Mis imprescindibles
Pequeños accidentes caseros
Me hice un tajo en un dedo cuando cocinaba.
Luego me despellejé otro dedo al abrir una botella.
Hoy me he raspado la pierna con el pico de la mesita.
Así que me he puesto seria:
he reunido en asamblea a todos los objetos de mi casa
y les he dicho que ya sé
que me muero de pena,
que tengo el corazón en carne viva,
que ya sé
que no soy más que una herida que sangra tristeza,
que hasta respirar me duele porque él no me ama
como lo amo yo;
en fin, que no hace ninguna falta, les he dicho,
que me lo recuerden también ellos
cada día.
Berna Wang
Me hice un tajo en un dedo cuando cocinaba.
Luego me despellejé otro dedo al abrir una botella.
Hoy me he raspado la pierna con el pico de la mesita.
Así que me he puesto seria:
he reunido en asamblea a todos los objetos de mi casa
y les he dicho que ya sé
que me muero de pena,
que tengo el corazón en carne viva,
que ya sé
que no soy más que una herida que sangra tristeza,
que hasta respirar me duele porque él no me ama
como lo amo yo;
en fin, que no hace ninguna falta, les he dicho,
que me lo recuerden también ellos
cada día.
Berna Wang
Ciegamente
Porque quiero tu cuerpo ciegamente.
porque deseo tu belleza plena.
Porque busco ese horror, esa cadena
mortal, que arrastra inconsolablemente.
Inconsolablemente, diente a diente,
voy bebiendo tu amor, tu noche llena.
Diente a diente, Señor, y vena a vena
vas sorbiendo mi muerte. Lentamente.
Porque quiero tu cuerpo y lo persigo
a través de la sangre y de la nada.
Porque busco tu noche toda entera.
Porque quiero morir, morir contigo
esta horrible tristeza enamorada
que abrazarás, oh, Dios, cuando yo muera.
Blas de Otero
Porque quiero tu cuerpo ciegamente.
porque deseo tu belleza plena.
Porque busco ese horror, esa cadena
mortal, que arrastra inconsolablemente.
Inconsolablemente, diente a diente,
voy bebiendo tu amor, tu noche llena.
Diente a diente, Señor, y vena a vena
vas sorbiendo mi muerte. Lentamente.
Porque quiero tu cuerpo y lo persigo
a través de la sangre y de la nada.
Porque busco tu noche toda entera.
Porque quiero morir, morir contigo
esta horrible tristeza enamorada
que abrazarás, oh, Dios, cuando yo muera.
Blas de Otero
Déjame ser
Deja llevarme mi última aventura.
Déjame ser mi propio testimonio,
y dar fe de mi propia desmemoria.
Déjame diseñar mi último rostro,
apretar en mi oído los pasos de la lluvia
borrándome el adiós definitivo.
Déjame naufragar asida a un paisaje,
una nube, al vuelo humilde de un gorrión,
a un brote renaciente,
o siquiera al relámpago que abra en dos mi último cielo.
Sujétame los brazos. engrilla mis tobillos, empareda mis párpados.
Pero tatuada una flor en la pupila, crucificada un alba debajo de la frente,
acurrucado un beso en la raíz de la lengua, déjame ser mi propio testimonio.
Josefina Pla
Deja llevarme mi última aventura.
Déjame ser mi propio testimonio,
y dar fe de mi propia desmemoria.
Déjame diseñar mi último rostro,
apretar en mi oído los pasos de la lluvia
borrándome el adiós definitivo.
Déjame naufragar asida a un paisaje,
una nube, al vuelo humilde de un gorrión,
a un brote renaciente,
o siquiera al relámpago que abra en dos mi último cielo.
Sujétame los brazos. engrilla mis tobillos, empareda mis párpados.
Pero tatuada una flor en la pupila, crucificada un alba debajo de la frente,
acurrucado un beso en la raíz de la lengua, déjame ser mi propio testimonio.
Josefina Pla
Angustia segunda
Tus venas, la raíz de nuestros árboles
La raíz de mi árbol, retorcida;
la raíz de mi árbol, de tu árbol,
de todos nuestros árboles,
bebiendo sangre, húmeda de sangre,
la raíz de mi árbol, de tu árbol.
