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La Pegatina pone patas arriba el Wanda Metropolitano en una noche muy festivalera

El grupo catalán convirtió el estadio del Atlético de Madrid en la mejor de las fiestas durante su actuación en Las Noches de Río Babel.

Por Rubén Rozas Gutiérrez. Fotos: Crisann (@crisann_)

La Pegatina hacía parada en Madrid el pasado viernes, 16 de julio, para presentar su disco Darle la vuelta en un concierto que a la postre sería una oda a la música por lo que representó. Más allá de las canciones, la banda desató el ambiente festivalero e impregnó al estadio del Atlético de Madrid de una sensación que la mayoría de los asistentes llevaba dos años sin vivir.

Los de Moncada y Reixach iniciaron el show en el festival Las Noches de Río Babel fieles a su intro, con ese “lo, lo, lo” de Gat Rumberu, convertido ya en grito de guerra de los pegatineros. La botella de la locura la descorchaba Como se hacen la flores, un tema precisamente de su último trabajo, que asentaba las bases de lo que sería el resto de la tarde-noche y al que seguía Mama, canción que se encuentra también entre el repertorio más actual de la banda.

Ya con la bienvenida y el agradecimiento de rigor sobre el escenario llegaban Olivia y La Voisine. Grupo y público retrocedían con ellas en el tiempo y a más de uno le costó no soltar lágrima recordando la época pre covid. Sin apenas descanso, ambos tocaron el cielo de Madrid con Y Volar, tema que originalmente la banda interpreta con Los Caligaris. Dejarse la piel dio paso a un mix de canciones más comerciales como Contando Lunares, de Don Patricio o Corazón Espinado, de Santana; propias del estilo con el que La Pegatina hace a la gente partícipe de sus conciertos.

Una declaración de amor al estilo pegatinero, Cómo explicarte, desataba las miradas cómplices entre los amigos y las parejas asistentes. Con ola de por medio -porque para qué está un concierto de La Pegatina si no es para hacer lo que te da la gana- llegaba Miranda, otro de los clásicos en los shows del grupo. La Guspira y el catalán pillaron a alguno despistado, pero, eso sí; sin excusas para no bailar.

La montaña rusa de emociones llegó a lo alto con Te veré cuando yo quiera -canción un poco más lenta y de la que participa El Kanka, aunque en esta ocasión no pudo asistir- para volver a caer y seguir descargando adrenalina con Algo está pasando. Después de una breve ranchera e interacción con el público llegaba de nuevo Gat Rumberu, pero esta vez completo.

Hubo espacio también para un momento de seriedad con el que el grupo quiso condenar el ataque homófono que acabó con la vida de Samuel.

Nadie entiende que cuando se asesina a gente por su color de piel, sus creencias o su tendencia sexual los gobiernos no hagan nada (La Pegatina)

Tras el reconocimiento, al que se sumó también el público, la cantautora Travis Birds subió al escenario para interpretar Siempre te pedí, tema que madrileña y catalanes tocan juntos en el último disco. Después, la banda dio prueba de que se atreve con todo: castellano, catalán… y también inglés; tal y como demostraron en su Stand & Fight.

Y se fue hizo de homenaje a las personas que estuvieron desde la aparición de La Pegatina, allá por 2003, y durante sus primeros conciertos en la capital. Muérdeme dejó claro que los presentes en el feudo colchonero tenían muchas ganas de comerse el mundo y Tomasín, junto a un popurrí de rumbas certificaron, por si todavía quedaba alguna duda, el deseo de todos ellos por volver a un concierto sin restricciones.

El violinista Víctor Guadiana hizo los coros a Heridas de Guerra y la capacidad de estos chicos de convertir hasta el desamor en una fiesta. El también compositor acompañó igualmente al grupo en Lena, canción del último CD, entre otras. Después llegaron las presentaciones y con ellas el final (casi) del concierto.

Los últimos invitados fueron Efecto Pasillo, otro grupo cargado de buenrollismo y con el que La Pegatina acaba de sacar el single Ahípamí.

Es imposible quedarse sentado en un concierto de La Pegatina (Efecto Pasillo)

No som d’aquí cerraba el espectáculo antes de los bises, que no podían ser otros que Alosque, Mari Carmen y Lloverá y yo veré. El primero emocionó a todos y los dos últimos terminaron de poner el estadio patas arribas en un espectáculo en el que cada canción se vivió como un gol en el descuento.

Por Rubén Rozas Gutiérrez. Fotos: Crisann (@crisann_)

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