi mente cientos de recuerdos y en mi corazón se agolpan miles de sentimientos, alegría, tristeza, melancolía, venganza. Rebusco, pero el remordimiento no aparece.

Mientras caigo, distingo a través de la ventana del quinto piso a una pareja que cena a la luz de unas velas. No hay palabras, sólo miradas. Recuerdo una noche de 1984.
―Vamos Mónica, date prisa.
―Ya voy Luca. ¿Dónde me llevas?
―Es una sorpresa. Esta noche estás perfecta cariño.

Luca condujo hasta las afueras de la ciudad. Al llegar, vendó mis ojos, me agarró la mano y caminamos juntos durante unos minutos. Luego nos detuvimos. Al sentarme, noté la hierba húmeda en mis piernas.
―Puedes quitarte la venda y abrir los ojos.
Estábamos en un claro del bosque. Entre los árboles podía distinguir las luces de la ciudad. Miles de estrellas nos observaban, como testigos mudos de aquella cita.
― Esto es precioso Luca.
Él no dijo nada. Me abrazó y comenzó a llorar.
―Te quiero Mónica.
Esa fue la primera vez que me lo dijo, tal vez la única que lo hizo de corazón. Después sólo la utilizaría como expiación para sus pecados. Yo había pensado corresponderle con el clásico ?yo también te quiero? pero mis palabras, como un aviso, fueron otras.
―Tengo miedo Luca. No quiero sufrir. Tal vez nuestro amor no sea suficiente. A veces pienso que si no te tengo nunca podré perderte.
― Nunca me perderás. Siempre serás mía.

Me besó suavemente y sonrió. Nunca olvidaré aquella cínica sonrisa.

En el cuarto piso oigo gritos y un portazo. Un escalofrío me recorre el cuerpo. ¿Cómo fui tan estúpida? ¿Cómo pude dejar que ocurriera?
El primer golpe es siempre el más doloroso. No importa el cuándo ni el cómo. Tu mundo se derrumba. Una noche, al llegar a casa, tu padre me estaba esperando.
― ¿Luca, estas ahí? ¿Qué tal el día cariño?
― ¿Dónde estabas?
― Pensé que llegarías tarde de trabajar y he ido al cine con unas amigas. Hueles a alcohol, ¿has estado bebiendo?
― Eso a ti no te importa.
― Por favor, Luca, vete a la cama. Mañana hablaremos con más calma.
― Ten presente esto la próxima vez que quieras salir sola.

Es asombroso como nuestra memoria selecciona los hechos que merecen la pena ser recordados. Mi cerebro se ha esforzado por borrar lo que ocurrió aquella noche, su bofetada, su desprecio, mi llanto, incluso mi dolor. Lo único que recuerdo son sus malditas palabras, que aún resuenan con claridad en mi mente:
― Lo siento Mónica.

Tercer piso. Un bebé duerme plácidamente en su cuna. Parece feliz.
Mi embarazo fue como una benéfica lluvia que te sorprende durante una larga travesía por el desierto.
El hombre del que yo me había enamorado regresó. Atento, amable, dulce, cariñoso. Pensé que había visto tan cerca la posibilidad de perderme que tal vez se había asustado y había decidido cambiar. Más tarde comprendí que simplemente estaba esperando a que yo olvidara, a que volviera a confiar en él. Una estrategia, un combate en el que uno de los contendientes finge agazapado en un rincón aguardando a que el enemigo se apiade de él y le tienda la mano para asestarle un nuevo golpe.
Créeme, si tuviera que elegir de estos veinticinco años un momento inolvidable sería la primera vez que te tuve entre mis brazos. Por fin estabas junto a mí, pero al verte sentí una mezcla de alegría y temor. Gracias a ti había recuperado las ganas de vivir. Gracias a ti Luca volvía a ser el de antes. Sin embargo, debo confesarte algo. Sospechaba que tu nacimiento pondría fin a nuestra efímera felicidad. Ya nada impediría que tu padre volviera a pegarme. Así fue. Entonces, el egoísmo me cegó. Perdona hijo pero te culpé y lo que es aún peor, llegué a desear que jamás hubieras nacido.

Las paredes del segundo piso están repletas de fotografías y retratos.
Cuando tú eras pequeño, nos sentábamos durante horas a contemplar las escasas fotografías en las que aparecíamos juntos.
--¿Qué te ocurre mamá, por qué lloras?
--¿A quién ves en esta fotografía, Roberto?
--Es papá. Recuerdo bien ese día. Yo cumplía diez años. Papá nos convenció y salimos a cenar. Durante el brindis nos prometió que siempre permaneceríamos unidos.
--Que estemos en la misma habitación no quiere decir que estemos juntos. Yo ya no veo al hombre del que me enamoré. No es la misma persona aunque su aspecto sea idéntico. Sus ojos, con los que soñaba y en los que me sumergía cada noche se han convertido en cortinas de sus pecados y testigos mudos de la muerte, delatan y reflejan el odio que contemplan cada día. Las facciones de su cara, que desgasté con mis besos, se han vuelto afiladas. Sus manos suaves y firmes, que acariciaron y dibujaron el mapa de mi cuerpo, ahora son excelentes armas a la hora de golpear. Sus dedos finos y alargados, expertos en erizar mi pulso, me impregnan de pavor cada noche. No hay abrazos en sus brazos, sus amantes se los han llevado todos. Su dulce voz ha transformado mis sueños en pesadillas y mis esperanzas en decepciones. Vive con nosotros, pero no es uno de los nuestros. No, Roberto, este no es tu padre.


Ya te veo. Estás de pie junto al cuerpo sin vida de tu padre mientras sostienes esta carta en tus manos. Hace algunos años nos mudamos al primer piso de este céntrico edificio. Al poco, fui consciente de que no saldría de aquí con vida. Hijo mío, no pude elegir cómo vivir pero he decidido cómo morir.

En aquel preciso instante, Roberto levantó la vista y cruzó una última mirada con su madre. Ella le sonrió. Él corrió hacia la ventana y gritó con todas sus fuerzas:
― Te quiero, mamá.
Al oír a su hijo Mónica cerró los ojos, apretó los puños y pensó que no existía mejor forma de morir.
malandras
Mensajes: 83
Registrado: Mar Mar 16, 2010 8:31 pm

Mensajepor malandras » Sab Mar 27, 2010 6:27 pm

Lo acabo de leer, por desgracia es un tema que nos es demasiado familiar. Bonito lo que has escrito, creo que los dos sabian el final. Pero lo has hecho muy dulce.
sofoká
Mensajes: 273
Registrado: Jue Ago 27, 2009 12:56 pm

Mensajepor sofoká » Mar Abr 20, 2010 5:59 pm

Me ha enganchado desde el principio y el final es un impacto, pero la
sensación que me queda cuando ella cae es decepcionante, pues deja
desolado y solo en un instante al ser que siempre querría proteger.
Muy bueno.gracias
Wit-man
Mensajes: 2988
Registrado: Mar Nov 17, 2009 10:58 am
Ubicación: En el alma envuelto

Mensajepor Wit-man » Jue Abr 22, 2010 2:00 pm

Muy bueno, bonzos....ma gustado mucho!!!!
Cronos
Mensajes: 7524
Registrado: Jue Ago 05, 2004 10:24 am
Ubicación: A Coruña... y sus bares de rock xD (y www.ladesidia.com)
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Mensajepor Cronos » Jue Abr 22, 2010 3:22 pm

Escalofriante, contundente, bien construido...

Aplausos, aplausos, por supuesto. :)

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