Yo la siento,
la raíz de mi árbol, de tu árbol,
de todos nuestros árboles,
la siento
clavada en lo más hondo de mi tierra,
clavada allí, clavada,
arrastrándome y alzándome y hablándome,
gritándome.
La raíz de tu árbol, de mi árbol.
En mi tierra, clavada,
con clavos ya de hierro,
de pólvora, de piedra,
y floreciendo en lenguas ardorosas,
y alimentando ramas donde colgar los pájaros cansados,
y elevando sus venas, nuestras venas,
tus venas, la raíz de nuestros árboles.
Nicolás Guillén
Tus venas, la raíz de nuestros árboles
La raíz de mi árbol, retorcida;
la raíz de mi árbol, de tu árbol,
de todos nuestros árboles,
bebiendo sangre, húmeda de sangre,
la raíz de mi árbol, de tu árbol.
Yo la siento,
la raíz de mi árbol, de tu árbol,
de todos nuestros árboles,
la siento
clavada en lo más hondo de mi tierra,
clavada allí, clavada,
arrastrándome y alzándome y hablándome,
gritándome.
La raíz de tu árbol, de mi árbol.
En mi tierra, clavada,
con clavos ya de hierro,
de pólvora, de piedra,
y floreciendo en lenguas ardorosas,
y alimentando ramas donde colgar los pájaros cansados,
y elevando sus venas, nuestras venas,
tus venas, la raíz de nuestros árboles.
Nicolás Guillén
El río
En otro tiempo hubo un río aquí,
donde ahora hay bancos y losetas.
Hay más de una docena de ríos bajo la ciudad,
si hacemos caso a los más viejos.
Ahora es sólo una plaza en un barrio obrero.
Y tres chopos son la única señal
de que el río sigue ahí abajo.
En cada uno de nosotros hay un río oculto
a punto de desbordarse.
Si no son los miedos, es el arrepentimiento.
Si no son las dudas, la impotencia.
Un viento del Oeste azota los chopos.
La gente avanza a duras penas.
Desde el cuarto piso una mujer mayor
está tirando ropa por la ventana:
tira una camisa negra y una falda de cuadros
y un pañuelo de seda amarillo y unas medias
y aquellos zapatos que llevaba
el día de invierno que llegó del pueblo.
Unos zapatos de charol, blancos y negros.
Sus pies parecían avefrías heladas en la nieve.
Los niños echan a correr tras la ropa.
Al final, ha sacado su vestido de boda,
se ha posado sobre un chopo, torpemente,
como si fuera un pájaro grande.
Se oye un ruido. Se asustan los traseúntes.
El viento ha arrancado de cuajo uno de los chopos.
Las raíces del árbol parecen la mano de una mujer mayor,
que espera que cuanto antes otra mano la acaricie.
Kirmen Uribe
En otro tiempo hubo un río aquí,
donde ahora hay bancos y losetas.
Hay más de una docena de ríos bajo la ciudad,
si hacemos caso a los más viejos.
Ahora es sólo una plaza en un barrio obrero.
Y tres chopos son la única señal
de que el río sigue ahí abajo.
En cada uno de nosotros hay un río oculto
a punto de desbordarse.
Si no son los miedos, es el arrepentimiento.
Si no son las dudas, la impotencia.
Un viento del Oeste azota los chopos.
La gente avanza a duras penas.
Desde el cuarto piso una mujer mayor
está tirando ropa por la ventana:
tira una camisa negra y una falda de cuadros
y un pañuelo de seda amarillo y unas medias
y aquellos zapatos que llevaba
el día de invierno que llegó del pueblo.
Unos zapatos de charol, blancos y negros.
Sus pies parecían avefrías heladas en la nieve.
Los niños echan a correr tras la ropa.
Al final, ha sacado su vestido de boda,
se ha posado sobre un chopo, torpemente,
como si fuera un pájaro grande.
Se oye un ruido. Se asustan los traseúntes.
El viento ha arrancado de cuajo uno de los chopos.
Las raíces del árbol parecen la mano de una mujer mayor,
que espera que cuanto antes otra mano la acaricie.
Kirmen Uribe
Txan escribió:Angustia segunda
Tus venas, la raíz de nuestros árboles
La raíz de mi árbol, retorcida;
la raíz de mi árbol, de tu árbol,
de todos nuestros árboles,
bebiendo sangre, húmeda de sangre,
la raíz de mi árbol, de tu árbol.
Yo la siento,
la raíz de mi árbol, de tu árbol,
de todos nuestros árboles,
la siento
clavada en lo más hondo de mi tierra,
clavada allí, clavada,
arrastrándome y alzándome y hablándome,
gritándome.
La raíz de tu árbol, de mi árbol.
En mi tierra, clavada,
con clavos ya de hierro,
de pólvora, de piedra,
y floreciendo en lenguas ardorosas,
y alimentando ramas donde colgar los pájaros cansados,
y elevando sus venas, nuestras venas,
tus venas, la raíz de nuestros árboles.
Nicolás Guillén

Yo, la que te quiere
" Yo soy tu indómita gacela,
el trueno que rompe la luz sobre tu pecho
Yo soy el viento desatado en la montaña
y el fulgor concentrado del fuego del ocote.
Yo caliento tus noches,
encendiendo volcanes en mis manos,
mojándote los ojos con el humo de mis cráteres.
Yo he llegado hasta vos vestida de lluvia y de recuerdo,
riendo la risa inmutable de los años.
Yo soy el inexplorado camino,
la claridad que rompe la tiniebla.
Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía
y te recorro entero,
sendero tras sendero,
descalzando mi amor,
desnudando mi miedo.
Yo soy un nombre que canta y te enamora
desde el otro lado de la luna,
soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo.
Yo soy algo que crece,
algo que ríe y llora.
Yo,
la que te quiere. "
Gioconda Belli
" Yo soy tu indómita gacela,
el trueno que rompe la luz sobre tu pecho
Yo soy el viento desatado en la montaña
y el fulgor concentrado del fuego del ocote.
Yo caliento tus noches,
encendiendo volcanes en mis manos,
mojándote los ojos con el humo de mis cráteres.
Yo he llegado hasta vos vestida de lluvia y de recuerdo,
riendo la risa inmutable de los años.
Yo soy el inexplorado camino,
la claridad que rompe la tiniebla.
Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía
y te recorro entero,
sendero tras sendero,
descalzando mi amor,
desnudando mi miedo.
Yo soy un nombre que canta y te enamora
desde el otro lado de la luna,
soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo.
Yo soy algo que crece,
algo que ríe y llora.
Yo,
la que te quiere. "
Gioconda Belli
TU LUZ PERFECTA
Mientras me miras con tus ojos
tan inmensos como un todo,
cobran sentido los despeñaderos
que se perfilan
donde nacen todas mis aguas.
Cuando me ciega la niebla
que proyecta ese espacio sagrado
que nos une y separa,
y el alma se me pone de punta
como una escarpia,
la espiral sin sentido
que nos lleva a la nada
estira su trazo hasta el círculo perfecto
que pare esa luz que tú lanzas
y que a mí me abraza.
Carmen Beltrán Falces
Mientras me miras con tus ojos
tan inmensos como un todo,
cobran sentido los despeñaderos
que se perfilan
donde nacen todas mis aguas.
Cuando me ciega la niebla
que proyecta ese espacio sagrado
que nos une y separa,
y el alma se me pone de punta
como una escarpia,
la espiral sin sentido
que nos lleva a la nada
estira su trazo hasta el círculo perfecto
que pare esa luz que tú lanzas
y que a mí me abraza.
Carmen Beltrán Falces
Acto creativo
Por el huevo roto en el suelo
Por el 5 de julio
Por el pez en la pecera
Por el viejo de la habitación nº 9
Por el gato sobre el muro
Por ti mismo.
No por la fama
ni por el dinero.
Tienes que seguir luchando
Cuanto te haces viejo
disminuye el atractivo
es más fácil cuando se es joven.
Cualquiera puede alcanzar
las alturas alguna que otra vez.
La clave consiste en
Resistir.
Cualquier cosa que sirva
para que
esta vida siga bailando
frente a
Doña Muerte.
Charles Bukowski
Por el huevo roto en el suelo
Por el 5 de julio
Por el pez en la pecera
Por el viejo de la habitación nº 9
Por el gato sobre el muro
Por ti mismo.
No por la fama
ni por el dinero.
Tienes que seguir luchando
Cuanto te haces viejo
disminuye el atractivo
es más fácil cuando se es joven.
Cualquiera puede alcanzar
las alturas alguna que otra vez.
La clave consiste en
Resistir.
Cualquier cosa que sirva
para que
esta vida siga bailando
frente a
Doña Muerte.
Charles Bukowski
Manzanas
Homero utilizaba una sola palabra
para nombrar el cuerpo y la piel.
Safo se dormía sobre los pechos de sus amigas.
Etxepare* soñaba con mujeres desnudas.
Hace tiempo que todos callaron.
Hoy parece que hemos de ser perfectos también en la cama,
como esas manzanas rojas del supermercado,
demasiado perfectas.
Nos pedimos demasiado,
y casi nunca sucede lo que esperamos
de nosotros mismos, del otro o de la otra.
Las leyes son distintas al enredarse los cuerpos.
Homero utilizaba una sola palabra
para nombrar el cuerpo y la piel.
Safo se dormía sobre los pechos de sus amigas.
Etxepare soñaba con mujeres desnudas.
Aún me acuerdo del tiempo
en que pasábamos la noche en vela, abrazados,
como cachorros de tigre.
Kirmen Uribe
(* Beñat Etxepare. Poeta y clérigo anterior a la contrarreforma, autor del primer libro impreso en euskera, Lingua Vasconum Primitiae, en 1545.)
Homero utilizaba una sola palabra
para nombrar el cuerpo y la piel.
Safo se dormía sobre los pechos de sus amigas.
Etxepare* soñaba con mujeres desnudas.
Hace tiempo que todos callaron.
Hoy parece que hemos de ser perfectos también en la cama,
como esas manzanas rojas del supermercado,
demasiado perfectas.
Nos pedimos demasiado,
y casi nunca sucede lo que esperamos
de nosotros mismos, del otro o de la otra.
Las leyes son distintas al enredarse los cuerpos.
Homero utilizaba una sola palabra
para nombrar el cuerpo y la piel.
Safo se dormía sobre los pechos de sus amigas.
Etxepare soñaba con mujeres desnudas.
Aún me acuerdo del tiempo
en que pasábamos la noche en vela, abrazados,
como cachorros de tigre.
Kirmen Uribe
(* Beñat Etxepare. Poeta y clérigo anterior a la contrarreforma, autor del primer libro impreso en euskera, Lingua Vasconum Primitiae, en 1545.)
Un Explorador Cansado
Qué otra cosa podría ver un explorador cansado
dentro de los límites de un metro cuadrado de tristeza,
sino Caminos que los limoneros acompañan, sino Colinas
y ondulados Campos donde el vino ya se presiente;
Qué podría ver sino Islas de Cristal, Ciudades
plateadas, áureas, Amaneceres, Barcos Rojos
que tripulaciones enloquecidas llevan sin rumbo;
Serpientes gigantescas, tigres, podría ver también
ballenas blancas sumergiéndose también en un océano cálido;
Podría ver dos mujeres de vestidos anaranjados
sentadas junto a una pared incendiada por el sol;
Podría ver todos los días irrecuperables
posándose como una bandada de pájaros imaginarios.
Bernardo Atxaga
Qué otra cosa podría ver un explorador cansado
dentro de los límites de un metro cuadrado de tristeza,
sino Caminos que los limoneros acompañan, sino Colinas
y ondulados Campos donde el vino ya se presiente;
Qué podría ver sino Islas de Cristal, Ciudades
plateadas, áureas, Amaneceres, Barcos Rojos
que tripulaciones enloquecidas llevan sin rumbo;
Serpientes gigantescas, tigres, podría ver también
ballenas blancas sumergiéndose también en un océano cálido;
Podría ver dos mujeres de vestidos anaranjados
sentadas junto a una pared incendiada por el sol;
Podría ver todos los días irrecuperables
posándose como una bandada de pájaros imaginarios.
Bernardo Atxaga
El murciélago
Tengo un murciélago en el vientre.
Ha nacido de tu agua retenida, como las salamandras.
Duerme entre las paredes rojas de mi interior,
y noto cómo va engordando cada día.
Se despierta por las noches,
Cuando se me oscurecen los pensamientos.
Y vuela y gira y chilla.
Puedo mover los brazos,
puedo mover las piernas,
pero no puedo controlar los músculos de mi vientre.
Mi cerebro no es capaz de desalojar al murciélago.
En una habitación blanca
me han vaciado las entrañas con un aspirador.
Ahora soy una estatua de bronce en el parque,
vacía por completo y quieta.
Estoy más tranquila
y lloro.
Kirmen Uribe
Tengo un murciélago en el vientre.
Ha nacido de tu agua retenida, como las salamandras.
Duerme entre las paredes rojas de mi interior,
y noto cómo va engordando cada día.
Se despierta por las noches,
Cuando se me oscurecen los pensamientos.
Y vuela y gira y chilla.
Puedo mover los brazos,
puedo mover las piernas,
pero no puedo controlar los músculos de mi vientre.
Mi cerebro no es capaz de desalojar al murciélago.
En una habitación blanca
me han vaciado las entrañas con un aspirador.
Ahora soy una estatua de bronce en el parque,
vacía por completo y quieta.
Estoy más tranquila
y lloro.
Kirmen Uribe
"...
diciendo una vez más,
si no me enseñas tú no aprenderé,
diciendo una vez más, existe un último
atardecer de últimas veces,
últimas veces de mendigar,
últimas veces de amar,
de saber no saber simular,
un último atardecer de últimas veces de decir
sino me amas nunca seré amado,
si no te amo ya no amaré nunca
un batir de palabras gastadas una vez más en el corazón
amor, amor, amor, golpe de un émbolo antiquísimo
moliendo el suero inalterable
de las palabras
una vez más aterrado
de no amar,
de amar pero no a ti,
de ser amado y no por ti,
de saber no saber simular
simular
yo y todos los otros que te amen,
si te aman
a menos que te amen".
Samuel Beckett
diciendo una vez más,
si no me enseñas tú no aprenderé,
diciendo una vez más, existe un último
atardecer de últimas veces,
últimas veces de mendigar,
últimas veces de amar,
de saber no saber simular,
un último atardecer de últimas veces de decir
sino me amas nunca seré amado,
si no te amo ya no amaré nunca
un batir de palabras gastadas una vez más en el corazón
amor, amor, amor, golpe de un émbolo antiquísimo
moliendo el suero inalterable
de las palabras
una vez más aterrado
de no amar,
de amar pero no a ti,
de ser amado y no por ti,
de saber no saber simular
simular
yo y todos los otros que te amen,
si te aman
a menos que te amen".
Samuel Beckett
Cosas
Los atacantes del amor
enmascarados por el mundo
asaltan en la calle.
Cuidado son terribles,
aman como porfiados,
quieren de pura voluntad
o la memoria les funciona
de modo tal, que les importa nada
el odio, el gran castigo
y besan contra todo,
contra todos, también confiando
que alguna vez, alguien, alguno
empuñe su ternura y
empiece a fusilar.
Juan Gelman
Los atacantes del amor
enmascarados por el mundo
asaltan en la calle.
Cuidado son terribles,
aman como porfiados,
quieren de pura voluntad
o la memoria les funciona
de modo tal, que les importa nada
el odio, el gran castigo
y besan contra todo,
contra todos, también confiando
que alguna vez, alguien, alguno
empuñe su ternura y
empiece a fusilar.
Juan Gelman
Bendita la mano que me cortara los ojos
para que yo no vea sino a ti.
Y si me cortaran la lengua, su silencio
cantaría lleno de ti.
Y si me cortaran las manos, su memoria
sabría acariciarte a ti.
Y si me cortaran las piernas, su vacío
me llevaría hasta ti.
Y si luego me mataran
aún quedaría todo mi amor de ti.
Juan Gelman
*Gelman me mata; estaría horas y horas leyéndolo.
Es increíble.
para que yo no vea sino a ti.
Y si me cortaran la lengua, su silencio
cantaría lleno de ti.
Y si me cortaran las manos, su memoria
sabría acariciarte a ti.
Y si me cortaran las piernas, su vacío
me llevaría hasta ti.
Y si luego me mataran
aún quedaría todo mi amor de ti.
Juan Gelman
*Gelman me mata; estaría horas y horas leyéndolo.
Es increíble.
" A media pierna "
Le pusieron un grillo a media pierna
Lo condenaron a vivir a medias
Le escondieron la paz, y la sonrisa
Le pusieron el pan a media rienda
Pero él seguía caminando.
Le vendieron la luna, cada noche
Lo fueron lentamente atornillando
Le tuvieron las manos ocupadas
Le sumaron la pena y las estafas
Pero él seguía caminando.
Le pusieron las piedras por delante
Le taparon la boca, por si acaso
Le abrieron una herida por la espalda
Le sumaron olvido a la condena
Pero él seguía caminando.
De lejos, bien mirado
cuando ya era horizonte,
se asemejaba al viento,
aunque según parece
él caminaba potente
como el Pueblo!
Hamlet Lima Quintana
Le pusieron un grillo a media pierna
Lo condenaron a vivir a medias
Le escondieron la paz, y la sonrisa
Le pusieron el pan a media rienda
Pero él seguía caminando.
Le vendieron la luna, cada noche
Lo fueron lentamente atornillando
Le tuvieron las manos ocupadas
Le sumaron la pena y las estafas
Pero él seguía caminando.
Le pusieron las piedras por delante
Le taparon la boca, por si acaso
Le abrieron una herida por la espalda
Le sumaron olvido a la condena
Pero él seguía caminando.
De lejos, bien mirado
cuando ya era horizonte,
se asemejaba al viento,
aunque según parece
él caminaba potente
como el Pueblo!
Hamlet Lima Quintana
Insistencia
Crece con insistencia tu recuerdo
y en la sombra impalpable
te recobro,
porque nunca me canso
de soñar tu imagen,
de reconstruirte en un espejo
eternamente inmóvil,
de seguirte en la caricia
constante del deseo,
en la fuerza inevitable de la sangre
que corre intensamente
hasta romper la piel,
hasta adherirse en la entraña
y convivir con ella
en una misma herida.
Pues soy rueda veloz que no claudica
hasta seguir en la loca carrera
hacia tu encuentro.
Cristina Maya
Crece con insistencia tu recuerdo
y en la sombra impalpable
te recobro,
porque nunca me canso
de soñar tu imagen,
de reconstruirte en un espejo
eternamente inmóvil,
de seguirte en la caricia
constante del deseo,
en la fuerza inevitable de la sangre
que corre intensamente
hasta romper la piel,
hasta adherirse en la entraña
y convivir con ella
en una misma herida.
Pues soy rueda veloz que no claudica
hasta seguir en la loca carrera
hacia tu encuentro.
Cristina Maya
Me encanta 

Gustavo Adolfo Bécquer."DEL SALÓN EN EL ÁNGULO OSCURO"
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz como Lázaro espera
que le diga «Levántate y anda»!
Gracias, Foluba.Awamba Foluba escribió:Me encanta
"DEL SALÓN EN EL ÁNGULO OSCURO"
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz como Lázaro espera
que le diga «Levántate y anda»!
Gustavo Adolfo Bécquer.
Es precioso
Te pierdo.
A cada segundo
el olvido me borra un poco más de ti,
como un ejército de cenizas que invadiese
el mapa de tu rostro,
nublándome con su estéril manto
cada una de las palabras
que un día me dijiste,
hasta que, al fin,
no queda más que un frágil susurro
de lo que fue tu voz
en mi memoria.
Te pierdo,
y cada segundo sin ti
me duele una hora,
y cada hora,
la vida entera.
Tu rostro se desvanece,
y ya no queda ni un trozo de piel
sobre el que aferrarme en sueños,
y al irte así,
tan lentamente,
tan gota a gota,
me dejas, al fin,
unos besos sin boca,
un cielo sin alas.
Jorge Boccanera
A cada segundo
el olvido me borra un poco más de ti,
como un ejército de cenizas que invadiese
el mapa de tu rostro,
nublándome con su estéril manto
cada una de las palabras
que un día me dijiste,
hasta que, al fin,
no queda más que un frágil susurro
de lo que fue tu voz
en mi memoria.
Te pierdo,
y cada segundo sin ti
me duele una hora,
y cada hora,
la vida entera.
Tu rostro se desvanece,
y ya no queda ni un trozo de piel
sobre el que aferrarme en sueños,
y al irte así,
tan lentamente,
tan gota a gota,
me dejas, al fin,
unos besos sin boca,
un cielo sin alas.
Jorge Boccanera
Carpe noctem
No hay futuro, no hay más pasado,
ni raíces ni frutos, flores pasajeras solo.
Túmbate tranquila, túmbate tranquila y la noche perdurará,
silenciosa y oscura, no por un espacio de horas,
sino eternamente. Déjame olvidar
todo menos tu perfume, todas las noches menos esta,
la pena, el infructuoso llanto, el pesar.
Solo túmbate tranquila: este lánguido y suave embeleso
florecerá al borde del sueño y se esparcirá,
hasta que no haya nada más que tú y yo
abrazados en un silencio intemporal. Mas como
el que, condenado a morir, por la mañana estará muerto,
yo sé, aunque la noche parezca eterna, que el cielo
ha de iluminarse pronto antes del sol del mañana.
Aldous Huxley
No hay futuro, no hay más pasado,
ni raíces ni frutos, flores pasajeras solo.
Túmbate tranquila, túmbate tranquila y la noche perdurará,
silenciosa y oscura, no por un espacio de horas,
sino eternamente. Déjame olvidar
todo menos tu perfume, todas las noches menos esta,
la pena, el infructuoso llanto, el pesar.
Solo túmbate tranquila: este lánguido y suave embeleso
florecerá al borde del sueño y se esparcirá,
hasta que no haya nada más que tú y yo
abrazados en un silencio intemporal. Mas como
el que, condenado a morir, por la mañana estará muerto,
yo sé, aunque la noche parezca eterna, que el cielo
ha de iluminarse pronto antes del sol del mañana.
Aldous Huxley
El cerezo
Ha muerto el cerezo de casa,
el que veíamos en flor desde la ventana,
¿te acuerdas?
Tan frágil frente a ese mar inmenso.
El cerezo es un árbol delicado.
Me lo decía mi tío, ya sabes,
el que nos enseñaba dónde hacían sus nidos
las golondrinas.
El cerezo no suele vivir
más allá de veinticinco años.
El perro de casa también ha muerto.
Bueno, lo mató el veterinario con una inyección.
Enloqueció de la noche a la mañana.
Al principio no quería salir de su caseta.
Luego empezó a matar ovejas y a morder a los de casa.
Murieron poco después de que murieras tú.
Kirmen Uribe
Ha muerto el cerezo de casa,
el que veíamos en flor desde la ventana,
¿te acuerdas?
Tan frágil frente a ese mar inmenso.
El cerezo es un árbol delicado.
Me lo decía mi tío, ya sabes,
el que nos enseñaba dónde hacían sus nidos
las golondrinas.
El cerezo no suele vivir
más allá de veinticinco años.
El perro de casa también ha muerto.
Bueno, lo mató el veterinario con una inyección.
Enloqueció de la noche a la mañana.
Al principio no quería salir de su caseta.
Luego empezó a matar ovejas y a morder a los de casa.
Murieron poco después de que murieras tú.
Kirmen Uribe
Canta, me dices. Y yo canto.
¿Cómo callar? Mi boca es tuya.
Rompo contento mis amarras,
dejo que el mundo se me funda.
Sueña, me dices. Y yo sueño.
¡Ojalá no soñara nunca!
No recordarte, no mirarte,
no nadar por aguas profundas,
no saltar los puentes del tiempo
hacia un pasado que me abruma,
no desgarrar ya más mi carne
por los zarzales, en tu busca.
Canta, me dices. Yo te canto
a ti, dormida, fresca y única,
con tus ciudades en racimos,
como palomas sucias,
como gaviotas perezosas
que hacen sus nidos en la lluvia,
con nuestros cuerpos que a ti vuelven
como a una madre verde y húmeda.
Eras de vientos y de otoños,
eras de agrio sabor a frutas,
eras de playas y de nieblas,
de mar reposando en la bruma,
de campos y albas ciudades,
con un gran corazón de música.
José Hierro
Muy bueno!!!Txan escribió:Acto creativo
Por el huevo roto en el suelo
Por el 5 de julio
Por el pez en la pecera
Por el viejo de la habitación nº 9
Por el gato sobre el muro
Por ti mismo.
No por la fama
ni por el dinero.
Tienes que seguir luchando
Cuanto te haces viejo
disminuye el atractivo
es más fácil cuando se es joven.
Cualquiera puede alcanzar
las alturas alguna que otra vez.
La clave consiste en
Resistir.
Cualquier cosa que sirva
para que
esta vida siga bailando
frente a
Doña Muerte.
Charles Bukowski
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